Por: Francisco Miró Quesada C
Durante Semana Santa se proyectan películas épicas, como “Quo Va-dis”, “La vida de nuestro Señor Jesucristo”, “Ben Hur y los diez mandamientos”. Como soy un gran cinemero, vi todas las que pude. El problema era que, a veces, daban dos películas diferentes a la misma hora y no sabía cuál escoger.
Motivado por mi afición, pude ver dos que me parecieron extraordinarias: “Alejandro Magno” y “La Odisea”. Ambas son antiguas, y no puedo precisar la fecha en que aparecieron en los cines de Lima, pero fue más o menos hacia los años 1960.
En esa época no existían las nuevas técnicas digitales que permiten representar todo lo que se quiera, desde grandes catástrofes hasta escenas en las que interviene una cantidad inmensa de personas, ejércitos de cualquier época, constituidos por miles de guerreros. Eso era imposible; de allí el mérito de quienes produjeron estas dos películas extraordinarias. No recuerdo quiénes las dirigieron ni los protagonistas, pero se fijaron nítidamente en mi memoria los argumentos y el desarrollo de las aventuras.
Comencemos por “Alejandro el Grande”. La película está basada en la vida de Alejandro Magno, empieza desde que era un niño, en su país natal, Macedonia, sigue con el asesinato de su padre Filippo y, luego, la carrera triunfal del gran conquistador.
Las batallas están filmadas de manera espectacular, especialmente el combate contra el Rey Poro, de la India, que utiliza elefantes que nunca habían visto los macedonios. Pero estos no tiemblan, se enfrentan valientemente a los monstruos y ganan la batalla del Hydaspes. Destacan muchas aventuras por conquistar nuevos territorios y termina con la muerte de Alejandro.
“La Odisea” es más increíble aun. Odiseo es uno de los personajes centrales de la guerra de los griegos contra los troyanos. Su ingenio no tiene límites. Es quien tiene la idea de fabricar el famoso caballo de Troya, que permite tomar la ciudad que había resistido alrededor de diez años los embates de los griegos. Pero su triunfo y la conciencia de su genio lo llenan de soberbia y grita que no le teme a Poseidón. Este, irritado porque un mortal se ha atrevido a decir que no le teme, lo condena a vagar por el mar durante muchos años, antes de regresar a su tierra la pequeña isla de Ítaca. Después de sufrir mil aventuras, algunas terroríficas, como el paso de su barco entre los monstruos Scila y Caribdis, en que mueren todos sus acompañantes. Protegido por Atenea, llega por fin a su tierra. Y la aventura termina felizmente, pues Odiseo abraza a su adorada esposa Penélope, que lo ha esperado durante veinte años.
La Odisea fue la primera gran novela de la historia, en la que todos volvemos atrás en el tiempo.
Soy aficionado al cine en especial el de género épico, en que observamos un reflejo de la versión popular de la historia y de la sociedad, ayudándonos a entender aspectos de la vida cotidiana, las relaciones de poder, formas de pensar, etc. Aunque algunos especialistas como Pierre Sorlin afirman que las películas nos hablan más de cómo es la sociedad que las ha realizado que del contexto y del hecho histórico o anécdota que pretenden contar.
FILÓSOFO
EL COMERCIO
Durante Semana Santa se proyectan películas épicas, como “Quo Va-dis”, “La vida de nuestro Señor Jesucristo”, “Ben Hur y los diez mandamientos”. Como soy un gran cinemero, vi todas las que pude. El problema era que, a veces, daban dos películas diferentes a la misma hora y no sabía cuál escoger.
Motivado por mi afición, pude ver dos que me parecieron extraordinarias: “Alejandro Magno” y “La Odisea”. Ambas son antiguas, y no puedo precisar la fecha en que aparecieron en los cines de Lima, pero fue más o menos hacia los años 1960.
En esa época no existían las nuevas técnicas digitales que permiten representar todo lo que se quiera, desde grandes catástrofes hasta escenas en las que interviene una cantidad inmensa de personas, ejércitos de cualquier época, constituidos por miles de guerreros. Eso era imposible; de allí el mérito de quienes produjeron estas dos películas extraordinarias. No recuerdo quiénes las dirigieron ni los protagonistas, pero se fijaron nítidamente en mi memoria los argumentos y el desarrollo de las aventuras.
Comencemos por “Alejandro el Grande”. La película está basada en la vida de Alejandro Magno, empieza desde que era un niño, en su país natal, Macedonia, sigue con el asesinato de su padre Filippo y, luego, la carrera triunfal del gran conquistador.
Las batallas están filmadas de manera espectacular, especialmente el combate contra el Rey Poro, de la India, que utiliza elefantes que nunca habían visto los macedonios. Pero estos no tiemblan, se enfrentan valientemente a los monstruos y ganan la batalla del Hydaspes. Destacan muchas aventuras por conquistar nuevos territorios y termina con la muerte de Alejandro.
“La Odisea” es más increíble aun. Odiseo es uno de los personajes centrales de la guerra de los griegos contra los troyanos. Su ingenio no tiene límites. Es quien tiene la idea de fabricar el famoso caballo de Troya, que permite tomar la ciudad que había resistido alrededor de diez años los embates de los griegos. Pero su triunfo y la conciencia de su genio lo llenan de soberbia y grita que no le teme a Poseidón. Este, irritado porque un mortal se ha atrevido a decir que no le teme, lo condena a vagar por el mar durante muchos años, antes de regresar a su tierra la pequeña isla de Ítaca. Después de sufrir mil aventuras, algunas terroríficas, como el paso de su barco entre los monstruos Scila y Caribdis, en que mueren todos sus acompañantes. Protegido por Atenea, llega por fin a su tierra. Y la aventura termina felizmente, pues Odiseo abraza a su adorada esposa Penélope, que lo ha esperado durante veinte años.
La Odisea fue la primera gran novela de la historia, en la que todos volvemos atrás en el tiempo.
Soy aficionado al cine en especial el de género épico, en que observamos un reflejo de la versión popular de la historia y de la sociedad, ayudándonos a entender aspectos de la vida cotidiana, las relaciones de poder, formas de pensar, etc. Aunque algunos especialistas como Pierre Sorlin afirman que las películas nos hablan más de cómo es la sociedad que las ha realizado que del contexto y del hecho histórico o anécdota que pretenden contar.
FILÓSOFO
EL COMERCIO




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