28.10.09

Preguntas para el presidente

QUE EL PUEBLO AVANCE PARA EL PERÚ


Por: Baltazar Caravedo Economista

Sin lugar a dudas el Perú ha mostrado en los últimos años algunos cambios económicos y sociales significativos. El presidente Alan García lo destaca en artículo publicado el pasado domingo. Recurre a información elaborada por Naciones Unidas para certificar lo que ha llamado “el avance social”.

Destaca varios indicadores: la reducción de la pobreza, la disminución de la mortalidad infantil, el descenso del analfabetismo, el incremento de las viviendas con agua potable y electricidad, la multiplicación de hogares con telefonía fija y el mayor número de kilómetros de carreteras asfaltadas.

El desarrollo, sin embargo, es un proceso complejo al que hay que observar tomando en cuenta una serie de aspectos o dimensiones, algunas de las cuales no siempre se explican claramente a pesar de su identificación o no se perciben tan fácilmente. ¿Por qué, a pesar de los logros económicos y sociales persiste una trama conflictiva que, de manera recurrente, se convierte en crisis que conmocionan regiones o al país entero? ¿Por qué aún persiste la corrupción a todo nivel, en todas sus formas, con tanta frecuencia?

Si aceptamos que toda sociedad es un entramado de vínculos entre personas; uno de los elementos centrales en la construcción de vínculos tiene que ver con nuestra cultura cotidiana, plagada de equívocos e incoherencias, las mismas que se manifiestan en las distintas esferas en las que nos desplegamos, presente en todo tipo de organización, privada o pública, con o sin fines de lucro.

Si pudiésemos caracterizar el universo subjetivo de nuestra sociedad diríamos que los afectos y metáforas orientadoras que predominan son la ambivalencia, el cinismo, la desconfianza, la carencia de convicción, la falta de compromiso, la fragmentación. Todo ello se encuentra profundamente arraigado en nuestra “viveza criolla”, en la trama conflictiva, en la gobernabilidad difícil, en la desventaja competitiva.

Constituirnos en una sociedad democrática, que reconoce y respeta su diversidad, que sabe escuchar y acoger las diferencias para mejorar sus atributos y capacidades y desplegar una ética coherente y un desarrollo sostenible es el desafío que enfrentamos. No basta la inversión económica pública y privada; no es suficiente capacitar en las escuelas, institutos o universidades. Es indispensable considerar que toda organización es un espacio educativo, y que con la incorporación de estrategias, políticas y prácticas de responsabilidad social se puede contribuir a la transformación de nuestra sociedad.

EL COMERCIO

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