La estrategia militar para recuperar el VRAE tiene prefijadas sus grandes rutas. Pero hay bemoles. Estamos de acuerdo en que los centenares de poblados diseminados en torno al teatro de operaciones necesitan apoyo del Estado mediante programas multisectoriales.
También comprendemos lo positivo de la táctica de aislar al brazo militar del senderismo –liderado por Víctor Quispe Palomino, alias “Iván” o “José”– de sus puestos de abastecimiento; y entendemos asimismo la acción de los infantes de Marina y de los soldados del Ejército para cortar las comunicaciones terrestres y lacustres de los terroristas. Sin embargo, no se tendrá éxito y nuestros militares seguirán siendo carne de cañón frente al terror si el gobierno no repara en dos considerandos fundamentales
El primero: al más alto nivel se debe exteriorizar la voluntad política para luchar de manera frontal y decidida contra el narcotráfico, vale decir enfrentarlo a gran escala, en y fuera del VRAE. Así se demostrará liderazgo y compromiso con el país y las Fuerzas Armadas, para derrotar a dos lacras sociales: el terrorismo y su socio el tráfico ilícito de drogas. Ya no basta, sencillamente, que el presidente del Consejo de Ministros se traslade a algún punto del VRAE para realizar una junta de su gabinete, sino que se requiere imponer verdaderamente la pacificación y el desarrollo social como principal prioridad nacional.
En segundo lugar, hacer que esa voluntad política sirva de fondo para entender que sin inversión no habrá victoria sobre el narcoterrorismo. La presencia física del Presidente en el frente de batalla–que reclamamos en nuestro editorial de ayer– serviría no solo para que los habitantes de la zona vean que la decisión viene del más alto nivel, sino para motivar a los funcionarios del Estado que viven acomodados en burocráticas oficinas de la capital, mientras nuestros compatriotas uniformados –que mueren o quedan lisiados– no cuentan con los recursos ni la logística necesaria para actuar adecuadamente en una geografía inhóspita y ante un enemigo que se confunde con la población civil. Por ejemplo, con mucha anticipación advertimos cómo el Ministerio de Economía y Finanzas demora la entrega de recursos –ya incluidos en el presupuesto nacional– destinados al Programa de Impacto Rápido (PIR) a cargo de financiar programas antinarcóticos en distritos y zonas alejadas del país. Y el resto del gobierno calla en siete idiomas ante tamaño yerro.
Además, reconozcamos que hace tiempo el narcotráfico –financista de los cuadros senderistas que le prestan servicio de seguridad y abren camino para facilitarle la salida de la droga–, usa como estratagema su inserción en las comunidades de agricultores que habitan en el VRAE. Por tanto, romper esa ligazón constituye un enfoque social, no sólo militar. Cierto que esto lo entiende bien el gobierno y la Fuerza Armada; sin embargo no todos los sectores intermedios del Ejecutivo ponen su empeño, ni siquiera las autoridades de los gobiernos locales y regionales cercanas al VRAE. De manera que sin la concurrencia de la voluntad política y la inversión necesaria (ojo, que una guerra se gana con recursos económicos), más soldados serán sacrificados por las hordas subversivas.
EXPRESO
También comprendemos lo positivo de la táctica de aislar al brazo militar del senderismo –liderado por Víctor Quispe Palomino, alias “Iván” o “José”– de sus puestos de abastecimiento; y entendemos asimismo la acción de los infantes de Marina y de los soldados del Ejército para cortar las comunicaciones terrestres y lacustres de los terroristas. Sin embargo, no se tendrá éxito y nuestros militares seguirán siendo carne de cañón frente al terror si el gobierno no repara en dos considerandos fundamentales
El primero: al más alto nivel se debe exteriorizar la voluntad política para luchar de manera frontal y decidida contra el narcotráfico, vale decir enfrentarlo a gran escala, en y fuera del VRAE. Así se demostrará liderazgo y compromiso con el país y las Fuerzas Armadas, para derrotar a dos lacras sociales: el terrorismo y su socio el tráfico ilícito de drogas. Ya no basta, sencillamente, que el presidente del Consejo de Ministros se traslade a algún punto del VRAE para realizar una junta de su gabinete, sino que se requiere imponer verdaderamente la pacificación y el desarrollo social como principal prioridad nacional.
En segundo lugar, hacer que esa voluntad política sirva de fondo para entender que sin inversión no habrá victoria sobre el narcoterrorismo. La presencia física del Presidente en el frente de batalla–que reclamamos en nuestro editorial de ayer– serviría no solo para que los habitantes de la zona vean que la decisión viene del más alto nivel, sino para motivar a los funcionarios del Estado que viven acomodados en burocráticas oficinas de la capital, mientras nuestros compatriotas uniformados –que mueren o quedan lisiados– no cuentan con los recursos ni la logística necesaria para actuar adecuadamente en una geografía inhóspita y ante un enemigo que se confunde con la población civil. Por ejemplo, con mucha anticipación advertimos cómo el Ministerio de Economía y Finanzas demora la entrega de recursos –ya incluidos en el presupuesto nacional– destinados al Programa de Impacto Rápido (PIR) a cargo de financiar programas antinarcóticos en distritos y zonas alejadas del país. Y el resto del gobierno calla en siete idiomas ante tamaño yerro.
Además, reconozcamos que hace tiempo el narcotráfico –financista de los cuadros senderistas que le prestan servicio de seguridad y abren camino para facilitarle la salida de la droga–, usa como estratagema su inserción en las comunidades de agricultores que habitan en el VRAE. Por tanto, romper esa ligazón constituye un enfoque social, no sólo militar. Cierto que esto lo entiende bien el gobierno y la Fuerza Armada; sin embargo no todos los sectores intermedios del Ejecutivo ponen su empeño, ni siquiera las autoridades de los gobiernos locales y regionales cercanas al VRAE. De manera que sin la concurrencia de la voluntad política y la inversión necesaria (ojo, que una guerra se gana con recursos económicos), más soldados serán sacrificados por las hordas subversivas.
EXPRESO




No hay comentarios:
Publicar un comentario