23.5.09

Oposición y democracia

La democracia es un sistema viable porque permite que haya fuerzas políticas opositoras al gobierno de turno constituido. La oposición es esencial para la estabilidad democrática, y el Perú, a diferencia de otros países de la región sudamericana, como Venezuela o Bolivia por ejemplo, es un excelente paradigma de tolerancia y pluralismo. Por eso en nuestra nación ejercer la oposición no debería dejar de ser una práctica madura y saludable, y particularmente en el ámbito parlamentario.

Lamentablemente, en esta semana ha primado en un sector de la oposición, específicamente en las bancadas del “nacionalismo” humalista y del fujimorismo, demasiadas poses infantiles que lindan inclusive con el obstruccionismo y la irracionalidad. ¿Cómo puede ser posible que un decreto legislativo, como el 1090, que precisamente busca favorecer y defender a los bosques de la tala ilegal y a la fauna de su aniquilamiento y extinción, pueda haber sido declarado inconstitucional en la Comisión de Constitución? Un congresista se abstuvo y con su abstención timorata e indiferente dejó expedito el retroceso en un camino que creíamos superado. Esta marcha atrás, lograda en base al chantaje y a la violencia –constatada además con el bloqueo de carreteras, la toma de un oleoducto y la incomunicación de pueblos de la selva–, nos presenta como un país poco serio frente a los compromisos inmediatos que hemos adquirido para el cabal cumplimiento del TLC con los Estados Unidos, y sobre todo ante lo que verdaderamente conviene a los pueblos nativos.

Asimismo, en lo que se refiere a las reformas constitucionales –como la bicameralidad–, que permitirían legitimar más nuestra democracia y mejorar el sistema de representación política en el país –terreno en el que todavía nos encontramos muy rezagados–, las fuerzas parlamentarias del “humanismo” y los seguidores de Alberto Fujimori han rechazado juntos el retorno del Senado en el Perú. No obstante, lo peor fue protagonizado por los congresistas “nacionalistas”, quienes asumieron actitudes cuestionables como extender una enorme pancarta en pleno hemiciclo o interrumpir la normal marcha de los debates de proyectos que tienen que ver con los cambios estructurales que requiere el Estado peruano.

Sea esta ocasión para hacer una seria invocación a todas los movimientos políticos a fin de que no confundan libertad con anarquía, ya que últimamente se están generando demasiadas trabas a nuestra todavía débil institucionalidad, obstáculos propios del cálculo demagógico que obstruyen la aprobación o ratificación de normas de vital importancia para la nación. No se trata de estirar la pita más de lo debido ni de jugar con fuego, y menos de actuar bajo presiones totalitarias como ese –afortunadamente frustrado– llamado a la “insurgencia” hecho por un dirigente con ambiciones electoreras. Sin duda, estos retrocesos también aparecen porque al gobierno todavía le falta explicar y difundir con claridad los objetivos que se buscan para el progreso de nuestra sociedad.

expreso

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