MÁS ALLÁ DE LAS INSPECCIONES DE TRABAJO
Por: Augusto Eguiguren
En los últimos años, el Estado Peruano ha fortalecido su sistema de inspección laboral, tanto en el ámbito institucional como en su capacidad de acción. La importancia del buen funcionamiento del sistema es notoria: su actuación comprende a más de un millón de empresas e involucra a cerca de 10 millones de trabajadores. Actualmente, el sistema de inspección cuenta ya con 425 funcionarios debidamente capacitados en el ámbito nacional; sin embargo, la cobertura anual apenas supera al 4% de las unidades productivas y trabajadores comprendidos, debido a la alta tasa de densidad empresarial que los inspectores afrontan: más de 2.500 empresas y casi 23.000 empleados por cada inspector, el doble de lo que ocurre en los países desarrollados como España, por ejemplo, donde la densidad empresarial no llega a las 1.200 compañías por inspector.
Por ello, es trascendental trabajar simultáneamente en dos frentes: la optimización de la eficiencia fiscalizadora y la creación de una cultura laboral responsable. Sobre lo primero, el Ministerio de Trabajo ha venido trabajando en contar con un personal motivado, capacitado permanentemente y dotado de tecnología informática y de telecomunicaciones de punta. Asimismo, en integrar criterios técnicos y normativos y dar predictibilidad al sistema. Todo esto ha permitido realizar operaciones eficaces a escala nacional.
Sin embargo, lo fundamental será dar el siguiente paso: crear y difundir una cultura laboral responsable, en el marco de la responsabilidad social empresarial. Como país debemos tomar conciencia de que un trabajador fuera de planilla, además de no tener beneficios, no tiene posibilidades de atención para él y sus derechohabientes en Essalud, ni con previsión social, pensión en caso de jubilación, invalidez o fallecimiento. Incluir a los trabajadores en planillas, además de cumplir con la ley, representa un reconocimiento a quienes a diario brindan su esfuerzo y dedicación a la empresa. Es importante difundir dicha cultura: si el empleador eleva los beneficios por encima de la ley, es seguro que la productividad y creatividad de sus trabajadores se verán potenciadas exponencialmente.
En esa línea, las medidas más comunes de los actuales inspectores laborales no son la multa ni la orden de paralizar labores (estas representan algo más de 10%), sino la orientación y la asesoría sobre el cumplimiento de la normativa. Sin dejar de lado la fiscalización, es fundamental institucionalizar la cultura del cumplimiento laboral.
Tal vez sea ese el beneficio más importante en el nuevo reto asumido por el sistema de inspecciones: a su tradicional labor de vigilar el cumplimiento de las normas laborales, sumar ahora la tarea de crear una cultura de respeto a los derechos fundamentales del trabajo. Ello permitirá al país tener la competitividad necesaria para afrontar los retos de crecimiento y, a su vez, asegurar una paz laboral sostenible.
Por: Augusto Eguiguren
En los últimos años, el Estado Peruano ha fortalecido su sistema de inspección laboral, tanto en el ámbito institucional como en su capacidad de acción. La importancia del buen funcionamiento del sistema es notoria: su actuación comprende a más de un millón de empresas e involucra a cerca de 10 millones de trabajadores. Actualmente, el sistema de inspección cuenta ya con 425 funcionarios debidamente capacitados en el ámbito nacional; sin embargo, la cobertura anual apenas supera al 4% de las unidades productivas y trabajadores comprendidos, debido a la alta tasa de densidad empresarial que los inspectores afrontan: más de 2.500 empresas y casi 23.000 empleados por cada inspector, el doble de lo que ocurre en los países desarrollados como España, por ejemplo, donde la densidad empresarial no llega a las 1.200 compañías por inspector.
Por ello, es trascendental trabajar simultáneamente en dos frentes: la optimización de la eficiencia fiscalizadora y la creación de una cultura laboral responsable. Sobre lo primero, el Ministerio de Trabajo ha venido trabajando en contar con un personal motivado, capacitado permanentemente y dotado de tecnología informática y de telecomunicaciones de punta. Asimismo, en integrar criterios técnicos y normativos y dar predictibilidad al sistema. Todo esto ha permitido realizar operaciones eficaces a escala nacional.
Sin embargo, lo fundamental será dar el siguiente paso: crear y difundir una cultura laboral responsable, en el marco de la responsabilidad social empresarial. Como país debemos tomar conciencia de que un trabajador fuera de planilla, además de no tener beneficios, no tiene posibilidades de atención para él y sus derechohabientes en Essalud, ni con previsión social, pensión en caso de jubilación, invalidez o fallecimiento. Incluir a los trabajadores en planillas, además de cumplir con la ley, representa un reconocimiento a quienes a diario brindan su esfuerzo y dedicación a la empresa. Es importante difundir dicha cultura: si el empleador eleva los beneficios por encima de la ley, es seguro que la productividad y creatividad de sus trabajadores se verán potenciadas exponencialmente.
En esa línea, las medidas más comunes de los actuales inspectores laborales no son la multa ni la orden de paralizar labores (estas representan algo más de 10%), sino la orientación y la asesoría sobre el cumplimiento de la normativa. Sin dejar de lado la fiscalización, es fundamental institucionalizar la cultura del cumplimiento laboral.
Tal vez sea ese el beneficio más importante en el nuevo reto asumido por el sistema de inspecciones: a su tradicional labor de vigilar el cumplimiento de las normas laborales, sumar ahora la tarea de crear una cultura de respeto a los derechos fundamentales del trabajo. Ello permitirá al país tener la competitividad necesaria para afrontar los retos de crecimiento y, a su vez, asegurar una paz laboral sostenible.
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