En enero de 2006 se me ocurrió escribir una parodia sobre la situación política a la que denomine “Complot en Suramérica” y que consistía en una historia truculenta de reuniones en la embajada de Estados Unidos a la que acudían personajes del gobierno, banqueros y empresarios y medios de comunicación, y evaluaban el escenario político tras el ascenso de Ollanta Humala en las encuestas. Y ahí es donde decidían demolerlo por haberse convertido en un peligro para el sistema y entre otras cosas le encargaban a Ivcher sacar a Hildebrandt de la pantalla, a lo que el “mártir de la democracia” contestaba preguntando por las reparaciones para su canal por lo que le pasó durante el fujimorismo. Ya está todo arreglado Baruch, era la respuesta.
Aldo M me escribió entonces para decirme que no había acuerdo entre los medios: ¿no ves la tremenda diferencia que hay entre ellos (¡)?, menos con el gobierno, y que su diario se ensañaba con Humala por pura convicción política. Pero la verdad es que varios de los puntos del complot imaginario se cumplieron en los siguientes días. Y a raíz de eso mi texto empezó a circular fuera de mi alcance y hubo varias ocasiones en que periodistas me preguntaron cómo me había enterado de la reunión y sus acuerdos.
No quiero dármela de adivino, pero estoy seguro que Alditus está en estas horas creyéndose una vez más el salvador de la democracia, el único, al lado de una Chichi que exclama: ¿qué nos pasa?, para subrayar que nadie estaría reaccionando ante el peligro de que al Perú llegue al gobierno un Evo o un Correa, “que no resistiríamos”. ¿Nadie? ¿Y cómo se explica la aparición de información personal de los Humala, saltando las prohibiciones del secreto bancario y tributario, y la aceptación de este recurso de “lucha política”, por la mayoría de la prensa y por las instituciones empresariales que deberían haberse indignado por la infidencia? ¿Cómo se entiende que el presidente escogiera una reunión de banqueros para avisar que impediría que un candidato sin garantías para la inversión gane las siguientes elecciones, y que el banquero mayor anunciara en los días siguientes su retiro y confesara abiertamente su contribución económica a las campañas políticas?
¿Cuánta inteligencia se requiere para comprender que estamos metidos en un adelanto del calendario, con una nueva demolición del riesgo que les quitó el sueño hace tres años, y que Aldo M sigue siendo el único idiota que puede iniciar esta campaña como lo haría un cruzado de la edad media? Y, por si acaso, con el dato añadido, que para los que se portan bien puede haber una interesante recompensa.
………
PD: La Ortiga dijo ayer que no hay que tomarlo literalmente. Que pedir a Hilaria Supa que pilotee o fabrique aviones es “metáfora”, que Marx era como los curas y que me pide que me quede contento. Y sostiene que esa es una “respuesta” a mi columna del domingo pasado. Que disculpe lo de viejo, porque todos vamos hacia ello, pero reblandecido es otra cosa.
la primera
Aldo M me escribió entonces para decirme que no había acuerdo entre los medios: ¿no ves la tremenda diferencia que hay entre ellos (¡)?, menos con el gobierno, y que su diario se ensañaba con Humala por pura convicción política. Pero la verdad es que varios de los puntos del complot imaginario se cumplieron en los siguientes días. Y a raíz de eso mi texto empezó a circular fuera de mi alcance y hubo varias ocasiones en que periodistas me preguntaron cómo me había enterado de la reunión y sus acuerdos.
No quiero dármela de adivino, pero estoy seguro que Alditus está en estas horas creyéndose una vez más el salvador de la democracia, el único, al lado de una Chichi que exclama: ¿qué nos pasa?, para subrayar que nadie estaría reaccionando ante el peligro de que al Perú llegue al gobierno un Evo o un Correa, “que no resistiríamos”. ¿Nadie? ¿Y cómo se explica la aparición de información personal de los Humala, saltando las prohibiciones del secreto bancario y tributario, y la aceptación de este recurso de “lucha política”, por la mayoría de la prensa y por las instituciones empresariales que deberían haberse indignado por la infidencia? ¿Cómo se entiende que el presidente escogiera una reunión de banqueros para avisar que impediría que un candidato sin garantías para la inversión gane las siguientes elecciones, y que el banquero mayor anunciara en los días siguientes su retiro y confesara abiertamente su contribución económica a las campañas políticas?
¿Cuánta inteligencia se requiere para comprender que estamos metidos en un adelanto del calendario, con una nueva demolición del riesgo que les quitó el sueño hace tres años, y que Aldo M sigue siendo el único idiota que puede iniciar esta campaña como lo haría un cruzado de la edad media? Y, por si acaso, con el dato añadido, que para los que se portan bien puede haber una interesante recompensa.
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PD: La Ortiga dijo ayer que no hay que tomarlo literalmente. Que pedir a Hilaria Supa que pilotee o fabrique aviones es “metáfora”, que Marx era como los curas y que me pide que me quede contento. Y sostiene que esa es una “respuesta” a mi columna del domingo pasado. Que disculpe lo de viejo, porque todos vamos hacia ello, pero reblandecido es otra cosa.
la primera
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