30.6.09

Nuevo mapa político en la Amazonía

Roger Rumrrill


El miércoles 23 de este mes centenares de niños de colegios de primaria y secundaria desfilaron en las calles de Iquitos, disfrazados de indígenas, bailando algunos de ellos torpemente las danzas indígenas. Ese desfile es apenas una señal de que las ciudades amazónicas se han “indigenizado”.

Moda pasajera, mea culpa del racismo urbano, súbita toma de conciencia sobre la terrible fractura entre la sociedad indígena y no indígena, lo cierto es que la batalla indígena amazónica de los meses de mayo y junio es un parteaguas, una profunda inflexión política. Creo que nunca más la Amazonía será la misma después de la tragedia de Bagua.

Si ya desde agosto del 2008 cuando se inicia la resistencia indígena contra los decretos legislativos y la política “del perro del hortelano” del presidente García, los partidos políticos sucumbían a una crisis terminal, con la lucha de mayo y junio la metástasis los ha puesto al borde del colapso. Esto incluye la desaprobación presidencial. Ahora que el presidente García tiene una aprobación de sólo 21 por ciento, seguramente en la Amazonía debe estar en el 5 por ciento. Sin duda, es el presidente más desaprobado en la historia amazónica. Incluso por debajo del dictador Leguía, con quién tiene semejanzas y afinidades con relación a su increíble modo de ver y pensar la Amazonía.

Pero no sólo los partidos políticos tradicionales han perdido credibilidad en la Amazonía. También los movimientos regionales que en el año 2006 eligieron a todos los presidentes regionales y alcaldes provinciales y distritales. La huelga amazónica del 11 de este mes en favor de la causa indígena ha provocado una ruptura política sin precedentes en la reciente historia amazónica. En la práctica ha deslegitimado a todos los líderes regionales que se opusieron al exitoso paro.

Las causas de esta debacle política son la crisis mundial que impacta ahora la economía amazónica, el desencuentro entre los intereses de los políticos y de la mayoría de la población, una suerte de anomia social que recorre la Amazonía como una endemia y sobre todo el cáncer de la corrupción. Entre el 2007 y el 2008, 17 alcaldes provinciales y distritales de Loreto fueron encarcelados. El cien por ciento de los presidentes regionales de Loreto están procesados por peculado, malversación de fondos y apropiación ilícita.

La lucha indígena no sólo está definiendo un nuevo mapa político en la Amazonía. Ha descalabrado al Estado centralista y está negociando una agenda amazónica con un gobierno feudalizado por el gran capital.

LA PRIMERA

Las resoluciones irrevisables del JNE

El Título II de la Ley Orgánica de Municipalidades (LOM) referido a la organización de los gobiernos locales, determina los diez casos en que procede el pedido de vacancia de algún alcalde o regidor, provincial o distrital. La norma legal establece que la solicitud, debidamente fundamentada, puede ser formulada por cualquier vecino directamente ante la propia Municipalidad o ante el Jurado Nacional de Elecciones (JNE), el procedimiento debe realizarse en una sesión extraordinaria y el acuerdo se adoptará con el voto aprobatorio de los dos tercios del número legal de miembros, previa notificación al afectado para que ejerza su derecho de defensa, lo cual forma parte del debido proceso legal, garantizado en nuestro ordenamiento jurídico vigente; la decisión del ayuntamiento es susceptible de reconsideración y de apelación, en cuyo caso el expediente debe enviarse al Jurado Nacional de Elecciones (JNE) para que en un plazo no mayor de 30 días hábiles dicte la resolución final, la cual, por cierto, es definitiva y no revisable en otra vía. Ítem más, para la suspensión de autoridades municipales, existen cinco causales definidas y una pequeña variación en el tiempo para interponer los recursos de reconsideración y/o apelación, precisándose, también, que el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) resuelve en instancia definitiva y su fallo es inapelable e irrevisable.

Ahora bien, existe una situación legal muy delicada, desde la óptica jurídica del respeto a los derechos humanos, relacionada a las decisiones finales que adopta el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) las cuales, por cierto, todos sabemos, son inapelables, invariables e inmodificables. Hay casos en que, en primera instancia, el concejo municipal aprueba la vacancia de algún alcalde o regidor, el afectado impugna la decisión y, en segunda instancia, el máximo organismo electoral la confirma o revoca; sin embargo, existe la probabilidad que el ayuntamiento, en primera instancia, rechace un pedido de vacancia por unanimidad o mayoría, el denunciante apele y, en segunda instancia, el Jurado Nacional de Elecciones (JNE), con un criterio distinto, administrando justicia en materia electoral, decide revocar el acuerdo municipal y declara la vacancia de la autoridad local. Esta sería una sanción administrativa, impuesta en instancia única. El funcionario castigado tiene el derecho a la pluralidad de la instancia, la cual, no se encuentra legalmente regulada, ni reglamentada, ni desarrollada. La interpretación limitada de las facultades del Jurado Nacional de Elecciones (JNE) nos diría que nada se puede hacer, pero una democrática y amplia diría lo contrario; si se aplica la primera, el afectado tendría que interponer un proceso constitucional, someterse al calvario del Poder Judicial (PJ) y, tal vez, esperar que la causa llegue al Tribunal Constitucional (TC) ya que, el Recurso Extraordinario por afectación a las garantías del debido proceso y a la tutela procesal efectiva no forma parte de la doble instancia a la que tiene derecho toda persona y está supeditado al pago equivalente al 75% de la Unidad Impositiva Tributaria (UIT).

LA PRIMERA

Nosotros

Manuel Rodríguez Cuadros

Nosotros somos el Perú. Todos. Los que nos antecedieron en la formación y desarrollo de la nación. Y los que nos sucederán en la construcción de un futuro de mayor bienestar. Los humildes que sobreviven con un dólar diario y los que viven con 1,000 dólares al día. Los que habitan en Aramango, Huanipaca, Urcos, Papayal, Villa El Salvador, Los Olivos o San Isidro. Los que veranean en Asia y los que no conocen el mar.

Los de ascendencia étnica originaria, diversa. Y los de ascendencia étnica europea, asiática o africana, también diversa. Los que tienen como lengua materna el español, el quechua. El aymara, el mayoruna o el yagua. Todos.

El Perú comprende a toda su diversidad y pluralidad. También en la libre expresión de las ideas. No hay un Perú de derecha, otro de izquierda u otro de centro. El Perú es uno. Pero es también un espacio social plagado de desigualdades e injusticias. Una patria, como decía Basadre, que se hace en su propia historia

A este Perú integral y diverso tiene que representar el Estado, porque todos los peruanos y peruanas tienen la misma dignidad y los mismos derechos. Y los gobiernos que en la democracia son el poder político que administra temporalmente el Estado, por una cuestión de ética y responsabilidad nacional, deben representar -en el interés del nosotros- más a los pobres y a las clases medias que a los sectores acomodados de la sociedad.

Que los peruanos amazónicos defiendan sus derechos, no es un asunto sólo de ellos. Es del nosotros. Que Paulina Auscar haya muerto deshidratada porque su madre no tenía con qué comprar una bolsa hidratante, no es sólo una tragedia de la familia Auscar que vive en Quispicanchis, es un problema del Perú. Del nosotros. El territorio, el mar, los recursos naturales, la diversidad biológica son del nosotros. Lo es, también, el éxito de los empresarios exportadores, el control de la inflación o la necesidad de subir el salario mínimo. Como lo es nuestro pasado, con sus grandezas e infortunios. Y el futuro, lleno de esperanzas.

En los últimos años se ha difundido una cierta idea del Perú que lo reduce a un mercado y a los intereses de quienes se benefician más de ese mercado. Se ha querido diluir la idea central del bien común, de la solidaridad a la que estamos obligados por ser hijos e hijas de una sola patria. Hay que reivindicar la idea del Perú como sociedad nacional, como el hogar histórico de todas nuestras familias.

Debemos recuperar el nosotros, afirmando las libertades, los derechos humanos y la democracia. Debemos hacer cambios en el Estado y la sociedad para que la pobreza no se herede y para que nadie muera por falta de una atención médica elemental. Y lo debemos hacer de abajo hacia arriba, desde la familia, la localidad, el distrito, la comunidad, el municipio, la provincia, la región, hacia el Estado y la sociedad en su conjunto. Y viceversa. Hay que crear una fuerza vital y social entre la sociedad y el Estado. Una sinergia de desarrollo a partir del ejercicio de derechos.

La reacción positiva e identificación de la inmensa mayoría de la población –independiente de niveles socio-económicos o de regiones- con los derechos de los pueblos amazónicos, nos dice, felizmente, que los sentimientos nacionales del bien común y el nosotros sólo estaban dormidos. Y que están despertando

LA PRIMERA

Reseñando a García

César Hildebrandt

En su delirante discurso-ensayo-artículo del último domingo (“A la fe de la inmensa mayoría”, publicado esta vez en “Expreso”), el doctor Alan García dice algunas cosas que no deberían pasarse por alto:

1) “Los adversarios son los de siempre: amenazan y bloquean carreteras porque saben que son muy pocos...”

¿O sea que Yehude Simon simula negociar con esos “pocos”? ¿Y no era que los adversarios del Apra fueron SIEMPRE los oligarcas? ¿Y si son tan pocos por qué García ha derogado los decretos de urgencia que concernían a esas flagrantes minorías? García no entiende que con sus palabras desactiva a Yehude Simon, invalida las mesas de diálogo y propone, en el fondo, soluciones dictadas por la fuerza. ¿No entiende o sí lo entiende y se trata de un acto premeditado y de otra profecía sanguinaria?

2) “Esto es parte de un conflicto continental...Ahora vivimos una guerra fría en la que participan gobernantes extranjeros...Recordemos que el Perú es un centro vital para los hechos continentales. Fue necesaria la conquista del Perú para dominar Sudamérica, lo fue Ayacucho y ahora es necesario para el modelo regresivo y dictatorial que quiere dominar al Perú...”

Dejemos de lado la sencillez fronteriza, la sintaxis agujereada y el aguadito ideológico que expresan estas líneas. Vayamos al fondo del asunto. Y el fondo parece ser que García...

a) no puede admitir que ha sido la firmeza de unos grupos nativos la que lo ha derrotado; de allí su irresponsable apelación a la idea de unos gobiernos foráneos metiéndose en Bagua o en Sicuani;

b) al echar mano al recurso del “factor internacional”, García olvida que ese fue el método “nacional-fascista” de las dictaduras de derecha a las que el Apra, hoy architraicionada, se enfrentó en el pasado; olvida también que Haya de la Torre fue acusado de dirigir un “partido internacional”;

c) al señalar la batalla de Ayacucho como un episodio de “la conquista del Perú para dominar Sudamérica”, García intenta ensuciar la figura de Simón Bolívar, negar la historia y rehacer chauvinistamente la memoria colectiva de los peruanos; ¿tendremos que recordar que en Junín y Ayacucho el Perú fue “conquistado” para la libertad y que la independencia se la debemos a esa alianza de venezolanos, colombianos, chilenos y peruanos no monárquicos? Un García particularmente iletrado es el que asoma en ese párrafo. Pero, también, un García de psiquiátricas connotaciones. Porque si hay un complot de “gobernantes extranjeros”, ¿qué hace Torre Tagle que no convoca a una reunión de emergencia de la OEA? ¿Tan pobres diablos somos que asistimos a la conspiración que amenaza destruirnos y lo único que hacemos es publicar un artículo en “Expreso”?

3) “Son una minoría. ¿Cuántos movilizan en todo el país y en todas sus marchas? Un máximo de 50,000 personas...”

García cuantifica desde la arbitrariedad y el mero gusto. ¿Qué clase de mediciones utiliza para hablar de “un máximo de 50,000 personas”? Ninguna encuesta lo respalda. Y si creyéramos en las encuestas y situáramos su popularidad en el 21 por ciento doloroso y actual, podríamos decir, con la misma soberana gana presidencial, que “ocho millones de peruanos repudian al jefe de Estado”. Además, García olvida que fueron 61,000 votos –esos sí contados uno por uno- los que le permitieron llegar a la segunda vuelta tras desplazar a Lourdes Flores. De modo que, así fueran 50,000 los que resisten la embestida conservadora de García no podríamos decir que esa cifra es desdeñable.

4) “¿Cuál es su meta? Crear un “levantamiento general de los pueblos” aprovechando la crisis mundial...¿Cuál es su estrategia? Acumular fuerzas en la primera mitad del gobierno y en la segunda precipitar la caída del sistema, elegir una Constituyente. Establecer la reelección, proceder a la estatización...”

García está viendo diablos azules psicodélicos. Con su paranoico “diagnóstico” social, unifica en un solo campo a los huambisas de Condorcanqui, a los regantes de algunas zonas de Puno, a los comuneros del Cuzco, a los pequeños ganaderos de camélidos de Huancavelica, a los dirigentes sindicales de la CGTP o del Sutep, a los ambientalistas de todos los colores y hasta a las autoridades regionales hartas del engaño centralista. La mente de García funciona en base a este delirio secuencial: llamo a todos los que se me opongan “adversarios del progreso” (que yo encarno); pongo a todos ellos en un mismo saco; digo que, precisamente, el hecho de que estén juntos demuestra que todos ellos obedecen a una conspiración internacional en marcha; no soy, entonces, responsable: soy una víctima.

5) “Su táctica es la captura de los instrumentos de decisión y comunicación...por eso (...) se multiplican en los blogs, azuzan a los comunicadores, se adueñan con violencia de la noticia, etc...”

Esto, que por sus harapos formales y de contenido podría haber suscrito cualquier Chichi, lo escribe un presidente de la República que goza de tanta luna de miel con los medios. ¿O cree que América Televisión debería ser más dócil? ¿O que Canal 5 más entregado? ¿O el 7 más sobón? ¿O el 2 más conveniente? ¿O el 9 más elusivo? ¿O el 13 más inexistente? ¿O que RPP debería expulsar a Augusto Álvarez Rodrich y a Patricia del Río, a los que se les concede algunos minutos diarios de eventual disidencia? ¿O es que García pretende decirnos que una tan despiadada como imaginaria oposición de los medios lo explica todo, incluyendo los cadáveres de 24 policías y de los diez lugareños de Bagua? ¿No era oposición despiadada la que García reclamaba en contra de Toledo? Y en cuanto a esa surrealista alusión a los blogs, ¿es que quiere decirnos que El Útero de Marita, o Reportaje al Perú, se hacen siguiendo consignas extranjeras que llegan por e-mail lacrado? ¿No sabe García que el argumento de una Internet contaminada por la rebeldía y el descontento es el mismo que emplean los dirigentes chinos o iraníes? ¿¡Dónde diablos está Saúl Peña!?

6) “¿Qué falta a esta inmensa mayoría? –se pregunta García, quien, sin lugar a dudas, se siente su representante-. Actuar, evitar que el monopolio de la movilización y el grito esté en manos de los “antisistema”...enviar cartas a los medios de comunicación, CREAR GRUPOS DE ACCIÓN...” (Las mayúsculas son nuestras, nota de C.H.)

¿Grupos de acción como los que han barrido con la oposición interna en los comicios apristas? ¿Como los que instrumenta el Apra cuando de golpear, amenazar o escarmentar se trata? ¿Ya que no se puede regresar a Haya, regresemos al búfalo Pacheco: esa es la propuesta? ¿Faltaron esos “grupos de acción” en los hechos de Bagua? ¿Ellos podrían haber evitado la tragedia? ¿O es que García, enterrador de Haya en muchos aspectos, cita ahora, de modo implícito, al ideólogo moderno de la derecha peruana, don Víctor Andrés Belaunde y su famosa frase “las masas se combaten con las masas”?

García está mal. Su narcisismo le impide reconocer algún error. Un voluntarismo sonámbulo lo lleva, otra vez, al despeñadero. La corte de adulones que lo sigue como traza y cauda no le hace ningún favor. Este sería el momento en el que el Apra debiera sentarse con su presidente y hacerlo entrar en razones. Pero no hay un solo aprista capaz de esa tarea. La tragedia del Apra es que fue, sucesivamente, un partido perseguido por la derecha, entendido por la derecha y hoy, con García, colonizado por la derecha nacional e internacional. El problema del 2011 no será “el antisistema”. Será que “el sistema” encarnado por García volverá a demostrar que no funciona.

Porque si de sistemas o de antisistemas hablamos, la infección también podría decir que los glóbulos blancos que la combaten son elementos perturbadores y –por qué no-, extraños, casi extranjeros.

Posdata: He regresado de un viaje reparador y me encuentro con dos artículos tremebundos. El primero, el de Alan García, que comento en estas líneas; y el segundo, el de Mario Vargas Llosa, que parece escrito por Eudocio Ravines, que también escribía muy bien y servía tan bien o mejor a la derecha. Después de esta contribución vargasllosiana a la causa alanista y a la satanización del movimiento selvático, ya podemos decir que el gran novelista ha logrado el propósito de todos estos años: pensar como su papá y escribir como su hijo.

LA PRIMERA

Gorilas a la jaula

Honduras es hoy, debido al golpe gorila, una prueba de fuego para la democracia en América. El “presidente” Roberto Micheletti es apenas un títere de la oligarquía hondureña, un títere ridículo cuando se le escucha decir que el cuartelazo es en defensa de la legalidad.

Los golpistas han demostrado su temple democrático al reprimir al pueblo en cólera y establecer una censura cerrada sobre prensa, radio y televisión, y aún la Internet.

Sus métodos son tan transparentes que sacaron al presidente legítimo Manuel Zelaya con amenazas de muerte.

La condena al golpe ha sido unánime. Hasta el gobierno de Estados Unidos se ha sumado, lo cual marca una novedad histórica.

Honduras lo sabe por dura experiencia. Gran parte de su pobreza y retraso económico se debe a dictaduras sanguinarias instaladas, siempre, con el apoyo de Washington, para defender los intereses de la United Fruit.

Hace 65 años, el 6 de julio de 1944, se efectuó en Tegucigalpa una manifestación que reclamaba libertad y mejoras salariales. Tiburcio Carías, el dictador impuesto por la United, ordenó disparar contra la multitud. Murieron cien manifestantes, sobre todo mujeres.

Cuando se denunció la matanza, Carías explicó: “En efecto, hubo sangre en las aceras. Las mujeres manifestantes estaban menstruando”.

Los golpistas y su pelele sostienen que su asalto se ha realizado por orden de la Corte Suprema y el Congreso.

Sobre los congresos “democráticos” sabemos mucho en América Latina. Por otra parte, la Constitución hondureña sí autoriza consultas como las que Zelaya se proponía llevar a cabo.

Es probable que la CIA haya estado detrás de la conjura. La experiencia histórica muestra sus mecanismos. En Irán, en 1953, la agencia armó un golpe para derrocar al primer ministro Mohammad Mosaddeq, que había nacionalizado el petróleo. El 30 de mayo de 1961, la CIA organizó el asesinato de Rafael Leónidas Trujillo, el dictador dominicano que 31 años antes los marines habían instalado en el poder, pero que ya no servía a los intereses del imperio.

En Chile, el golpe de Pinochet, en 1963, fue organizado por la CIA, bajo instrucciones del Secretario de Estado Henry Kissinger.

No siempre esas acciones son consultadas con el jefe de la Casa Blanca o el Congreso.

No se puede evitar la conclusión de que el golpe hondureño responde al ánimo reaccionario y proimperialista de las oligarquías continentales, cegadas por el odio a los regímenes de Cuba, Venezuela, Ecuador y Bolivia, hacia los cuales el presidente Zelaya había iniciado un acercamiento.

El pueblo hondureño, con el apoyo de los demócratas del mundo, terminará por arrojar del poder a los militares vendepatrias. Es posible que la lucha popular, en contragolpe, se trace ahora metas más radicales que la defensa del orden institucional.

LA PRIMERA

Un país combi

La cultura combi del chofer que viola todas las normas de tránsito, que para a mitad de la calle para dejar o recoger pasajeros sin que le importe el riesgo que corren de ser atropellados, que no tiene ningún seguro ni tampoco le hace mantenimiento alguno a su vehículo, que se zurra en las revisiones técnicas y se pasa la vida maltratando a sus pasajeros, esa cultura se ha ido desarrollando en la confianza de que si alguna autoridad promulga una ley para endurecer las sanciones, los choferes se van al paro con la total seguridad de que impedirán su implementación porque al gobierno de turno siempre le tiembla la mano.

Ahora tenemos la escandalosa protesta por el nuevo Reglamento de Tránsito. Aquí, taxistas informales sin taxímetro ni seguridad, que no ofrecen garantía alguna a su pasajero y que están, desde todo punto de vista, al margen de la formalidad, se niegan a acatar la ley. Aún más prepotente es la actitud de los transportistas que quieren que siga reinando la cultura combi en nuestra ciudad y, para lograrlo, están amenazando con paralizar la capital.

Esperamos que, pese al uso de matones por parte de las dirigencias para intimidar a sus asociados a seguirlas, los gremios de transporte público no logren mayor convocatoria, y aun si la lograsen, sería absolutamente absurdo que el Gobierno cediera a sus pretensiones. El desorden en el tránsito de Lima –que deteriora tremendamente nuestra calidad de vida– es causado principalmente por la falta total de respeto a las normas, por lo cual es fundamental empezar a ordenarlo.

Más aún, deberíamos reflexionar sobre cómo se ha extendido a otros sectores y regiones esta actitud de no cumplir con ninguna regla ni tener consideración alguna para con otros ciudadanos. Incluso la posición asumida en los últimos meses en diversos lugares del país, de no querer aceptar ninguna obligación, nos va indicando que la cultura combi se va convirtiendo en el común denominador entre los peruanos.

Para contrarrestar esto, las autoridades tienen que actuar con convicción para lograr que el ciudadano cumpla con su obligación. Empezando con el Reglamento de Tránsito, norma ante la cual esperamos que el Gobierno se mantenga firme y que la Policía sea seria en su declarada intención de sancionar cualquier evidencia de coima o corrupción. En realidad, ya es hora de que los peruanos tengamos un ordenamiento decente del tránsito.
PERU 21

Metidos en Honduras

Uri Ben Schmuel
uribs@larazon.com.pe


Si está confundido con lo que pasa en Honduras, pruebe el siguiente método, que si bien no es científico suele ser infalible: si Hugo Chávez lo aprueba, es malo; si lo condena, es bueno. En este caso, el gorila llanero ha puesto el grito en el cielo y hasta amenaza con intervenir militarmente. Saque usted sus conclusiones.
Bromas aparte, el asunto es complicado porque no se trata de un golpe de Estado en el sentido clásico del término. Zelaya –quien andaba de arrumacos con Chávez y Castro y se había unido a la ALBA– quería imponer una “democracia participativa” para su país, “y no solo representativa” a través de un plebiscito para reformar la Constitución. Ello pese a que en su artículo 375, relativo a la inviolabilidad, se expresa que dicha Constitución no pierde su vigencia ni deja de cumplirse por acto de fuerza o cuando fuere supuestamente derogada o modificada por cualquier otro medio o procedimiento distintos del que ella misma dispone (por ejemplo, un plebiscito).


En castellano sencillo, Zelaya buscaba ser reelecto y atornillarse en el poder, pese a que ni su propio partido lo apoyaba en ese empeño. El Congreso, la Suprema Corte, el Tribunal Electoral y el procurador de la Nación habían declarado ilegal ese plebiscito. Pero este clon de Chávez se obstinó y siguió adelante con sus planes. Había dicho, y sus defensores lo repiten ahora, que el Tribunal Supremo “solo defiende a los poderosos, los ricos y los banqueros y es un obstáculo para la democracia” y que en el Congreso se sientan “esos otros bárbaros que ya no representan a nadie”.

La gota que rebalsó el vaso fue la destitución del comandante en jefe de las FF AA porque se negó a distribuir el material electoral. De modo que ayer los militares sacaron a Zelaya del poder amparados en la autorización del Tribunal Supremo, que los invocó a defender la Constitución. Y ojo: el nuevo jefe del Estado no es un militar sino el presidente del Congreso, quien dijo que en noviembre de este año de todas maneras se efectuarán elecciones generales.

Interesante situación: ¿debe defenderse, en un afán purista, a un mandatario elegido democráticamente que usa ciertos mecanismos de la democracia para destruirla? ¿Debe condenarse, también por purismo, a militares que utilizan la fuerza para preservar el orden constitucional? Lo que pasa en Honduras, pues, no puede verse en términos de blanco y negro. Hay matices que deberían ser calibrados por aquellos que protestan automáticamente ante lo ocurrido.


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LA RAZON

El próximo gabinete

Por Mirko Lauer

El llamado de Yehude Simon a que la próxima vez Alan García forme un gabinete de concertación, dicho a 72 horas de que voten su censura en el Congreso, es muy raro. Pareciera que no sabe en manos de quién está realmente su censura. Acaso es su manera de decir que aun si no hay censura, igual García le va a agradecer por los servicios prestados, a más tardar en fiestas patrias.

Simon desea aparecer administrando su salida, asegurándose de que ella sea, como él mismo se lo ha profetizado, por la puerta grande. Una manera de lograrlo es un premierato que sucumbe bajo las dagas del Congreso. Otra es partir dándole a quien lo nombró consejos que proyectan, literalmente en este caso, una imagen de desprendimiento.

Pero hay más mensaje que un adiós en la declaración: Simon da a entender que no va a partir realmente porque haya habido problemas en Bagua o Panamericana, sino porque los grupos del Congreso quieren compartir, o compartir todavía más, el poder de García. Concertación en esta circunstancia sonaría a tirar una parte de la toalla.

Viene implícito en las palabras de Simon que él no se considera un concertador, sino más bien un defensor del modelo político y económico que viene asociado a este gobierno. Frente a eso la expresión gabinete de concertación puede tener, contra la voluntad de Simon, incluso un leve sabor a desmontaje de más leyes, y hasta de reformas. Con razón la Confiep ha empezado a autocriticarse.

Pero si Simon no es un concertador, ¿qué es? En lo esencial un potencial competidor, el hombre que mañana podría alzar con el apoyo de García a su candidatura, o seducir a una porción clave de los de abajo que creen que Ollanta Humala es de izquierda, o materializar el sueño del partido regionalista con impacto nacional. Cada posibilidad viene con un enemigo puesto. Concertación cero.

Pero examinemos la idea misma de un gabinete de concertación. La propuesta suena inviable: ¿quién concierta con un gobierno a meses de la campaña electoral? Además, con un panorama de protestas como el que venimos viendo, ¿qué político digno de ser llamado así va a concertar con el gobierno que recibe los embates de las ricas protestas?

La idea de un gabinete con poderes de sanación política en el cuarto año de gobierno es utópica, y en el quinto mucho más. Sobre todo porque esta es la hora de las fuerzas de la polarización. Un nuevo premier de centro, en la línea de Simon, pronto recibirá un parecido tratamiento, desde las calles y desde los dos lados del espectro político.

LA REPUBLICA

Por dónde va la fe de la inmensa mayoría

Por Humberto Campodónico

El artículo de Alan García publicado ayer, “A la fe de la inmensa mayoría”, vuelve a decir que “quien no está conmigo está contra el país y es un antisistema”, cambiando el discurso (relativamente) conciliatorio post conflicto de Bagua. Este artículo está dirigido a una supuesta “mayoría silenciosa” que no tiene intervención política activa, por lo cual no es escuchada, pero que es determinante para decidir los destinos de la Nación.

García no está diciendo nada nuevo, sino retomando el discurso de Nixon de 1969 pidiéndole apoyo a la “mayoría silenciosa” para seguir la guerra en Vietnam. En su afán de polarizar, de aquí al 2011, dice que “vivimos una guerra fría en la que participan gobernantes extranjeros” y que está en marcha un complot “para provocar un levantamiento general de los pueblos, precipitar la caída del sistema y elegir una Constituyente”.

Pero no es eso lo que dice la “mayoría silenciosa”. El 92% dijo en una reciente encuesta (Apoyo) que los nativos debieron ser consultados acerca de los decretos legislativos. También que el primer responsable de Bagua es el propio Presidente con el 57%, seguido de Cabanillas con 39%, Simon con 24% y Pizango y la PNP con 17%. Los “extranjeros infiltrados” a los que alude el Presidente llegan en 6to lugar con el 11%.

Alan García dice que en el 2006 el pueblo eligió entre dos modelos: de un lado la democracia económica y política y, de otro, el estatismo económico y la demagogia. No es así. En el 2006 el Perú se pronunció claramente por la exclusión del neoliberalismo a ultranza implantado en el Perú desde 1991, discurso que incluso adoptó Lourdes Flores al final de su campaña electoral.

García prometió modificar la renta básica, un impuesto a las sobreganancias mineras y petroleras, revisar el TLC “línea por línea”, etc. En su discurso del 28 de julio del 2006 dijo que estaba agotado el Consenso de Washington y que “ahora sabemos que ni la estabilidad ni las privatizaciones fueron suficientes y que, por aplicarse aisladamente dejaron un saldo de pobreza y de marginación para millones de seres humanos. Hoy requerimos de un nuevo consenso, que rescate el rol del Estado por el empleo y la justicia y que afirme la participación ciudadana sin exclusiones”.

Pero, contradiciéndose –y perdiendo una gran oportunidad de cambio– la derecha económica siguió gobernando, ampliando la reforma neoliberal con los 100 Decretos Legislativos inconsultos que causaron la tragedia de Bagua.

El fondo del asunto no es la polarización entre “dos sistemas” sino reconocer que se necesita un equilibrio entre mercado y Estado, como se dijo en la campaña electoral. Eso se pudo hacer en los primeros años de gobierno, pero no se cumplió con aplicar impuestos a las ganancias de capital, con una nueva Ley del Trabajo, con la vigencia del salario mínimo, con el potenciamiento de las empresas públicas, con restringir las comisiones de las AFP, entre otras políticas. Los años de bonanza económica han reforzado las ganancias y profundizado la desigualdad.

A las grandes mayorías no les basta con el discurso de un mayor crecimiento. Les interesa ser consultadas y participar de los frutos de ese crecimiento. Es decepcionante constatar que el Presidente no ha aprendido las lecciones de Bagua, lo que querría decir que el sucesor del premier Simon va a insistir en “más de lo mismo”. ¿Se seguirá con los “faenones”, con un DL 1090 igual que el derogado pero con otro nombre, con la no anulación de la venta de PetroTech (que, encima, no paga impuestos), con la venta a México del gas del Lote 88, con la desprotección de la industria nacional, etcétera?

En su artículo, García está proponiendo lo que Alberto Adrianzén ha denominado una “guerra civil política” de aquí al 2011 para, supuestamente, defender al modelo de los “antisistema”, tratando llevar a ese esquema a los empresarios y, también, a su propio partido. Esa ruta “polarizadora” –que se asemeja cada vez más a la política del miedo, miedo, miedo de George Bush, derrotada por Obama- debe se reemplazada por el diálogo democrático y el nuevo equilibrio entre Estado y mercado. Es por allí que anda la fe de las inmensas mayorías.

LA REPUBLICA

Sobre héroes y (35) tumbas

Por Augusto Álvarez Rodrich
alvarezrodrich@larepublica.com.pe

Lo que debiera hacer la oposición (si hubiera una)

La oposición tiene esta mañana, cuando se debata y vote la censura a los ministros Yehude Simon y Mercedes Cabanillas, la oportunidad de mostrar que es capaz de hacerse sentir para recoger el sentir ciudadano, o que solo es un jarrón decorativo.
El país y el gobierno necesitan una renovación ministerial para obtener oxígeno e iniciar el cuarto año del lustro político con mejor perspectiva. Los mismos interpelados lo han reconocido. El premier ha dicho que dejará el cargo de todas maneras, y la ministra del Interior que ya presentó la renuncia.

¿Deben salir Simon y Cabanillas? Sí. No son los únicos responsables en el gabinete, pero es obvio que la renovación debe empezar por ambos. No porque ellos hayan buscado el resultado lamentablemente trágico que se tuvo –en modo alguno se puede pensar eso–, sino porque los dos estuvieron en el centro de las decisiones políticas que constituyeron un ejemplo de mal gobierno, de incapacidad de comprender la situación generada, y de actuar a destiempo y mal.

Eso está en línea con la evaluación de la opinión pública sobre la crisis amazónica. Si todavía no se han concretado las renuncias de los ministros Simon y Cabanillas es porque el gobierno espera obtener algún beneficio político de la interpelación. Si no hay censura, para proclamar un triunfo frente a la supuesta conspiración; y si la hay, para blindar al próximo premier y endurecer las posiciones actuales.

Si hubiera una oposición inteligente y con capacidad de articular estrategias en función de principios antes que de componendas, podría plantearse objetivos como, por ejemplo, censurar a la ministra del Interior como expresión de la responsabilidad política que corresponde por una operación mal planeada y con alto costo (la mayor matanza de policías en toda su historia), pero no despedir al premier pues este caerá de todas maneras y se puede evitar el escenario de una eventual disolución del Congreso que sería muy perjudicial.

Lo más probable, sin embargo, es que hoy no veamos muchos principios sino el resultado de cuchipandas bajo la mesa. Ya se habla, por ejemplo, del ofrecimiento de vicepresidencias en el Congreso y de carteras en el nuevo gabinete. Lo que el Apra habría hecho con el gobierno actual si fuera oposición.

Los que perdieron una elección no es que hayan sido exonerados de la tarea de trabajar activamente por el progreso del país, sino que han recibido el mandato de realizar una ‘oposición leal’ en el entendido de que se puede discrepar e incluso actuar en sentido contrario al del partido que ganó el derecho de gobernar sin que ello implique que estén fuera de la Constitución o rompiendo las reglas del sistema político.

LA REPUBLICA

Telecentros rurales

La educación es la única barrera contra la injerencia de ideologías extranjeras y planteamientos antisistema sobre el rumbo político y económico trazado por nuestro país. Y dentro de ella, la masificación de nuevas tecnologías constituye una medida estratégica para integrar a los pueblos alejados e impulsar proyectos productivos.

Y si ello se aplica en las zonas rurales, sería doblemente beneficioso para el Perú. Una experiencia interesante que se enmarca en este propósito es la que se refiere a los “telecentros rurales” puesta en práctica por Inictel-UNI (Instituto Nacional de Investigación y Capacitación de Telecomunicaciones de la Universidad Nacional de Ingeniería)

Como se recuerda, hace dos años se emprendió un plan de fusión de muchos organismos públicos descentralizados. Antes, por ejemplo, Inictel estaba adscrito al Ministerio de Transportes y Comunicaciones. Pero salió de ese sector para fusionarse con la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI). En medio de los pros y contras que conlleva todo proceso de cambio, esa fusión potenció el proyecto “telecentros rurales”, el mismo que ya muestra logros que deberían multiplicarse para conectar aún más a los pueblos alejados con la modernidad y, en especial, para favorecer a la población de la sierra y selva en su desarrollo social, económico y cultural. El principal objetivo de los “telecentros” es masificar el acceso de las clases postergadas a los servicios de información y comunicación orientados a mejorar la calidad de vida de la población rural.

Se lleva a la práctica esta misión mediante convenios suscritos entre Inictel-UNI y las municipalidades del país. Lamentablemente, existiendo este acuerdo para el uso de tecnologías de la información y comunicación (TIC), muchos municipios aún no se deciden a implementarlas en sus circunscripciones. Es incomprensible que este plan exista desde el 2004, se haya potenciado en el 2007 y que hoy, por ejemplo, tan sólo ocho municipalidades de la selva peruana tengan cada una un telecentro, y en la sierra éstos apenas suman 28, cuando muchos alcaldes deberían coordinar la instalación de “telecentros rurales” en sus distritos (es decir una antena parabólica para conectarse con el satélite, que atienda servicios internet, de telefonía y un módulo de capacitación en nuevas tecnologías). De esa manera, no sólo se reduciría la brecha digital que existe entre las comunidades campesinas o nativas sino que se tendría un adelanto concreto para que las familias, las pequeñas empresas y los comuneros vendan con más facilidad sus productos a las ciudades y al mundo.

La mejor prueba de los beneficios alcanzados hasta el momento ha sido la realización de la 1ra. Feria de Emprendedores Rurales, el pasado 26 de junio en la sede de Inictel-UNI. Allí participaron productores de varios distritos que ya cuentan con “telecentros rurales”, quienes presentaron localmente sus productos (carne de cuy y de alpaca, habas, maíz mote, maíz-cancha, papa nativa, oca, mashua, capulí, maíz morado, así como la pachamanca, exponente de la cocina novoandina) para promover su demanda en el mercado capitalino. Estos emprendedores constituyen la mayoría del país. No aquellos que aparecen agrediendo a la policía, bloqueando carreteras ni quemando llantas. Esperamos pues que más alcaldes toquen las puertas del Inictel-UNI para que cuenten con su respectivo “telecentro rural”.

EXPRESO

Para Alfredo Bryce

Por: Mariella Balbi

“La esposa del Rey de las Curvas” es el último libro de cuentos de Alfredo Bryce. Lo tituló así porque, cuando niño, la chispeante fantasía del escritor hizo que le asegurara a todo su colegio que él —pese a su poco castizo apellido— era hijo del corredor de autos Arnaldo Alvarado (1911-1998), a quien sus paisanos de Puquio, Ayacucho, bautizaron con ese contundente apelativo. Ahora los jóvenes no saben quién es, pero los más vejancones lo admiraron y le profesaron cariño. Rápidamente se convirtió en un ídolo de las multitudes de aquella época, cuando el Perú no tenía aún los 29 millones de habitantes de hoy. Entonces, la “adopción” de Bryce es totalmente comprensible.

La ciudad de Cangallo (Ayacucho) es capital de la provincia del mismo nombre, que alberga entre sus distritos a Chuschi, donde Sendero Luminoso inició su lucha armada. Hacia 1950 —cuando esa violencia no existía— Cangallo había logrado asfaltar cuatro cuadras, convirtiéndose en un orgullo local. La admiración hacia “El Rey de las Curvas” estaba en su esplendor y este distrito, lleno de imaginación, quiso que Alvarado recorriera con su bólido llamado Ladrillo, las noveles pistas de la ciudad. Siendo hijo de Ayacucho no se podía negar, el único problema era que no había una carretera que llegara a Cangallo, estaba incomunicada. Pero el entusiasmo lo puede todo.

Decidieron los cangallinos que —a la usanza de un trono—transportarían a “El Rey de las Curvas” y, por supuesto, a Ladrillo en una plataforma que cargarían los ansiosos pobladores por quebradas y caminos. Tomó su tiempito, pero llegaron a Cangallo en medio de gran expectativa. La ciudad vibraba de felicidad y orgullo. La partida se ubicó en la primera cuadra. El corredor metió fierro a fondo a su bólido y en instantes llegó a la meta. El júbilo era total, las celebraciones no se hicieron esperar. Salieron carneros, cuyes, chicha, baile, una fiesta cabal. “El Rey de las Curvas” regresó de la misma manera como vino, cargado en andas que lo dejaron en la ruta convenida. Quien cuenta esta anécdota es el profesor Solier —testigo de los hechos, mas no pariente de Magaly—, propietario del hospedaje Argentina, el mejor de la ciudad. Cuando le preguntaron cómo hicieron para cargar todo ese peso, respondió: “Fue fácil, eran 100 jóvenes, pues”. La historia fue recogida por Lalo Burga, lector de Bryce, apasionado de los fierros, gran conocedor del Perú y fascinado por su realismo mágico.

EL COMERCIO

Frazadas sí, pero con estrategia

QUE EL FRÍO NO NOS SORPRENDA

Por: Alfredo Guzmán*

La sociedad civil se ha movilizado para recolectar frazadas y ropa de abrigo con el fin de ser enviada a las zonas altoandinas de nuestro país donde las bajas temperaturas están causando la muerte de niños por afecciones respiratorias.

Lamentablemente este es un problema recurrente y que necesita un manejo integral con políticas y estrategias claras y no solo el paliativo del abrigo temporal. La población más afectada se encuentra en comunidades aisladas en territorios por encima de los 4.000 metros y, por supuesto, sin acceso a luz, agua limpia y en condiciones mínimas de saneamiento. La temperatura al interior de la casa tiene variaciones de hasta 12 grados entre el día y la noche. La mayoría de los niños son anémicos y desnutridos y muchos sufren de parasitosis. Generalmente los padres carecen de educación.

Con esas condiciones es muy poco lo que pueden hacer las ayudas caritativas, por ello lo que se necesita es cambiar en lo posible esa realidad. Lo que se debe hacer es poner en práctica muchas de las iniciativas que recomienda la Organización Mundial de la Salud y que algunas ONG del país, entre ellas Sembrando, están realizando en algunas zonas del país. Se deberá empadronar a la población, determinar su nivel de anemia, desnutrición y parasitosis, en lo que se llama una línea de base. Iniciar el manejo terapéutico necesario. Aplicar el esquema de vacunación completo a todos los niños, incluyendo la vacuna contra el neumococo

Que se le enseñe a la comunidad a construir una cocina mejorada, es decir aquella que le permita cocinar sin contaminar. Mejorar el piso de la vivienda. Colocar un “muro trombe” en la parte externa de la casa, donde cae el sol, que es una técnica muy simple que permite proveer de aire caliente al hogar e impedir las variaciones de temperatura. Explicarles cómo hacer una bolsa de dormir con hilado de vicuña como lo promueve la FAO. Construir una letrina para la familia. Buscar una fuente de agua limpia y canalizarla. Enseñarles a cultivar con semillas resistentes a bajas temperaturas. Brindar educación en salud y alimentación, con énfasis en lactancia materna, cuidado durante el embarazo, parto y posparto, así como de los cuidados del niño, signos y síntomas de alarma. Todo ello luego acompañado por monitoreo semestral por parte de una brigada del personal de salud. No podremos cambiar su entorno, pero al menos les daremos los instrumentos que les permitan ser menos vulnerables al frío.

(*) Consultor en salud pública

EL COMERCIO

Medio millón de cocinas mejoradas

POR UN HOGAR POBRE SIN HUMO

Por: Roberto Accinelli Tanaka*

El jueves 18 de junio los presidentes regionales, el presidente de Crecer, la esposa del presidente de la República, los ministros de Salud, del Ambiente y el primer ministro firmaron un acta por la cual todos se comprometían a impulsar la campaña Medio Millón de Cocinas Mejoradas por un Perú sin Humo”.

En las zonas rurales del Perú más del 90% de la población usa biomasa para preparar sus alimentos. Cerca del 50% de la población en el mundo emplea la energía de la combustión de biomasa. Son 3.000 millones de personas expuestas a los efectos deletéreos de estos productos de combustión. Se presume que 1,5 a 2 millones de muertes al año se producen por estos efectos.

Estas cocinas son muy sencillas y muy ineficientes. No solo generan una combustión incompleta con empleo ineficiente de la energía, sino que emiten grandes cantidades de partículas como los policíclicos hidrocarbonados, el monóxido de carbono y otras muchas substancias tóxicas. La Unión Europea ha establecido que el límite medio anual de partículas menores de 10 micras (PM10) presentes en el aire que respiramos no debe exceder los 40 µg/m3, pero en el interior de las viviendas en que se cocina con cocinas tradicionales fluctúa entre 300 y 3.000 µg/m3, y llegan al momento de cocinar hasta los 10.000 µg/m3. Son las mujeres y los niños los más expuestos y vulnerables. En el Perú se ha determinado que si una persona tiene un índice de exposición mayor de 64 años-hora, esto puede ser 2 horas diarias por 32 años o 3 horas por 22 años, presentará problemas respiratorios.

Pero esta ancestral forma de preparar los alimentos produce una inflamación generalizada de todo el organismo, como lo ha demostrado la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Es por ello que el bajo peso al nacer, las cataratas, el reflujo gastroesofágico, la enfermedad endotelial vascular (que es la causa del infarto miocardio), irregularidad en el sueño e intoxicación crónica por monóxido de carbono (que causan una disminución de la capacidad de aprender) están relacionados con esta exposición.

Es imposible pensar cambiar los combustibles usados. La biomasa no cuesta. Solo hay que salir a buscarla. La solución es usar cocinas que sean más eficientes y que no contaminen. Las cocinas deben ser certificadas por una entidad competente. El Gobierno Peruano ha encargado esta tarea a Sencico, que ya ha aprobado dos modelos de cocina Inkawasi.

Hay algunos estudios del impacto a la salud con el uso de estas cocinas certificadas. Sembrando ha encontrado que las infecciones respiratorias agudas disminuyeron del 28,1% al 11,1%. Por ello el Centro de Investigación Aprovecho ha considerado esta cocina mejorada como una de las cinco más eficientes en el mundo desde el punto de vista energético, y en cuanto a seguridad como una de las dos mejores.

El cambio a cocinas certificadas es la intervención en salud más efectiva. Los 100 soles que tendremos que invertir para que una familia pueda tener su cocina mejorada se recuperarían solo al evitar que en esa familia haya tres episodios menos de infecciones respiratorias agudas. Instalar 500.000 cocinas es la meta de esta cruzada. Aquellos que no tienen voz esperan que todos los peruanos —políticos de nivel central, regional y municipal, miembros de la sociedad civil— los ayudemos a remediar una situación terrible de injusticia que adquirieron solo por haber nacido en una familia pobre.

(*) Universidad Cayetano Heredia

EL COMERCIO

El atípico y anunciado golpe de Estado en Honduras

Como correspondía, todo el continente así como los más importantes organismos supranacionales han condenado con dureza el golpe de Estado perpetrado la madrugada del domingo en Honduras; un fenómeno que nos ha devuelto de un día para el otro a un pasado funesto y a un escenario que creíamos superado en América Latina.

Tan extendido repudio se fundamenta, evidentemente, en la injustificada ruptura del orden institucional producido en una nación democrática que, por lo demás, debería haber valorado con mayor amplitud las consecuencias de esta quiebra del Estado de derecho y la inconveniencia de optar por el camino más inadecuado que puede seguir un país para resolver sus problemas.

En el caso de Honduras, a diferencia de la década de los 70, el derrocamiento cívico-militar del presidente Manuel Zelaya se cumplió inicialmente sin violencia y hasta con visos de legalidad, pues contó con el aval de los poderes Legislativo y Judicial hondureños. De esta manera, se confirmó que los golpes de Estado pueden adoptar hoy modus operandi atípicos, respecto a cómo se pueden llevar a cabo y quiénes pueden asumir su autoría.

Sin embargo, como diría el politólogo Norberto Bobbio, lo más significativo de ese golpe de Estado es que se ha instaurado un nuevo orden jurídico que no es sinónimo de unión o coincidencia, sino por el contrario de confrontación, de violación de la legalidad y del Estado de derecho.

Frente a este desalentador escenario, y con el respeto que merece la autonomía de los pueblos y de los gobiernos, lo que se exige ahora es apelar de manera urgente a los instrumentos que establece el derecho internacional, y demandar la inmediata aplicación de la Carta Democrática Interamericana.

No hay tiempo que perder. Ayer hubo enfrentamientos callejeros, limitaciones a las libertades fundamentales, toque de queda que algunos ciudadanos desconocen y, en general, una crisis que recrudece conforme pasan las horas y ante la cual la Organización de Estados Americanos (OEA) no puede mantenerse de perfil.

Debe señalarse que esta situación es la crónica de una muerte anunciada y que se habría evitado si de un lado la OEA hubiera aplicado el artículo 18 de la Carta Democrática Interamericana que a la letra dice: “Cuando en un Estado miembro se produzcan situaciones que pudieran afectar el desarrollo del proceso político institucional democrático o el legítimo ejercicio del poder, el secretario general o el Consejo Permanente podrá, con el consentimiento previo del gobierno afectado, disponer visitas y otras gestiones con la finalidad de hacer un análisis de la situación. El secretario general elevará un informe al Consejo Permanente, y este realizará una apreciación colectiva de la situación y, en caso necesario, podrá adoptar decisiones dirigidas a la preservación de la institucionalidad democrática y su fortalecimiento”.

De otro lado, este golpe demuestra que ni el presidente defenestrado ni la oposición hondureña sopesaron las consecuencias de una crisis política que podría haberse enfrentado mediante la utilización de mecanismos democráticos, para resolver las diferencias en torno a la polémica consulta popular que buscaba instaurar la reelección inmediata en ese país.

De haber sido así, Honduras no tendría hoy un gobierno transitorio y tampoco la región estaría confrontada con el pasado nefasto de los golpes de Estado, una de las amenazas más deleznables, incendiarias y peligrosas a la democracia moderna.

EL COMERCIO

29.6.09

Lola

Autor: Jaime Bayly

Lola cumple catorce años. Con perdón por la cursilería, todavía quedo maravillado cuando la veo. Me parece inexplicable que una criatura tan bella haya salido en cierto modo de mí, que se haya desprendido de mis genes resbalosos. Eso es lo que más me sorprende de Lola: que, siendo mi hija, sea tan distinta a mí.

Se llama Paola, pero yo le digo Lola, y en ocasiones, según mi humor o el suyo, también Paoli, Pao, Paulina, Loli o Lolita.

Si tuviera que describir los rasgos más acentuados de su carácter, diría que es una mujer (porque ciertamente no es más una niña) que sabe bien lo que quiere y que no se complica la vida. Esto es algo que no deja de asombrarme: la porfiada certidumbre de sus deseos. Desde muy niña, supo siempre expresar lo que quería y defender obstinadamente aquello que deseaba conseguir. No es una mujer que duda, que no sabe lo que quiere, que pide consejo, que prefiere que otros elijan por ella. Lola da la impresión de haber nacido ya sabiendo exactamente lo que quería. En esto, y en muchas otras cosas más, no se parece, por suerte, a mí.

No siempre una persona consigue lo que quiere, pero primero hay que saber lo que uno quiere para después intentar conseguirlo, y a Lola no le falla el instinto en lo primero (el objeto de su deseo) ni en lo segundo (el modo más eficaz de aproximarlo a ella). Puede ser un perro, un hurón, un conejo, un caballo para montarlo y dar saltos con él: Lola sabe perfectamente lo que quiere y lo dice sin esperar a que se lo preguntes, lo dice con la distraída seguridad de que ha nacido para que las cosas que desea no le resulten esquivas y le sean concedidas bien pronto.

Diría que Lola ha nacido programada para la felicidad, que sus genes sirven por fortuna a la causa de su bienestar y no conspiran contra ella. Porque no solo es una mujer que sabe intuitivamente cuáles son las cosas que le procurarán felicidad, sino, y esto es casi tan importante como lo anterior o todavía más, sabe cómo conseguirlas, sabe cómo pedírtelas, sabe cómo vencer tus temores y reservas, sabe cómo seducirte, cómo convencerte, cómo defender porfiadamente (con una fe ciega en ella misma, en la sabiduría de sus corazonadas) lo que quiere conseguir. Así fue con el perro, con el hurón, con el conejo y con el caballo que da saltos bajo su mando. Ni su madre ni su hermana ni yo queríamos complacerla, pero ella se las ingenió para derribar nuestras resistencias y ganarnos las batallas y demostrarnos con el tiempo que tenía razón, que el perro, el hurón, el conejo y el caballo la harían feliz y, lo que no estaba para nada en nuestros cálculos, nos harían felices también a nosotros, que tanto nos habíamos opuesto a incorporar a esos animales a la vida familiar.

Esas son dos cosas (me niego a llamarlas virtudes o defectos) que admiro de Lola: la certeza de sus deseos y la terquedad para conseguirlos. Aunque uno nunca puede estar muy seguro de estas cosas (o yo nunca he sido bueno para distinguir quién tiene lo de quién, quién ha sacado la nariz del padre, las manos de la madre o las orejas de la abuela), creo que Lola debe sus rasgos más conspicuos y estimables a su madre, a la familia de su madre, una familia en la que abundan las mujeres con carácter, que saben bien lo que quieren y que saben mejor cómo conseguirlo. Son mujeres prácticas, listas, seguras, exitosas, que no se complican la vida en andar filosofando o en poner trabas a sus ambiciones, que siempre encuentran la manera de que alguien les facilite con el mayor gusto sus más peculiares caprichos y extravagancias.

Me atrevería por eso a decir (sabiendo que es temerario lo que voy a decir, porque todo es incierto, por ejemplo que este avión llegará a su destino y me permitirá estar mañana con mi hija celebrando sus catorce años) que a Lola le aguarda una vida plácida y confortable, quiero decir que no creo que se prive de nada bueno o placentero y que seguramente encontrará la manera (espero que legal, pero eso no es tan importante) de darse la gran vida, de pasarla realmente bien y hacer lo que le dé la gana. Es tan bella y adorable (ya sé que los padres siempre vemos bellos y adorables a nuestros hijos, pero en su caso parecería un hecho indiscutible) que me cuesta trabajo no imaginarla acompañada siempre de personas que encontrarán inmenso regocijo en amarla y en expresarle ese amor en cosas bien concretas, en cosas bellas y convenientes, esas cosas que una mujer como ella suele necesitar para sentirse querida y a gusto.

No siendo tan aplicada ni académicamente competitiva como su hermana mayor, y no sabiendo qué es lo que acaso querrá estudiar cuando termine el colegio, uno puede presagiar que Lola no ha nacido para estudiar y que ya encontrará la manera de cortar camino y ahorrarse esos disgustos (y en esto sí se parece a mí, que terminé el colegio de mala manera y fui expulsado de la universidad, y que nunca encontré placer en leer y memorizar lo que ciertos profesores se empeñaban en hacerme leer y memorizar: a menudo, los libros que ellos mismos habían escrito). Puede que me equivoque, pero creo que mi hija está genéticamente programada no para devanarse los sesos ni quemarse las pupilas estudiando cosas densas e inútiles, sino para vivir una vida espléndida, una vida llena de pasiones, viajes, lujos y aventuras, una estupenda vida feliz, una vida tan bella y luminosa como la serenidad angelical que irradian su mirada y su sonrisa.

Ya sé que no parece razonable creer que las personas nacen con las cartas marcadas y que unas nacen para ser felices y otras no y que no está al alcance de ninguna de ellas la posibilidad de torcer su destino. Pero en el caso de Lola creo que, sin hacer mayores esfuerzos, simplemente siendo ella misma, dejando que las cosas fluyan como deberán fluir, vivirá una vida no exenta de grandes amores y luminosas felicidades, una vida definitivamente menos contrariada que la mía o la de su madre.

Ninguna palabra puede describir completamente el carácter de una persona, pero si me viera forzado a elegir una palabra para decir cómo es Lola o cómo la recuerdo ahora (ahora que voy en este avión tembloroso para celebrar su cumpleaños), diría que es, ante todo, en cualquier caso, en las buenas y en las malas, una mujer relajada. Nada le preocupa demasiado: no le interesa ser la primera de la clase (pero tampoco la última) ni la más lista o la más graciosa ni la que más llama la atención. No recuerdo haberla visto angustiada, estresada o seriamente preocupada por algo. Todo le resbala, le da igual y le parece bien o regular. Cuando digo que la recuerdo siempre relajada, quiero decir que la recuerdo despreocupada, tranquila, confiada en su buen porvenir, en su buena fortuna, contenta y a gusto de ser exactamente ella misma, de ser hija de su madre y de tener un padre tan impresentable como yo, un padre que, sin embargo, ella encuentra curioso o divertido y al que quiere con el mismo amor que prodiga a sus animales indefensos.

Relajada, así es Lola, no como su hermana, no como su madre, no como su padre, precisamente como nosotros no podemos ser. Relajada es y creo que será siempre Lola, porque ella intuye (en realidad está segura) que las cosas le van a salir bien, y esa seguridad en su buena estrella hace que, en efecto, las cosas le salgan bien, o le salgan como ella quiere, ni tan bien ni tan mal, en el justo medio para que nada perturbe su buena vida relajada.

Lola es, pues, una mujer que sabe o intuye o no duda de que todo lo que desee (incluso las cosas más extravagantes) le será concedido y que ha nacido para pasarla bien y para que las cosas mejores sean lógicamente suyas (pues así funciona su lógica: lo que me gusta será mío y nada lo impedirá).

Pero no se entienda mal, no es una mujer engreída, altiva o presumida, es simplemente una mujer que sabe que ha nacido para que otros se ocupen de cuidarla y amarla y complacerla en todo, pues ella suele estar ocupada cuidando y amando a sus animales indefensos.

Lo que más me gusta de Lola es que, sabiendo como sabe que lo que desee será suyo, no le interesa mayormente nada, tal vez porque su instinto le dice que interesarse mayormente por algo suele traer molestias y decepciones. A diferencia de su hermana, que quiere saberlo y vivirlo todo, Lola no muestra interés alguno en aprender francés, en tocar el piano, en leer los libros de moda, en usar zapatos de taco (ella sabe que no es alta y no hace ningún esfuerzo por disimularlo), en destacar o sobresalir. Cuando le pregunto qué está haciendo, suele decirme nada, pero en esa palabra, nada, yo siento que se esconde una felicidad tranquila, relajada. Cuando le pregunto qué quiere estudiar, me dice que nada. Cuando le pregunto qué planes tiene para su cumpleaños, me dice que ninguno, que no le gusta hacer planes, que ya veremos cuando llegue el día y que lo mejor seguramente será no hacer nada. Cuando le pregunto qué quiere que le regale, me dice que nada, que no necesita nada. Allí radica su sabiduría: en que le basta ser ella misma para estar bien.

La infelicidad suele ser el abismo que separa lo que uno imagina que merece y lo que en realidad obtiene. En el caso de Lola, me parece que ella no pierde el tiempo imaginando que merece tal o cual cosa, ella simplemente obtiene sin dilaciones lo que le viene en gana, lo merezca o no. Eso la blinda, o eso quiero creer, contra las frustraciones y amarguras que socavan la felicidad de otras personas: que ella al mismo tiempo está contenta con nada y consigue sin esfuerzo todo.

Tal vez no sea descabellado pensar que el amor rotundo e indudable que Lola siente por ella y su destino proviene del amor no menos rotundo e indudable que yo sentí por su madre, hace casi quince años, cuando hicimos el amor y, sin saberlo, la hicimos a ella, o permitimos que ella fuese ella.

PERU 21

García declara la guerra... fría

El complot del perro del hortelano

Parece que Alan García no ha aprendido nada de las consecuencias funestas de su “Perro del Hortelano”. El gran organizador de conflictos que llamó retrógradas a las comunidades, incapaces a los maestros, improductivos a los pueblos amazónicos, y otras tantas bellezas, sin medir que luego todas las normas de su gobierno iban a ser interpretadas como intentos autoritarios de arrebatar derechos a la gente y consolidar privilegios para la gran inversión, ahora repite el plato con un nuevo artículo con su firma, esta vez en el extremista (de derecha) diario “Expreso”, en el que afirma estar dirigiéndose “A la fe de la inmensa mayoría”, para que con esa fe que él dice que le tienen tomen en serio su teoría del complot.

Son diez puntos de está nueva fe de carbonero. Veamos cada uno de ellos para saber en lo que deberíamos creer, claro, si no somos antisistemas nosotros mismos:

Uno: El conflicto es continental y es una “guerra fría” (que todo el mundo daba por terminada). Debe ser, como se puede ver en los hechos de Honduras, donde los supuestos demócratas promueven un golpe de Estado con pura fuerza militar, para que no haya cambios constitucionales, reformas económicas o presidentes amigos de Hugo Chávez, con hondas repercusiones continentales. De hecho García está alineado internacionalmente con los que fracasaron en el golpe venezolano de 2002 y los que están empujando la caída de Zelaya. También con los que quieren dividir Bolivia, los que violaron la soberanía territorial de Ecuador y los que tratan de desestabilizar al presidente Correa, etc. Efectivamente, es una disputa continental y el gobierno peruano está situado en el lado más reaccionario. Y no es verdad que aquí unos son los intervencionistas y los otros los santos de la democracia.

Dos: El Perú ganó una batalla el 2006, pero la guerra continúa. Pero “el Perú” que ganó el 2006 era el de Lima y algunas zonas urbanas de la costa, contra todo el resto del país, toda la sierra, toda la selva y todo el sur (¿antisistemas?). Y para que García triunfe por tres puntos fueron necesarios los votos de todos los partidos tradicionales, el apoyo de todos los medios de comunicación y de todo el poder del Estado. Si, como dice el presidente, el país crece como nadie más en el mundo, baja la pobreza y nos hacemos más modernos, ¿por qué hay tanto descontento?, ¿somos tan brutos o es que los antisistemas usan técnicas de chamanes para convencer a los pobres?, ¿o es que al pobre García nadie le cree?

Tres: Son una minoría. De alguna manera García los ha contado y son 50 mil en todo el país. Una bicoca. Lo malo es que usan la televisión y los diarios para amplificar sus bloqueos y movilizaciones. Si la prensa no les hiciera caso no existirían. Recomendación para practicar el silenciamiento. Que alguien explique cómo 50 mil casi ganan el gobierno el 2006 y han hecho capitular al premier de Alan García.

Cuatro: La meta es el levantamiento general. Pero no van a tener resultado. O sea, nuevamente, si toman el puente, no les hagan caso para que no cunda el temor entre las mayorías que están con el sistema.

Cinco: La estrategia es acumular fuerzas en la primera mitad del gobierno y en la segunda, que ya empezó, precipitar la caída del régimen y elegir una Constituyente. Luego, durar lo más que se pueda e irse después de haber aumentado la pobreza. Aquí no hay reivindicaciones sociales válidas ni decisiones del gobierno que se rechazan, todo es pura estrategia.

Seis: La táctica es capturar instrumentos de decisión y comunicación. Los antisistema saben que no pueden ganar las elecciones ni tomar los cuarteles; por eso hacen blogs, azuzan a los comunicadores y se adueñan de la noticia. ¿Y cuál es la táctica de respuesta? ¿Tal vez usar a la Sunat? ¿Cerrar medios como radio La Voz de Bagua?

Siete: Son pocos, pero con aliados. Aquí habla de los políticos y candidatos en competencia que critican al gobierno. El ideal debería ser que nadie critique y le haga el juego a los antisistema.

Ocho: No pasarán.

Nueve: La inmensa mayoría debe quitarle a los antisistema el monopolio de la movilización. Recomendaciones: usar el teléfono y el Internet para defender el sistema, enviar cartas a los medios, exigir a parlamentarios y alcaldes más definición.

Diez: muchas cosas podrían ser más rápidas. Pero en el Perú sospechamos de todo (por ejemplo, creemos que los petroaudios son corrupción, cuando García les llama fanfarronadas) y por eso los funcionarios se demoran y toman sus precauciones. O sea, deberíamos tener menos control y regulación.

El país del perro del hortelano que organiza un complot.


Está provocando más violencia
El congresista suspendido Cayo Galindo opinó que el presidente Alan García, con su análisis de la realidad de nuestro país, agudiza la confrontación social pues incita a “un gran sector de la población que lo apoya” a movilizarse.

“García llama a la movilización de los que se benefician con su gobierno, escribe que hay una gran parte que está con él, pero que está quietita”, señaló Galindo y luego remarcó que el mandatario, en el texto publicado en el diario Expreso, no manifiesta autocríticas y por el contrario responsabiliza de la crisis de su gobierno a las autoridades regionales.

“El mandatario dice también que las protestas no tienen razón de ser y que todo marcha bien, pero entonces por qué el pueblo reclama, es porque sí hay un descontento social y él debe respetar los mecanismos de reclamo; no avalamos la violencia, pero el presidente genera la frustración del pueblo y pretende la movilización de quienes están con él, contra el pueblo que reclama por mejoras”, apuntó. Asimismo, Galindo dijo que la tesis de García, de la existencia de un complot extranjero contra la democracia, es sólo un intento por justificar su ineficiencia al frente del gobierno. “Es el colmo, porque el Presidente incluso menosprecia a la población, dice que no sabe apreciar sus logros. Definitivamente García no cree en su propia tesis, pero tiene que justificar las movilizaciones sociales y atribuirlas a la injerencia extranjera”, dijo.

Raúl Wiener
Unidad de Investigación

La vaca se olvida cuando fue ternera

El inaceptable golpe de Estado que se ha producido en Honduras es un salto al pasado, hace retroceder a América Latina a una época de intervenciones militares que considerábamos enterrada. Felizmente, el unánime rechazo internacional a este golpe militar nos lleva a esperar que durará muy poco.

Sin embargo, deberíamos reflexionar sobre el retorno de absurdas aventuras militares a nuestra región. Y es aquí donde el principal dedo acusador tiene que ser dirigido a la corriente chavista que recorre el continente. Ello, porque en todos los países del ALBA, sin excepción, la primera preocupación de sus gobernantes no bien son elegidos democráticamente –sin contar a los Castro, obviamente–, es buscar la manera de perpetuarse en el cargo. Al mismo tiempo, todos gobiernan sus países alentando y fomentando una permanente confrontación entre sus ciudadanos. Es decir, utilizan a la democracia para llegar al poder, pero cuando están en él, hacen uso de todos los medios a su alcance para destruirla o vulnerarla.

Lamentablemente, en América Latina aún subsisten elementos reaccionarios que no requieren de mucho incentivo o provocación para tratar de derrocar a un régimen democrático. Por tanto, luego de una década de convulsión, el único logro del chavismo para nuestra región es haber evitado que pasen a la extinción los cavernarios, de izquierda como de derecha, que ya no tienen lugar en sociedades y economías modernas. Flaco favor que nos hace Chávez a los latinoamericanos, condenándonos a seguir sufriendo una confrontación ideológica superada y olvidada en el mundo desarrollado.

Por otro lado, sería anecdótico y hasta gracioso, si el tema no fuera tan serio, que personajes como Chávez y Humala, que se hicieron de una carrera política después de haber intentado dar golpes militares –muestra de su poco apego democrático–, ahora sean los abanderados del orden establecido en Honduras, en contra de los golpistas militares. La vaca se olvida cuando fue ternera.

Por nuestra parte, este golpe debería de ser una señal de alerta sobre los riesgos que corremos si dejamos que el país continúe polarizándose. El caldeado ambiente, después de los sucesos de Bagua, requiere ser enfriado para evitar que se termine generando un espiral de radicalismo en ambos lados. Para ello, el presidente tiene que apelar a todos los peruanos y no solo a sus partidarios.

PERU 21

Metidos en Honduras

Uri Ben Schmuel
uribs@larazon.com.pe


Si está confundido con lo que pasa en Honduras, pruebe el siguiente método, que si bien no es científico suele ser infalible: si Hugo Chávez lo aprueba, es malo; si lo condena, es bueno. En este caso, el gorila llanero ha puesto el grito en el cielo y hasta amenaza con intervenir militarmente. Saque usted sus conclusiones.
Bromas aparte, el asunto es complicado porque no se trata de un golpe de Estado en el sentido clásico del término. Zelaya –quien andaba de arrumacos con Chávez y Castro y se había unido a la ALBA– quería imponer una “democracia participativa” para su país, “y no solo representativa” a través de un plebiscito para reformar la Constitución. Ello pese a que en su artículo 375, relativo a la inviolabilidad, se expresa que dicha Constitución no pierde su vigencia ni deja de cumplirse por acto de fuerza o cuando fuere supuestamente derogada o modificada por cualquier otro medio o procedimiento distintos del que ella misma dispone (por ejemplo, un plebiscito).


En castellano sencillo, Zelaya buscaba ser reelecto y atornillarse en el poder, pese a que ni su propio partido lo apoyaba en ese empeño. El Congreso, la Suprema Corte, el Tribunal Electoral y el procurador de la Nación habían declarado ilegal ese plebiscito. Pero este clon de Chávez se obstinó y siguió adelante con sus planes. Había dicho, y sus defensores lo repiten ahora, que el Tribunal Supremo “solo defiende a los poderosos, los ricos y los banqueros y es un obstáculo para la democracia” y que en el Congreso se sientan “esos otros bárbaros que ya no representan a nadie”.

La gota que rebalsó el vaso fue la destitución del comandante en jefe de las FF AA porque se negó a distribuir el material electoral. De modo que ayer los militares sacaron a Zelaya del poder amparados en la autorización del Tribunal Supremo, que los invocó a defender la Constitución. Y ojo: el nuevo jefe del Estado no es un militar sino el presidente del Congreso, quien dijo que en noviembre de este año de todas maneras se efectuarán elecciones generales.

Interesante situación: ¿debe defenderse, en un afán purista, a un mandatario elegido democráticamente que usa ciertos mecanismos de la democracia para destruirla? ¿Debe condenarse, también por purismo, a militares que utilizan la fuerza para preservar el orden constitucional? Lo que pasa en Honduras, pues, no puede verse en términos de blanco y negro. Hay matices que deberían ser calibrados por aquellos que protestan automáticamente ante lo ocurrido.


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LA RAZON

Un golpe raro

Complicado el panorama en Honduras, como lo vinimos advirtiendo aquí desde el sábado (los bloggeritos ni se enteraron. ¡Ja, ja!). No es tan blanco y negro. Por un lado, tenemos a un presidente Zelaya que fue elegido como un moderado dentro de uno de los dos mayoritarios partidos tradicionales y que ya en el poder se volvió inesperadamente un chavista rabioso. O sea, Castañeda se volvió Ollanta. Ese señor, que dejaba el poder en enero próximo, pretendió imponer inconstitucionalmente un referéndum para mantenerse en el cargo vía una Asamblea Constituyente (dentro del clásico esquema chavista, ya aplicado en Caracas, Quito y La Paz), en contra de la opinión del Congreso y del poder electoral local.

Acto seguido, quiso dar de baja al jefe de las FF.AA. por no repartir este material electoral (la Corte Suprema restituyó a este militar en su cargo) e insistió en su ilegal y descabellada consulta. De otro lado, el Congreso ha puesto en su lugar -unánimemente, lo cual es un detalle importante a tener en cuenta- al segundo en la línea de sucesión, que es su titular Roberto Micheletti, respetando en cierta forma el orden constitucional. Por ese lado no es un golpe clásico de junta militar al mando. Claro que lo que no tiene nada de constitucional es que los militares capturen a Zelaya y lo deporten a Costa Rica. Eso es absolutamente condenable. Si lo querían vacar por violar la Constitución de 1982, pues se le debieron aplicar los procedimientos establecidos en la misma.

El resultado es que el eje chavista se ha puesto en acción para defender a uno de los suyos y Hugorila incluso habla de una intervención militar, y me imagino que la única manera sería una invasión a Honduras con tropas venezolanas desde la vecina y chavista Nicaragua (ojalá que lo manden en primera fila a Pizango con su lanza). Ya Fidel, Evo, Borge y Correa -y sus islitas caribeñas satélites- apoyan a Zelaya, mientras que Torre Tagle (creo que muy precipitadamente y cayendo en el juego chavista) ha tomado también partido absoluto por éste. Me imagino que la solución que propondrá Micheletti a la OEA será adelantar las elecciones generales, que estaban programadas para noviembre próximo y en donde los nacionales van de favoritos con su candidato Porfirio Lobo (que fue derrotado ajustadamente por Zelaya en noviembre del 2005). Lo que sí veo difícil es que el Congreso hondureño, el Ejército y los dos partidos dominantes (los "rojos" del Liberal y los "azules" del Nacional) acepten un retorno incondicional de Zelaya a la Presidencia, que tampoco era un personaje con un gran índice de popularidad como para convocar grandes manifestaciones (aunque tiene el apoyo de los sindicalistas comunistas y éstos saben fregar en las calles). Lo realmente peligroso sería que esta vez Chávez no se quede en bravuconadas e intente alguna aventura militar, que ojo que aún quedan algunos efectivos yanquis en Honduras de la otrora gran base militar de Palmerolas.

- Siguiendo con notas internacionales, tal parece que los chavinófilos Kirchner pierden el dominio del Congreso en Argentina. Es más, los números iniciales apuntan a que incluso el antiperuano Néstor perdería (ojalá) en su intento de ser diputado y que la derecha ganaría en Buenos Aires (capital). ¡Qué bueno!

CORREO

También viene: la política en la red

Por Mirko Lauer

a presencia de Internet en la política, y viceversa, se ha puesto los pantalones largos. Las redes de ciberactivistas montadas por la campaña presidencial de Barack Obama, la censura en red establecida por el Partido Comunista Chino, y ahora el bloqueo a la blogósfera disidente en Irán, confirman a Internet como un nuevo campo de batalla político.

Lo advertimos por un instante en torno de Bagua. El llamado periodismo ciudadano en la red pudo lanzar al mundo exterior versiones propias sobre algo sucedido en una zona apartada –mezclando lo valioso, lo exacto, lo falso, lo antojadizo o lo idiosincrásico– y demostró ser mucho más fuerte que los medios llamados nacionales. Estos últimos en muchos casos simplemente se plegaron a la red.

Pero esa magia electrónica duró poco frente al orden más establecido de los medios tradicionales. El secreto: la articulación con la política formal y el peso específico de los datos constatables. La red pesa más cuanto más masas compromete un tema. En última instancia Bagua se resolvió en el ámbito de los poderes del Estado y las dirigencias nativas.

Las relaciones entre la red y los medios en la política de un país como el Perú están en un momento complejo. Ambos espacios mantienen sus fueros pero a la vez que se ignoran cordialmente, se utilizan mutuamente a través de un tabique. Sus públicos y sus estilos tienen claras diferencias, y apenas se traslapan. Pero los medios son la fortaleza bajo ataque, y la red es el ángel de lo nuevo.

La libertad que ofrece la red a sus usuarios es su fuerza y su debilidad. De un lado está la creatividad sin límites, de otro hándicaps como la volatilidad o el anonimato. El predecible objetivo de los regímenes autoritarios es la libertad creativa. En algunas democracias liberales hay sectores que resienten algo más específico: la libertad frente al mercado.

¿En qué punto está la política peruana? Todavía es más urgente para el poder reprimir radios locales que páginas web (que sepamos no se ha dado el caso). Pero para las elecciones que se vienen llegar a la web va a ser más importante que nunca. Con la baja densidad mediática nacional, una de las madres de las llamadas sorpresas electorales, la red puede ser un socorrido complemento.

Encuestas en varios países del hemisferio norte vienen mostrando que la red es el principal lugar donde los votantes de la siguiente elección se enteran de la existencia y datos de los candidatos. Sin embargo entre nosotros todavía hay muy poca actividad proselitista de candidatos democráticos en red. Se podría decir que todavía hay más protesta que propuesta.

LA REPUBLICA

Por dónde va la fe de la inmensa mayoría

Por Humberto Campodónico

El artículo de Alan García publicado ayer, “A la fe de la inmensa mayoría”, vuelve a decir que “quien no está conmigo está contra el país y es un antisistema”, cambiando el discurso (relativamente) conciliatorio post conflicto de Bagua. Este artículo está dirigido a una supuesta “mayoría silenciosa” que no tiene intervención política activa, por lo cual no es escuchada, pero que es determinante para decidir los destinos de la Nación.

García no está diciendo nada nuevo, sino retomando el discurso de Nixon de 1969 pidiéndole apoyo a la “mayoría silenciosa” para seguir la guerra en Vietnam. En su afán de polarizar, de aquí al 2011, dice que “vivimos una guerra fría en la que participan gobernantes extranjeros” y que está en marcha un complot “para provocar un levantamiento general de los pueblos, precipitar la caída del sistema y elegir una Constituyente”.

Pero no es eso lo que dice la “mayoría silenciosa”. El 92% dijo en una reciente encuesta (Apoyo) que los nativos debieron ser consultados acerca de los decretos legislativos. También que el primer responsable de Bagua es el propio Presidente con el 57%, seguido de Cabanillas con 39%, Simon con 24% y Pizango y la PNP con 17%. Los “extranjeros infiltrados” a los que alude el Presidente llegan en 6to lugar con el 11%.

Alan García dice que en el 2006 el pueblo eligió entre dos modelos: de un lado la democracia económica y política y, de otro, el estatismo económico y la demagogia. No es así. En el 2006 el Perú se pronunció claramente por la exclusión del neoliberalismo a ultranza implantado en el Perú desde 1991, discurso que incluso adoptó Lourdes Flores al final de su campaña electoral.

García prometió modificar la renta básica, un impuesto a las sobreganancias mineras y petroleras, revisar el TLC “línea por línea”, etc. En su discurso del 28 de julio del 2006 dijo que estaba agotado el Consenso de Washington y que “ahora sabemos que ni la estabilidad ni las privatizaciones fueron suficientes y que, por aplicarse aisladamente dejaron un saldo de pobreza y de marginación para millones de seres humanos. Hoy requerimos de un nuevo consenso, que rescate el rol del Estado por el empleo y la justicia y que afirme la participación ciudadana sin exclusiones”.

Pero, contradiciéndose –y perdiendo una gran oportunidad de cambio– la derecha económica siguió gobernando, ampliando la reforma neoliberal con los 100 Decretos Legislativos inconsultos que causaron la tragedia de Bagua.

El fondo del asunto no es la polarización entre “dos sistemas” sino reconocer que se necesita un equilibrio entre mercado y Estado, como se dijo en la campaña electoral. Eso se pudo hacer en los primeros años de gobierno, pero no se cumplió con aplicar impuestos a las ganancias de capital, con una nueva Ley del Trabajo, con la vigencia del salario mínimo, con el potenciamiento de las empresas públicas, con restringir las comisiones de las AFP, entre otras políticas. Los años de bonanza económica han reforzado las ganancias y profundizado la desigualdad.

A las grandes mayorías no les basta con el discurso de un mayor crecimiento. Les interesa ser consultadas y participar de los frutos de ese crecimiento. Es decepcionante constatar que el Presidente no ha aprendido las lecciones de Bagua, lo que querría decir que el sucesor del premier Simon va a insistir en “más de lo mismo”. ¿Se seguirá con los “faenones”, con un DL 1090 igual que el derogado pero con otro nombre, con la no anulación de la venta de PetroTech (que, encima, no paga impuestos), con la venta a México del gas del Lote 88, con la desprotección de la industria nacional, etcétera?

En su artículo, García está proponiendo lo que Alberto Adrianzén ha denominado una “guerra civil política” de aquí al 2011 para, supuestamente, defender al modelo de los “antisistema”, tratando llevar a ese esquema a los empresarios y, también, a su propio partido. Esa ruta “polarizadora” –que se asemeja cada vez más a la política del miedo, miedo, miedo de George Bush, derrotada por Obama- debe se reemplazada por el diálogo democrático y el nuevo equilibrio entre Estado y mercado. Es por allí que anda la fe de las inmensas mayorías.

LA REPUBLICA

Un mundo sin periodistas

Por Augusto Álvarez Rodrich
alvarezrodrich@larepublica.com.pe

Es lo que quisiera el gobierno de Alan García

A los gobiernos soberbios les cuesta reconocer sus errores y los suelen encubrir con razones exógenas al desempeño propio, como está ocurriendo con el actual cuando usa, como chivos expiatorios, una conspiración externa y –¡qué raro!– la prensa.
Así, en la continuación de su saga periodística, García reiteró ayer –A la fe de la inmensa mayoría–su versión del complot como explicación de su fracaso para encarar los más de 200 conflictos sociales que cada mes recuerda la Defensoría y que son consecuencia del antiguo olvido del Estado.

Radicales siempre ha habido y habrá, pero pretender que los de ahora significan una real conspiración contra la democracia resulta, por la falta de pruebas sólidas, un engaño. “Me bastan las declaraciones de gobernantes extranjeros”, respondió el viernes el presidente cuando se las solicitaron. Tanto lo repite que hasta Evo Morales acabará creyéndose el cuento.

Lo más peligroso es que el combo del presidente también incluye a la prensa como factor desestabilizador pues acaba
“retroalimentando el terrorismo del desorden”. Agrega que “tomar un puente es un hecho pero lograr que todo el país se entere y se atemorice vale mil veces más”, en lo que constituye una evidente invitación a censurar de la cobertura periodística hechos que sin duda son noticia en favor de su propia imagen.

Es lo mismo que opina el dirigente aprista Mauricio Mulder cuando dice que la prensa debe colaborar con el gobierno, o el aún premier Yehude Simon, quien el sábado se la pasó responsabilizando a “una prensa que no gobierna pero sí atiza”.

En dirección similar apuntan algunos empresarios como los que de manera anónima citó El Comercio el viernes en el contexto del riesgo de que la inestabilidad política afecte la inversión: “La prensa no debería prestar tanta atención a sucesos como el de Bagua –y en general a noticias ‘desestabilizadoras’– porque –según ellos– le dan una idea equivocada al mundo sobre cómo va avanzando y desarrollándose el país”.

Eso es parte de la disyuntiva tramposa de que no puede haber ‘prensa neutral’ pues o se está con el gobierno o con la conspiración, y explica iniciativas antidemocráticas como la de Jorge del Castillo contra La Primera para que la Sunat revele su secreto tributario –lo que no hace con sus medios afines– o el cierre ilegal de radio La Voz de Bagua Grande, algo que ha criticado hasta el Consejo de la Prensa Peruana.

Hoy el Perú enfrenta la amenaza creciente de recortes sustantivos a la libertad de expresión por parte de un gobierno que cree que toda crítica a su gestión es herejía desestabilizadora y se la debe castigar, y que –parafraseando el libro de Horacio Verbitsky– mejor estaríamos en un mundo sin periodistas.

LA REPUBLICA

Ciudadanía activa

En su edición de ayer, EXPRESO publicó el artículo del presidente de la República, doctor Alan García Pérez, titulado “A la fe de la inmensa mayoría”. Evidentemente su autor lo ha escrito en un escenario distinto a aquel en el que planteara la tesis del “perro del hortelano”.

La velocidad y dinámica de la economía y de la política son tan marcadas que impulsan a muchos elementos y factores de la vida a presentarse más cambiantes que nunca. Al empezar el 2008 ya se conocían las noticias del aumento del precio del petróleo –que en julio de ese año llegó a US$ 147/barril–. Para entonces no se descartaba la presencia de una crisis, pero no se presagiaba la magnitud que tendría.

Y es en ese nuevo contexto que se detiene el ritmo de desarrollo de un país como el nuestro –que creció nada menos que 9%/PBI el 2007 y 9.8%/PBI el año pasado– que se agudiza la recesión internacional. Sin embargo no debemos echarnos a llorar ni paralizarnos en medio de la frustración. Tampoco echarle la culpa de las externalidades económicas, cuyos efectos enfrentamos hoy, ni menos aducirlo a la mala suerte o al infortunio. Nada de eso. He aquí una prueba más que pone el destino a los peruanos, al país que ha dado ejemplos de tesón y fuerza, cualidades que precisamente permitieron que derrote a la hiperinflación y al terrorismo genocida. Entonces, no veamos a esta prueba como un problema invencible, sino como un reto a nuestra fortaleza milenaria y a nuestra capacidad creativa. Como asegura hoy la gerencia moderna, toda crisis es una oportunidad. Por ello –impregnados de esa convicción– perseveremos en la lucha que realizamos por un futuro mejor.

Por ese motivo resulta trascendente el pensamiento del jefe de Estado, transmitido a través de una columna publicada por este periódico. En ella el primer mandatario puntualiza: “Debemos tener fe y confianza en las metas que estamos logrando juntos, más crecimiento, más desarrollo social, más inversión y más empleo. Esa debe ser nuestra actitud”. Pero, a la par que el Presidente insta a los peruanos a la esperanza, también advierte que hay una lucha de modelos económicos, donde países del extranjero se dedican a poner piedras en el rumbo trazado por el Perú para que no gane la apertura económica sino un “modelo regresivo y dictatorial”. El énfasis puesto por el jefe de Estado en esta alerta nos obliga a tomarla en cuenta. Forjando, por ejemplo, una forma proactiva de participación ciudadanía, pues si cedemos terreno a los revoltosos y a los “viejos dirigentes” de facciones radicales –que, a pesar de haber sido derrotados en las ánforas, insisten en capturar a gente poco informada para hacerla presa fácil de su estrategia de muerte y atraso– quedará nuestro país a merced de la ambición ideológica del totalitarismo estatista que nos retrocederá a la miseria y al colapso que embargó a nuestra nación desde los sesenta a los años noventa del siglo pasado.

De ahí que el artículo presidencial constituye un mensaje contra el derrotismo que induce a no mirar pasivamente a aquella antipatria que incendia la pradera. A la gente que defiende la paz, el progreso y el bienestar nacional le corresponde salir a la calle, acudir a los medios de comunicación y participar en cuanto foro se presente para demoler viejas tácticas socialistas como “la captura de los instrumentos de decisión y comunicación”. Como refiere el Presidente, así como en la lejana Rusia de 1917, hoy existen trotskistas que se dedican a tomar trenes, telégrafos y radios. “Los de ahora saben que no pueden ganar las elecciones ni pueden tomar los cuarteles porque han asesinado demasiados soldados y policías, por eso, sólo se multiplican en los blogs, azuzan a los comunicadores, se adueñan con violencia de la noticia, etc.” Frente a ello, con evidente acierto el doctor García aboga por el surgimiento de nuevos, eficaces, decididos liderazgos de la sociedad peruana, que defiendan a la nación de los acomplejados sociales –locales o extranjeros– que buscan regresarnos al oscurantismo velasquista, impulsando al máximo el ejercicio de la ciudadanía activa.

expreso

La postergada reforma del Estado

Por: Ernesto Velit G Analista político

La democracia participativa es una forma de democracia liberadora, un camino de emancipación. Es transformar el Estado radicalmente y profundizar los logros de la democracia representativa; por ello, tiene un alto contenido libertario y nos enseña que no hay verdades eternas en las relaciones entre la sociedad y el Estado.

Las experiencias de los últimos tiempos nos enseñan los grandes vacíos de la democracia representativa, las carencias de nuestra Constitución, las crisis de la representatividad, la pérdida del sentido de pertenencia y de identidad. Bagua es un semillero de lecciones y enseñanzas.

Se ha hecho evidente la urgencia de gestar un espacio interdisciplinario que sirva al debate, a la reflexión permanente, al análisis desapasionado en el que las experiencias y el conocimiento ayuden a construir un campo de gestión social y así poder avanzar en la elaboración de la gestión política, con los objetivos y recursos de la democracia representativa.

Buscamos cómo lograr que la ciudadanía participe, protagonice y decida el proceso deliberativo. Ello implica institucionalizar la participación, crearle mecanismos, revalorizar el papel de la ciudadanía. Delegar facultades, como lo prescribe la democracia representativa, ha sido funesto para nuestro país porque se abdicó el derecho a fiscalizar. Ahora es un reclamo y una necesidad la participación popular, mediante instituciones del Gobierno y de la sociedad civil que utilicen los recursos de la soberanía y con la bendición constitucional actualizada.

Experiencias funestas como las vividas últimamente marcan la necesidad de cambios en la sociedad para actuar ante un Estado desarticulado, para que este pierda su estructura burocrática, pesada e insensible. Para terminar con el clientelismo y la corrupción, que envilecen la función de gobierno. En suma, hacer algo por crear mecanismos que permitan atender la demanda social incrementada por los propios mecanismos de las democracias imperfectas.

Hay muchos espacios donde promover debates y reflexiones: los medios de información, verdaderas correas de transmisión; los colegios profesionales, la universidad peruana —cada vez más ajena a lo que sucede en su entorno—, los grupos académicos e intelectuales, los de la comunidad organizada y el Acuerdo Nacional, al que hay que despertar de su sueño polar. De allí nacerán las propuestas para incentivar el interés de los políticos en la impostergable tarea de elaborar una nueva Constitución, vía una asamblea constituyente.

Estamos promoviendo una nueva modalidad de participación social, con nuevos actores y tareas y como respuesta al fracaso de la representatividad. Tal vez, este camino permita, entre otros, recuperar la confianza en los partidos políticos y los lleve a mejorar sus propuestas.

El impacto de la crisis económica y además los luctuosos sucesos de la Amazonía han llevado a nuevos movimientos sociales y demandas en busca de un cambio que muestre un modelo más equitativo y participativo.

Es solamente interpretando esa realidad como podemos cerrar el camino a la violencia, al enfrentamiento suicida, al discurso agitador e irresponsable y, sobre todo, a la indiferencia de los obligados a escuchar. En democracia el poder se limita y el sentido de pertenencia y el de identidad se construyen, así se avanza en lo que es participación democrática.

Buscamos, con auxilio de una Constitución moderna y con sentido de justicia, instaurar un nuevo modelo en lo que significa la relación entre el Estado y la sociedad, entre los ciudadanos y sus representantes. Dar nuevas dimensiones a principios y valores olvidados, y acercar a la población a la toma de decisiones. En pocas palabras, comprometerse en la búsqueda de un nuevo modelo social, con democracia participativa, con nueva Constitución que garantice la paz, la justicia y el respeto a los derechos humanos.

el comercio

El cebiche peruano

GASTRONOMÍA A LA ORDEN DEL DÍA

Por: Juan Álvarez V Embajador

El cebiche es uno de los platos representativos de nuestra culinaria. El “Diccionario de la lengua española” de la Real Academia Española (DRAE) señala que su etimología deriva, quizás, del árabe hispánico “assukkabág”, y este del árabe “sikbag”. Indica que la voz se usa en América y la define como “plato de pescado o marisco crudo cortado en trozos pequeños y preparado en un adobo de jugo de limón o naranja agria, cebolla picada, sal y ají”.

En nuestro país hay otras variantes, que he registrado en mi “Diccionario de peruanismos. El habla castellana del Perú”, coeditado por la Universidad Alas Peruanas y la Academia Peruana de la Lengua. Ahí el lector encontrará que también es un plato que se prepara como el ya descrito, pero al que se le agregan papas, camotes o maíz sancochados, cancha y lechuga fresca. La misma voz designa al plato que se prepara en la costa norte, similar al ya mencionado, hecho de pato, pollo, iguana o cerdo. Igualmente, denominamos cebiche a otro plato hecho de manera similar, pero exclusivamente de hongos y otros vegetales. Además, existe el cebiche frito y la jalea acebichada.

En nuestro país, como dicho plato no lleva nunca huevo se usa la frase “estar más perdido que huevo en cebiche”, para denotar que una persona o animal está desorientado. También hemos registrado la frase “estar como lenguado en cebiche”, para expresar que una persona está derrotada, fracasada o acosada.

Otra frase es “ser o estar como cebiche mixto, de camarón con concha”, propia del habla familiar, que alude a quien tiene habilidad para cambiar de actitud o de conducta con desfachatez u osadía. Aplicada a una situación, se refiere a lo que es consecuencia de dicho accionar.

El cebiche se elabora en muchos países de América y varía de un lugar a otro. Lo hemos visto también en el sudeste asiático y es una especialidad de Brunei Darussalam, país donde el pescado se macera con jugo de limón, se le pone ají y algo de azúcar y donde recibe el nombre de “acar ikan”, en lengua malaya. En Filipinas existe también el “fish salad in vinegar & spices”, que en lengua tagala se le conoce como “kilawin”, palabra que ha pasado al español hablado en Filipinas. En Oceanía, en las islas Fiji, existe el “kokoda” (se pronuncia “kokonda”), consistente en pescado marinado en limón, acompañado de cebollas, pepinos, tomate, leche de coco y ajíes pequeños enteros y muy picantes.

El INC lo ha declarado Patrimonio Cultural de la Nación y ha indicado que la ortografía correcta e histórica es con “s” y “v” como suele escribirse en el Perú, y no con “c” y “b”, fórmula que el DRAE prefiere. Lo cierto es que el sabor de nuestro cebiche es ajeno a estos debates académicos y ocupa un destacado primer lugar entre los otros cebiches del mundo.

EL COMERCIO

Golpe es golpe, nada lo justifica

Por: Hugo Guerra Editor Central de Opinión

Desde 1981, cuando me tocó reportar largamente sobre la crisis revolucionaria que azotó a Centroamérica, guardo la fuerte impresión de que las sociedades de esta parte del mundo son especialmente complicadas de entender. Su alegría aparente, lo mismo que sus comportamientos un tanto informales, no ocultan formas de raciocinio densas, legalistas y radicales como la de los personajes de Alejo Carpentier.

Eso es, precisamente, lo que impera ahora en Honduras. Esquemáticamente el caso del derrocamiento del presidente Mel Zelaya gira en torno a su decisión de consultar al pueblo sobre la reelección inmediata.

La Corte Suprema de Justicia de Tegucigalpa, así como el Parlamento y el Ministerio Público se opusieron a que pueda revisarse una cláusula fundamental de la Constitución y sancionaron la ilegalidad de la convocatoria.

Como Zelaya persistió, la crisis desembocó en lo que ya sabemos: un golpe de Estado, mediante el cual el mandatario fue secuestrado y deportado a Costa Rica. Luego, se eligió a un presidente interino, Roberto Micheletti, quien ahora está sentado en un barril de pólvora porque, de un lado, difícilmente será reconocido por la comunidad internacional; mientras del otro lado está amenazado por Hugo Chávez y su poderoso ejército que intentaría reponer a Zelaya por la fuerza.

El derrocamiento es, sin duda, atípico. Se oponen dos razones jurídicas perfectamente válidas sobre el papel. Aunque estaba consciente de que era formalmente un delito, Zelaya apeló a la consulta con el pueblo, que es de donde emana la legitimidad del poder. Los golpistas, a su turno, se amparan en que habiendo un fallo emitido por una corte autónoma y con jurisdicción natural, no cabía otra que sancionar al presidente que entraba en rebeldía con el orden del Estado de derecho.

Claro, detrás de las normas del derecho positivo están los principios democráticos, según los cuales y en teoría el sistema político hondureño debería haber encontrado canales pacíficos para someter a un mandatario que quizá intentaba ir hacia un “golpe blanco”, al eludir la normativa existente por imperio del voto popular.

Pero las cosas no han sido así. Micheletti y los militares han preferido incurrir en el golpismo y la inconstitucionalidad de secuestrar y deportar (delitos tipificados) a Zelaya para que el orden se mantenga hasta las elecciones de fin de año.

Tremenda paradoja esta que no esconde otras cuestiones igualmente complejas: la lucha ideológica y los intereses geopolíticos continentales entre el liberalismo (no neoliberalismo) y el proyecto del socialismo del siglo XXI.

Si Zelaya lograba la aprobación de su reforma (la llamada Cuarta Urna), probablemente hubiera seguido un proceso de perpetuación equivalente al de Chávez, Evo Morales, Rafael Correa y Daniel Ortega, todos los cuales tuvieron credenciales electorales de partida, aunque después (con mayor o menor énfasis) se han aventurado en modelos autoritarios, so pretexto de que el proyecto socialista tiene características propias ajenas a la democracia burguesa.

Pero aun ese riesgo no puede justificar que un gobierno nacido de la voluntad ciudadana se interrumpa abruptamente. Golpe es golpe y afirmar lo contrario sería incurrir en complicidad con un mecanismo de usurpación del mando absolutamente reñido con las auténticas convicciones democráticas latinoamericanas. Y de eso sabemos bastante los peruanos, que dimos batalla al modelo fujimorista cuando, bajo el pretexto de luchar contra el terrorismo, dio un autogolpe de Estado el 5 de abril de 1995.

Por lo demás, es perversamente irónico que hoy Hugo Chávez —el mayor desestabilizador de nuestro continente— sea el que se presente como paladín de la democracia, amenazando con una intervención de su poderoso ejército para reponer a Zelaya.

En 1954, el presidente guatemalteco Jacobo Arbenz fue derrocado en el umbral de un conflicto interno de tres décadas que le costó la vida a unas 300 mil personas. Hoy es difícil imaginar que sobrevendrá, pero la gran conclusión de circunstancias es que en pleno siglo XXI, cuando se pensaba que ya habían terminado las aventuras políticas del pasado, vuelven a reproducirse dolorosamente las crisis propias de la Guerra Fría y la estupidez humana.

San José de Costa Rica,
junio de 2009

EL COMERCIO