20.11.08

Deflación gringa: feo fantasma

Se me atracó el desayuno en la mañana cuando leía que la economía yanqui podía entrar en deflación, pues el índice de precios había resultado negativo (-1%) en octubre y se espera que la tendencia no se prolongue. Al ciudadano común y corriente le parecerá espléndido que los precios se desplomen, pero ese es un fenómeno económico peligrosísimo. Sólo resultan beneficiados aquellos que tienen dinero a mano, pues los dueños de activos pierden mucho, el crédito se restringe, nadie invierte ni gasta, la mercadería no rota, los precios de las cosas caen por debajo de lo que costó producirlas, las viviendas se desvalorizan, se multiplican las quiebras y el desempleo se dispara. Desde 1947 -en plena resaca del fin de la Segunda Guerra Mundial- EE.UU. no vivía este fenómeno. Con razón gente que ha estado recientemente por allí me dice que hay muchas gangas y hasta se puede regatear en las tiendas, algo impensable hasta hace no mucho. Otros que sufren mucho son los deudores, pues baja el valor de todo menos el de sus acreencias y al final terminan debiendo más en términos reales.

Otro problema es que es aún más difícil escapar de una deflación que de una inflación, pues es difícil remontar las expectativas a la baja. En Japón, este fenómeno arrancó a finales de los 90, cuando reventó la burbuja inmobiliaria (¿se acuerdan del Súper Japón que estaba comprando medio EE.UU. en esa época? ¿De la propaganda donde se decía que el precio del tamaño de un terreno equivalente a esa página valía US$100 mil en el centro de Tokio?) y hasta ahora no salen del todo.

Aquí ya tuvimos algo así. Fue el 2001 y experimentamos una inflación negativa de -0.13 anual. Arrastrábamos la tremenda crisis originada en 1998 por los embates externos (crisis asiática y crisis rusa), agravados por el fenómeno El Niño y la inacción del BCR. La cola de quebrados en Indecopi era inmensa y por todos lados veías avisos de casas y cosas vendiéndose, mientras que echaban a la gente de sus trabajos por millares y era muy complicado conseguir empleo. El 2001 fue especialmente duro porque la crisis política originada por la caída de Fujimori y la incertidumbre de un frágil gobierno de transición, que convocó a elecciones en medio de toda la telenovela de la captura de Montesinos, hicieron que nadie invirtiese nada hasta ver qué pasaba con Toledo. Recordemos que los proyectos de inversión toman tiempo, no son instantáneos, así que todo anduvo aguantado. Y había además que remontar todo lo perdido en riqueza nacional desde 1998. Fueron años de pesadilla hasta la recuperación (alrededor del 2004) y a veces alucino cómo la gente no se acuerda de ellos y anda tan quejosa ahora.

Ojalá que sea tan sólo una golondrina y no una tendencia.

NOTA: Esta columna saldrá intermitentemente estos días.

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