Por: Enrique Bernales Politólogo
No puede menos que llamar a extrañeza, y hasta despertar suspicacias, todo lo que viene sucediendo en torno al caso de los “petroaudios”. Debe recordarse que cuando este tema se dio a conocer el año pasado se hizo en medio de un gran despliegue informativo en los medios de comunicación, con reacciones gubernamentales diversas, que pusieron muy alta la certeza de que, efectivamente, podía tratarse de hechos donde era legítima la sospecha ciudadana de corrupción, favoritismo y tráfico de influencia.
No fue por ello una sorpresa la coincidencia general en que la denuncia tenía que ser investigada y severamente castigada, más aun si había sospecha de delitos perpetrados por las personas involucradas.
No está demás recordar que el remezón del caso provocó una crisis, con la salida de algunos ministros, y que el nuevo presidente del Consejo de Ministros señalara que se reforzaría la lucha contra la corrupción. Sin embargo, se van a cumplir seis meses o más desde que el asunto fue enrumbado por el Ministerio Público y el Poder Judicial y hasta la fecha no hay en absoluto ningún resultado.
La sensación que se tiene es que existe una demora que parece ser producto de la negligencia o que, como sospecha la ciudadanía, existe algún sector con suficiente poder como para demorar los plazos, hacer que los casos y las pruebas se diluyan en el tiempo y que, a consecuencia de todo esto, la investigación termine en cero, todos los detenidos por el caso sean puestos en libertad y, como en los mejores cuentos rosa, no pasó nada. ¡Viva el retorno a la vida distraída!
Lo más singular es que hasta los propios inculpados, como es el caso de Rómulo León y de su abogado, hacen pedidos para que esto se acelere y para que se conozca toda la información que está en la computadora del propio León que hasta ahora no se puede abrir. Estamos frente a la computadora más hermética y mejor resguardada del mundo. ¿Qué tal si se trae a los técnicos de la NASA para abrirla y conocer sus contenidos?
El Poder Judicial está haciendo un papelón con estas demoras. Y mientras tanto, se ventila la posibilidad de que el proceso puede declararse complejo, con lo cual estamos frente a una medida procesal de ampliación de los plazos y consecuentemente ante un nuevo retardo de la investigación.
Quiero recordar que el propio juez Barreto podría actuar en el sentido de acelerar la investigación o incluso tomar la iniciativa para que el proceso sea declarado complejo. También la ministra de Justicia ha exhortado al Poder Judicial para acelerar el caso. Nadie quiere que se demore, pero algún duende lo hace. Una pregunta se impone: ¿Quién es la mano que mece la cuna? Porque, como todo lo sugiere, estamos frente a una gran mecida.
EL COMERCIO
No puede menos que llamar a extrañeza, y hasta despertar suspicacias, todo lo que viene sucediendo en torno al caso de los “petroaudios”. Debe recordarse que cuando este tema se dio a conocer el año pasado se hizo en medio de un gran despliegue informativo en los medios de comunicación, con reacciones gubernamentales diversas, que pusieron muy alta la certeza de que, efectivamente, podía tratarse de hechos donde era legítima la sospecha ciudadana de corrupción, favoritismo y tráfico de influencia.
No fue por ello una sorpresa la coincidencia general en que la denuncia tenía que ser investigada y severamente castigada, más aun si había sospecha de delitos perpetrados por las personas involucradas.
No está demás recordar que el remezón del caso provocó una crisis, con la salida de algunos ministros, y que el nuevo presidente del Consejo de Ministros señalara que se reforzaría la lucha contra la corrupción. Sin embargo, se van a cumplir seis meses o más desde que el asunto fue enrumbado por el Ministerio Público y el Poder Judicial y hasta la fecha no hay en absoluto ningún resultado.
La sensación que se tiene es que existe una demora que parece ser producto de la negligencia o que, como sospecha la ciudadanía, existe algún sector con suficiente poder como para demorar los plazos, hacer que los casos y las pruebas se diluyan en el tiempo y que, a consecuencia de todo esto, la investigación termine en cero, todos los detenidos por el caso sean puestos en libertad y, como en los mejores cuentos rosa, no pasó nada. ¡Viva el retorno a la vida distraída!
Lo más singular es que hasta los propios inculpados, como es el caso de Rómulo León y de su abogado, hacen pedidos para que esto se acelere y para que se conozca toda la información que está en la computadora del propio León que hasta ahora no se puede abrir. Estamos frente a la computadora más hermética y mejor resguardada del mundo. ¿Qué tal si se trae a los técnicos de la NASA para abrirla y conocer sus contenidos?
El Poder Judicial está haciendo un papelón con estas demoras. Y mientras tanto, se ventila la posibilidad de que el proceso puede declararse complejo, con lo cual estamos frente a una medida procesal de ampliación de los plazos y consecuentemente ante un nuevo retardo de la investigación.
Quiero recordar que el propio juez Barreto podría actuar en el sentido de acelerar la investigación o incluso tomar la iniciativa para que el proceso sea declarado complejo. También la ministra de Justicia ha exhortado al Poder Judicial para acelerar el caso. Nadie quiere que se demore, pero algún duende lo hace. Una pregunta se impone: ¿Quién es la mano que mece la cuna? Porque, como todo lo sugiere, estamos frente a una gran mecida.
EL COMERCIO
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