1.8.09

Homilía y Mensaje

Reconocemos la importancia del discurso presidencial anual –sustentado en el artículo 118, inc. 7 de la Constitución Política del Perú– no sólo por el optimismo que ahí se ha planteado sino por el énfasis puesto por el primer mandatario a la hora de exigirle a todo el país “orden para garantizar el desarrollo”.

Sin embargo, en esa misma dirección tampoco podemos dejar de resaltar que poco antes de la llegada del jefe de Estado al Parlamento para exponer su Mensaje a la Nación, el cardenal Juan Luis Cipriani también había señalado un pedido similar por el orden y la disciplina. En la homilía de la Misa por Fiestas Patrias el primado de la Iglesia Católica fue directo al decir que existen influencias extranjeras negativas que buscan alterar la fraternidad entre los peruanos y remarcó que “debemos ser implacables con aquel, sea quien sea, que pretenda desunirnos en aras de sueños quiméricos”.

En ese sentido, en la jornada de ayer se dieron en esencia dos mensajes de suma claridad para la población, coincidencia que no podemos dejar de saludar. Pero esa comunión de criterios entre el primer mandatario y la principal autoridad eclesiástica del país demuestra que es reflejo del sentimiento mayoritario de la ciudadanía que quiere paz y trabajo. Así, ambos reclamando orden y disciplina, han logrado reforzar la atención que los peruanos debemos poner en las condiciones fundamentales para el desarrollo democrático sin las cuales no puede desenvolverse cualquier régimen serio y maduro. Orden y disciplina son conceptos primordiales para toda sociedad civilizada, por eso desde EXPRESO los venimos defendiendo hace tiempo, máxime hoy cuando se viene fomentando desde distintos sectores radicales el resurgimiento de posiciones violentistas.

Asimismo complace conocer que el presidente de la República haya sido explícito en el horizonte donde aparece el bicentenario de la independencia, asunto en el cual hace años esta casa periodística viene insistiendo para que sirva de referente a fin de movilizar a la unidad nacional y a las fuerzas productivas del país. Ahora, quizá el primer mandatario ha sido muy ambicioso al señalar que faltan doce años para el segundo centenario donde debemos llegar “como un país del primer mundo”, y para eso necesitamos la reforma del Estado y la descentralización. Al respecto quisiéramos equivocarnos pero, en todo caso, en poco más de diez años es difícil cumplir esa meta. Desde ya se tendría que trabajar infatigablemente si deseamos llegar al progreso, las condiciones y los servicios propios de un país desarrollado.

De otro lado, si bien el Mensaje a la Nación del Presidente fue autocrítico en algunos aspectos, lo cierto es que formuló a la vez varias propuestas. Cuatro de ellas destacables. La primera: iniciativa de la descentralización popular, expuesta acaso ante la lentitud de los gobiernos regionales y locales en la ejecución de obras, pues ahora –de constituirse las “unidades ejecutoras populares”–, serán las comunidades nativas, campesinas y los jóvenes los que reciban fondos para construir postas médicas, puentes, caminos, etc. Esperamos que pasada la emoción de la disertación presidencial, el Ejecutivo complete de dar forma a ese planteamiento. En segundo lugar, el anuncio sobre la construcción de un penal en la selva especialmente para los corruptos. En tercer término, promover un referéndum para que el Congreso se renueve cada dos años por tercios o mitades. Y en cuarto lugar, que el gas deberá satisfacer la demanda del mercado interno antes que la exportación. Estaremos vigilantes para que esto se cumpla.

EXPRESO

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