19.4.09

Los mil días de Alan García

Por Augusto Álvarez Rodrich
alvarezrodrich@larepublica.com.pe

Algunas cosas buenas, malas y feas de ese lapso

El gobierno del presidente Alan García cumple mil días esta semana –el miércoles 22–, una de esas fechas clásicas en toda administración gubernamental que sirven como oportunidad y pretexto para analizar el trayecto recorrido y para especular sobre lo que se puede esperar del tiempo que le queda.

A diferencia del breve lapso de los primeros cien días, en el que se busca identificar el carácter y personalidad que tendrá todo el lustro político, y en el que deben aplicarse las medidas más duras y que requieren de mayor respaldo político, el examen de los mil días se hace sobre la base de un gobierno que probablemente ya mostró lo mejor de sí –y también lo peor– y que ya empieza a hacer balances y a preparar su retirada.

En este sentido, cuando este gobierno ya cumplió mil días y le quedan, por tanto, poco más de dos años, quizá ya no esté pensando en nuevas iniciativas sino en consolidar lo hecho con miras a tener un final razonablemente positivo.

El gobierno aprista tiene en el haber varias cosas positivas. Lo más significativo es una economía en general bien manejada, con responsabilidad, que está permitiendo –hasta ahora– pasar estar crisis internacional tan profunda en mejor situación que la mayoría de países de la región. No ha avanzado, sin embargo, en mejorar la productividad de la economía.

Lo mismo se puede afirmar de la política exterior que, en medio de una geopolítica regional movida, se ha manejado con sagacidad, logrando, además, poner el límite marítimo con Chile en la Corte de La Haya con un efecto, dentro de las circunstancias, no tan perjudicial en la relación bilateral.

Otro hecho positivo que se recordará de este periodo es el juicio a Alberto Fujimori. Es cierto que esto depende de un sistema judicial que, en este caso, actuó de un modo impecable, pero, al final, el Poder Ejecutivo no interfirió en el resultado, lo que en el Perú es todo un mérito. A diferencia, en donde hasta ahora hay un déficit importante en el gobierno, y donde todavía no da pie con bola, es en la lucha anticorrupción.

Con una mirada de largo plazo, un rasgo general del gobierno actual es que ha sido muy poco audaz en el planteamiento de reformas de fondo. Su actuación ha sido correcta en la continuación de lo hecho en las casi últimas dos décadas, pero no ha mostrado intención de avanzar, con decisión, en áreas fundamentales para mejorar la calidad de vida de la población y combatir a la pobreza, como educación, salud, seguridad, justicia y la propia organización del sector público, para cumplir su misión ineludible con eficiencia.

Y pensando en los dos años que quedan, lo más probable es que veamos, más o menos, lo mismo que hasta ahora.

LA REPUBLICA

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