El premier Simon y tres ministros –Defensa, Interior y Economía– se presentan hoy ante el pleno del Congreso debido a la emboscada senderista que culminó con la muerte de 14 militares. Del cuarteto, quien más explicaciones tiene que dar es Carranza, principal responsable de que las operaciones en el VRAE se hayan empantanado.
Napoleón, que sabía de estas cosas, dijo una vez que un ejército marcha sobre su estómago. Por supuesto, no se refería solo a la vitualla sino, metafóricamente, a la logística. Sin presupuesto es imposible llevar a cabo con eficacia la complicada tarea de desplegar fuerzas en el terreno. Si no hay dinero suficiente para comida, vehículos, municiones y combustible, cómo diantres se puede combatir.
El vicepresidente de la República, almirante Luis Giampietri, ha calificado al titular del MEF de “mezquino” por no destinar los fondos suficientes a las FF AA para la lucha contra el narcoterrorismo. Y está en lo cierto. De tanto enfocar lo “macro”, Carranza, como todo tecnócrata encerrado en su burbuja, ha perdido por completo la perspectiva. Si de veras le interesan las inversiones, los grados de calificación y todas esas cosas que desvelan a los ministros de Economía, debería detenerse a pensar que el avance del narcosenderismo espanta hasta al empresario más pintado.
Ahora, si de pedir explicaciones y buscar culpables se trata, los congresistas bien podrían mirar hacia otros lados y no caer en el fácil expediente del cargamontón a los ministros de Defensa e Interior. Por ejemplo, exigir al Ministerio Público y al Poder Judicial que cesen de sabotear las operaciones en el VRAE. Porque, ¿qué otra cosa sino sabotaje es que varias veces por semana los oficiales y tropa que combaten deban dejar el terreno de operaciones y trasladarse en helicóptero a cientos de kilómetros para ser interrogados, por fiscales y jueces adoctrinados en las ONG, sobre supuestas “violaciones a los derechos humanos”? ¿Tienen la menor idea del retraso que eso provoca en las operaciones, para no hablar del efecto desmoralizador en las FF AA y en la tremenda ventaja que así se le brinda a los terroristas?
Y si el asunto es escarbar en el pasado (algo que tanto gusta a la progresía que cacarea sobre “ni olvido ni perdón”) pues habría que identificar y juzgar a los responsables de que entre fines del 2000 y julio del 2008 haya dejado de funcionar el arma de Inteligencia del Ejército. ¡Ocho años a ciegas por la labor de zapa de los caviares infiltrados en los gobiernos de Paniagua y Toledo! ¿Algún día se castigará con todo el peso de la ley a esta quinta columna?
LA RAZON
Napoleón, que sabía de estas cosas, dijo una vez que un ejército marcha sobre su estómago. Por supuesto, no se refería solo a la vitualla sino, metafóricamente, a la logística. Sin presupuesto es imposible llevar a cabo con eficacia la complicada tarea de desplegar fuerzas en el terreno. Si no hay dinero suficiente para comida, vehículos, municiones y combustible, cómo diantres se puede combatir.
El vicepresidente de la República, almirante Luis Giampietri, ha calificado al titular del MEF de “mezquino” por no destinar los fondos suficientes a las FF AA para la lucha contra el narcoterrorismo. Y está en lo cierto. De tanto enfocar lo “macro”, Carranza, como todo tecnócrata encerrado en su burbuja, ha perdido por completo la perspectiva. Si de veras le interesan las inversiones, los grados de calificación y todas esas cosas que desvelan a los ministros de Economía, debería detenerse a pensar que el avance del narcosenderismo espanta hasta al empresario más pintado.
Ahora, si de pedir explicaciones y buscar culpables se trata, los congresistas bien podrían mirar hacia otros lados y no caer en el fácil expediente del cargamontón a los ministros de Defensa e Interior. Por ejemplo, exigir al Ministerio Público y al Poder Judicial que cesen de sabotear las operaciones en el VRAE. Porque, ¿qué otra cosa sino sabotaje es que varias veces por semana los oficiales y tropa que combaten deban dejar el terreno de operaciones y trasladarse en helicóptero a cientos de kilómetros para ser interrogados, por fiscales y jueces adoctrinados en las ONG, sobre supuestas “violaciones a los derechos humanos”? ¿Tienen la menor idea del retraso que eso provoca en las operaciones, para no hablar del efecto desmoralizador en las FF AA y en la tremenda ventaja que así se le brinda a los terroristas?
Y si el asunto es escarbar en el pasado (algo que tanto gusta a la progresía que cacarea sobre “ni olvido ni perdón”) pues habría que identificar y juzgar a los responsables de que entre fines del 2000 y julio del 2008 haya dejado de funcionar el arma de Inteligencia del Ejército. ¡Ocho años a ciegas por la labor de zapa de los caviares infiltrados en los gobiernos de Paniagua y Toledo! ¿Algún día se castigará con todo el peso de la ley a esta quinta columna?
LA RAZON




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