17.4.09

Museo de la memoria y la paz

UN NUEVO DERROTERO ABIERTO A LA DISCUSIÓN

Por: Raúl Mendoza Cánepa Abogado

Grata noticia que se haya creado una comisión para desarrollar el proyecto de museo de la memoria y auspicioso, además, que esté integrada por personalidades notables de diversos ámbitos e ideologías. El museo, dada la actual polarización entre los peruanos, debe ser desde ahora una herramienta de reconciliación nacional en torno a una memoria y voluntad común.

Para empezar, este museo deberá ser la expresión de una “memoria para” y no solo de una “memoria de”; pues, lo que se debiera buscar no es solo el rastreo de la verdad dolorosa sino educar en la paz, la tolerancia, la convivencia dialogante, los derechos humanos y, así, prevenir simbólicamente cualquier asomo de violencia polpotiana en el futuro. Este museo debe ser un museo educativo de valores y, por tanto, museo vivo e interactivo.

No debe ser apenas un vistazo al pasado sino, más que eso, un compromiso de acción hacia el futuro. Mal haría en anclar solo en el ayer sin proyectarse hacia adelante: tendrá que ser, así, un museo de “la memoria y la paz”. Este debería ser el título que ostente. La paz que va más allá de la memoria y corre hacia adelante, pero también la paz como reconocimiento de la lucha y martirio de miles de militares y policías que la defendieron y que aún ahora ofrendan sus vidas por preservarla. Obviamente, nos referimos a aquellos que actuaron siempre al margen de las oscuras perpetraciones del grupo Colina y de algunos otros.

No solo bastará el documental fotográfico como exposición del dolor, será necesario que en su sede se manifiesten todas las expresiones culturales que eduquen en la paz y en la tolerancia. La danza, el teatro, el canto, la poesía, la pintura, el cine, deben servir para generar convicciones de paz, tolerancia y libertad. De eso se trata, no de recordar en negativo a los protagonistas de una década para condenarlos en un registro de memoria, sino de persuadir a las generaciones actuales y futuras que la paz es el único sendero de la vida.

Su fin ulterior no debe ser el registro de recuerdos sino la prevención de la violencia subversiva. El primer tramo del recorrido es el recuerdo de las víctimas dolientes, el siguiente paso debe ser la paz que da paso a la esperanza.

No nos cerremos de antemano, pues la oportunidad convoca a todos, desde las víctimas y sus familiares hasta a aquellos que dieron el cuerpo para que la subversión no aniquilara nuestra libertad. Es con ese espíritu que auguramos que no habrá imposiciones tentativas.

Este museo deberá ser bifronte como Jano: un umbral que marque la transición entre lo que fue y lo que habrá de ser en el mañana.

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