Se ingresa a la universidad a estudiar, a aprender y a capacitarse para beneficio del futuro profesional, de la familia y del país al que se pertenece. Aunque en los últimos meses estamos comprobando que, cada vez con más frecuencia, algunos universitarios buscan pretextos para generar caos. Como es el caso de las arterias urbanas que rodean el campus de la centenaria Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), en particular la avenida Venezuela, donde algunos sanmarquinos adhieren sus banderas radicales o contestatarias al desenfreno, emulando actos que en el pasado ya fracasaron. Lo hacen sin importarles desacreditar a su alma mater, a las autoridades universitarias ni a ellos mismos, al taparse los rostros cobardemente como solían hacerlo en la década de los ochenta los terroristas que se infiltraron en la más antigua universidad de América.
No obstante, reconforta conocer que sólo se trata de un pequeño porcentaje de alumnos que participan en las gritas callejeras. Es decir, no es la gran mayoría de estudiantes la que recurre a la violencia, al apedreamiento de policías o autobuses de transporte público con la intención de “difundir” sus plataformas de lucha. Coincidentemente hoy, la UNMSM cumple 458 años de vida institucional y esta fecha constituye una inmejorable ocasión para ratificar la vigencia de los principios de la razón y del saber sobre la fuerza bruta. Y los sanmarquinos de verdad deberían adscribirse a la tolerancia democrática, al respeto del pluralismo ideológico y a la voluntad que apuesta por el progreso y desarrollo.
De otro lado, en este tema tampoco podemos ignorar la existencia de un sector de profesores polpotianos e intransigentes que aún predican los postulados de la ideología maoísta –ergo, senderista–, cuya viabilidad está hace tiempo muerta en el resto del planeta pues la propia China de Mao Tse Tung apuesta por el libre mercado y el comercio exterior. Nosotros respetamos que cada quien piense como quiere, pues vivimos en una sociedad democrática. No obstante rechazamos de plano que –de manera progresiva y disimulada– se vayan reconstituyendo células o comités clandestinos, en algunos casos, o gremios estudiantiles de fachada, en otros, tal como ocurrió a finales de los años setenta y a lo largo de la década del ochenta con el fin de conformar cuadros (miembros) del Ejército Guerrillero Popular (EGP) o de Socorro Popular, que no eran otra cosa que avanzadas de vanguardia de Sendero Luminoso, primero en la ciudad y luego en el campo.
En ese sentido, a fin de evitar que a mediano o largo plazo la historia se repita, en primer lugar llamamos la atención de las propias autoridades universitarias (rectoría, consejo universitario, asamblea universitaria, decanos de las facultades, etc.) y, en segundo término, de las entidades dedicadas a la seguridad interna del país, para que no dejen de profundizar sus investigaciones y realizar el trabajo de inteligencia de cara a prevenir el terror y a preservar la tranquilidad pública. Recordemos que en la última década la UNMSM dio un gran, positivo cambio en muchos aspectos. En consecuencia sería triste que lo avanzado empiece a desvanecerse para ceder su lugar al caos, el autoritarismo ideológico y a la violencia física que Sendero Lumino y el MRTA impusieron en las universidades del Perú. Trabajemos para que los jóvenes que quieren profesionalizarse encuentren el ambiente adecuado que requiere nuestra sociedad para salir adelante
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No obstante, reconforta conocer que sólo se trata de un pequeño porcentaje de alumnos que participan en las gritas callejeras. Es decir, no es la gran mayoría de estudiantes la que recurre a la violencia, al apedreamiento de policías o autobuses de transporte público con la intención de “difundir” sus plataformas de lucha. Coincidentemente hoy, la UNMSM cumple 458 años de vida institucional y esta fecha constituye una inmejorable ocasión para ratificar la vigencia de los principios de la razón y del saber sobre la fuerza bruta. Y los sanmarquinos de verdad deberían adscribirse a la tolerancia democrática, al respeto del pluralismo ideológico y a la voluntad que apuesta por el progreso y desarrollo.
De otro lado, en este tema tampoco podemos ignorar la existencia de un sector de profesores polpotianos e intransigentes que aún predican los postulados de la ideología maoísta –ergo, senderista–, cuya viabilidad está hace tiempo muerta en el resto del planeta pues la propia China de Mao Tse Tung apuesta por el libre mercado y el comercio exterior. Nosotros respetamos que cada quien piense como quiere, pues vivimos en una sociedad democrática. No obstante rechazamos de plano que –de manera progresiva y disimulada– se vayan reconstituyendo células o comités clandestinos, en algunos casos, o gremios estudiantiles de fachada, en otros, tal como ocurrió a finales de los años setenta y a lo largo de la década del ochenta con el fin de conformar cuadros (miembros) del Ejército Guerrillero Popular (EGP) o de Socorro Popular, que no eran otra cosa que avanzadas de vanguardia de Sendero Luminoso, primero en la ciudad y luego en el campo.
En ese sentido, a fin de evitar que a mediano o largo plazo la historia se repita, en primer lugar llamamos la atención de las propias autoridades universitarias (rectoría, consejo universitario, asamblea universitaria, decanos de las facultades, etc.) y, en segundo término, de las entidades dedicadas a la seguridad interna del país, para que no dejen de profundizar sus investigaciones y realizar el trabajo de inteligencia de cara a prevenir el terror y a preservar la tranquilidad pública. Recordemos que en la última década la UNMSM dio un gran, positivo cambio en muchos aspectos. En consecuencia sería triste que lo avanzado empiece a desvanecerse para ceder su lugar al caos, el autoritarismo ideológico y a la violencia física que Sendero Lumino y el MRTA impusieron en las universidades del Perú. Trabajemos para que los jóvenes que quieren profesionalizarse encuentren el ambiente adecuado que requiere nuestra sociedad para salir adelante
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