El Perú se encuentra nuevamente en el centro de la atención mundial, oportunidad única que no podemos dejar pasar, tanto para promover la imagen internacional y turística de nuestro país cuanto para concretar acuerdos de inversión que nos catapulten al ansiado desarrollo.
Por muchos meses nos hemos preparado para ser anfitriones de la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC, por sus siglas en inglés), en lo que debe reconocerse la sacrificada labor de diversas instancias del Gobierno. Y, con excepción de los mismos grupos inconformes de siempre, que anuncian marchas paralelas y esperemos que sin violencia, la mayoría ciudadana se muestra optimista, expectante y hospitalaria con las decenas de líderes y mandatarios de la Cuenca del Pacífico.
En el preocupante contexto internacional generado por la debacle de Wall Street, el Perú es uno de los países mejor preparados para afrontar los embates de la crisis mundial, como coinciden destacados analistas locales y foráneos. Más aun, en los últimos meses se ha mantenido la tendencia positiva de crecimiento del PBI y se espera un cuantioso flujo de inversión extranjera directa por 100 mil millones de dólares de aquí al 2011.
De otro lado, existe la propuesta presidencial de trabajar desde el Perú un arco del Pacífico, lo que permitiría atraer y unir esfuerzos que beneficien a todos los países que miran hacia el Asia-Pacífico. No olvidemos, además, que el Perú es uno de los pocos países de Sudamérica que es miembro de un foro sumamente exclusivo, que genera casi la mitad del PBI mundial.
Sin embargo, hay que recordar que esta cita, la cual nos pondrá en la vitrina mundial, durará solo tres días que deben servir para acercamientos de alto nivel, con altas dosis de diplomacia presidencial, como lo demuestra el anuncio, ayer, de la culminación de las negociaciones para la firma del TLC con China. Luego de ello, empero, tomará mucho tiempo concretar e implementar los compromisos de integración e inversión, lo que pondrá a prueba el conocimiento, el tino y la experiencia de nuestros equipos técnicos.
Todos, el Gobierno y los ciudadanos, debemos entender la trascendencia del momento y la responsabilidad que nos exige. Recordemos que para calificar a los países, como destinos seguros para las inversiones, se evalúa desde la estabilidad política y jurídica hasta los niveles de burocratización y corrupción del aparato estatal, en todos los cuales aparecemos aún con déficits preocupantes. Queda mucho por hacer para consolidar la institucionalidad, de modo que cualquier empresario, nacional o extranjero, tenga plenas garantías para competir en saludables condiciones.
Y si hablamos específicamente de competitividad, corresponde a los empresarios nacionales redoblar esfuerzos para innovar y bajar costos en la búsqueda de la calidad. De otro lado, sin embargo, el Gobierno no puede eludir su obligación de reducir y eliminar sobrecostos laborales, promover la formalización y también, de modo prioritario, reducir el déficit de infraestructura vial y portuaria, que afecta la competitividad y encarece costos.
Hoy, nuestro país puede aspirar a convertirse en el hub portuario del Pacífico Sur Occidental, con todas las ventajas que ello implica en materia de intercambio comercial. A partir de esto tenemos que aprender a ver el Pacífico no como una frontera sino como un mar de oportunidades.
Lima es, por estos días, el corazón de la Cuenca del Pacífico. Esperamos que el Perú, con el esfuerzo de nuestras autoridades en la APEC, pueda consolidarse en el futuro mediato como foco dinámico y permanente de turismo receptivo y grandes inversiones que permitan el desarrollo sostenido con inclusión social.
Por muchos meses nos hemos preparado para ser anfitriones de la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC, por sus siglas en inglés), en lo que debe reconocerse la sacrificada labor de diversas instancias del Gobierno. Y, con excepción de los mismos grupos inconformes de siempre, que anuncian marchas paralelas y esperemos que sin violencia, la mayoría ciudadana se muestra optimista, expectante y hospitalaria con las decenas de líderes y mandatarios de la Cuenca del Pacífico.
En el preocupante contexto internacional generado por la debacle de Wall Street, el Perú es uno de los países mejor preparados para afrontar los embates de la crisis mundial, como coinciden destacados analistas locales y foráneos. Más aun, en los últimos meses se ha mantenido la tendencia positiva de crecimiento del PBI y se espera un cuantioso flujo de inversión extranjera directa por 100 mil millones de dólares de aquí al 2011.
De otro lado, existe la propuesta presidencial de trabajar desde el Perú un arco del Pacífico, lo que permitiría atraer y unir esfuerzos que beneficien a todos los países que miran hacia el Asia-Pacífico. No olvidemos, además, que el Perú es uno de los pocos países de Sudamérica que es miembro de un foro sumamente exclusivo, que genera casi la mitad del PBI mundial.
Sin embargo, hay que recordar que esta cita, la cual nos pondrá en la vitrina mundial, durará solo tres días que deben servir para acercamientos de alto nivel, con altas dosis de diplomacia presidencial, como lo demuestra el anuncio, ayer, de la culminación de las negociaciones para la firma del TLC con China. Luego de ello, empero, tomará mucho tiempo concretar e implementar los compromisos de integración e inversión, lo que pondrá a prueba el conocimiento, el tino y la experiencia de nuestros equipos técnicos.
Todos, el Gobierno y los ciudadanos, debemos entender la trascendencia del momento y la responsabilidad que nos exige. Recordemos que para calificar a los países, como destinos seguros para las inversiones, se evalúa desde la estabilidad política y jurídica hasta los niveles de burocratización y corrupción del aparato estatal, en todos los cuales aparecemos aún con déficits preocupantes. Queda mucho por hacer para consolidar la institucionalidad, de modo que cualquier empresario, nacional o extranjero, tenga plenas garantías para competir en saludables condiciones.
Y si hablamos específicamente de competitividad, corresponde a los empresarios nacionales redoblar esfuerzos para innovar y bajar costos en la búsqueda de la calidad. De otro lado, sin embargo, el Gobierno no puede eludir su obligación de reducir y eliminar sobrecostos laborales, promover la formalización y también, de modo prioritario, reducir el déficit de infraestructura vial y portuaria, que afecta la competitividad y encarece costos.
Hoy, nuestro país puede aspirar a convertirse en el hub portuario del Pacífico Sur Occidental, con todas las ventajas que ello implica en materia de intercambio comercial. A partir de esto tenemos que aprender a ver el Pacífico no como una frontera sino como un mar de oportunidades.
Lima es, por estos días, el corazón de la Cuenca del Pacífico. Esperamos que el Perú, con el esfuerzo de nuestras autoridades en la APEC, pueda consolidarse en el futuro mediato como foco dinámico y permanente de turismo receptivo y grandes inversiones que permitan el desarrollo sostenido con inclusión social.
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