29.10.09

La elección de la pareja

LUCES Y SOMBRAS EN LAS HISTORIAS FAMILIARES


Por: Mercedes Montero de Péndola*

“Tú me acostumbraste a todas esas cosas, y tú me enseñaste que son maravillosas”, bolero muy conocido antiguamente, cantado por Lucho Gatica.

Probablemente más de una pareja empezó su relación amorosa en medio de fuerzas poderosas conscientes e inconscientes.

Pensando en los deseos inconscientes, nuestra primera “elección” cuando venimos al mundo es la que hacemos de la madre, más exactamente del pecho materno y más precisamente todavía la que hace de nosotros la madre, pues es ella la que nos ha elegido. Sobre este modelo, este “primer objeto de amor” tal como lo denomina el psicoanálisis, se harán todas las sucesivas elecciones que haremos a lo largo de nuestra vida y muy especialmente por cierto la de la pareja.

Esto quiere decir que tanto el hombre como la mujer elegirán siempre a alguien que ha enganchado con sus recuerdos inconscientes vinculados a este primer objeto de amor; posteriormente, aparece otro objeto de amor igualmente importante y es la figura del padre.

Reitero, estamos hablando de niveles inconscientes, no de aquellos conscientes, en los que pueden “jugarse” estos roles, que a veces se entremezclan patológicamente y llevan a los miembros de la pareja a sentirse confundidos, sorprendidos de lo que les acontece.

El matrimonio no solo abarca prácticamente la edad adulta cronológica, sino que atraviesa por fases distintas que podríamos llamar fases de formación de la pareja: fase de estructuración y procreación, crisis de la edad media de la vida y lo que podríamos llamar el matrimonio en la ancianidad.

Cada una de estas fases se reviste en formas distintas en cuanto a la intimidad, motivación e intensidad en el vínculo, y cada una puede traer sus propios problemas y conflictos. Los cambios de esta relación en sus diferentes fases producen angustia y exigen de los cónyuges una gran capacidad de adaptación y flexibilidad dentro del vínculo.

Sería de gran eficacia para la pareja familiarizarse con el hecho de que cada unión conyugal experimenta crisis típicas, absolutamente normales y que precisamente la lucha para superar esas crisis es la que mantiene vivo el matrimonio: más bien el intento de eludir y no reconocer los conflictos llevará a más diferencias de criterios, a más perturbaciones dentro de la relación.

La elección de pareja será más sólida cuanto más armoniosa y fluida sea la relación, basada en una comprensión mutua en la que cada uno responda aceptando la existencia de estos modelos infantiles inconscientes, que antes comenté, sin que ello implique desconocer los niveles adultos conscientes. En realidad, ambos niveles están presentes siempre en interjuego y en saludable integración, con predominio de los aspectos adultos, naturalmente, que suponen flexibilidad y no rigidez.

(*) Psicoterapeuta

EL COMERCIO

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