15.10.09

¿Vacaciones forzadas?

Por: Beatriz Boza

Cualquiera que vive de servir al público, sea caserita, ambulante, banquero o comerciante, conoce el valor de adecuarse a las necesidades de sus clientes, incluyendo horarios y modalidades de atención. A ninguno se les ocurriría cerrar en horas punta, hacer mantenimiento en todas sus dependencias a la misma vez o mandar al personal de vacaciones por todo un mes. Claramente, para ellos, el cliente es el rey.

Pensar en el cliente supone orientar toda la actuación de una organización a su servicio, antes que a otros fines, por más necesarios que estos sean. Servir al público supone adecuarse a lo que es mejor para la gente que requiere ese servicio antes que buscar servirse de ella. Esto que le resulta tan obvio a la caserita, ambulante o comerciante parece no haber ingresado aún a la pantalla de decisiones de nuestro sector público.

¿Sabía que con el objeto de fomentar el turismo interno y de realizar las acciones de mantenimiento de los equipos e infraestructura de las dependencias públicas, el 75% del Estado saldrá de vacaciones en febrero próximo? Así lo establece el proyecto de ley de presupuesto 2010 que se está discutiendo en el Congreso. La norma indica que las autoridades deben procurar la continuidad de los servicios “básicos” y las “labores indispensables” de la entidad. La idea es que la mesa de partes pueda seguir funcionando para no “entorpecer” el servicio al ciudadano. La propuesta refleja cómo concebimos la gestión del Estado: desde Lima y pensando en todos menos en quienes requieren un servicio concreto.

Por un lado, cabe preguntarse: ¿por qué febrero y no enero o agosto en un país como el nuestro con realidades y climas tan disímiles? Mientras que en la costa es verano en la sierra y selva es época de lluvias. ¿Es ese el mejor mes para favorecer el turismo interno? ¿Turismo de playas y carnaval? ¿No sería más adecuado reservar varios fines de semana largos durante el año?

¿No son acaso todas las funciones de una entidad pública esenciales para el servicio que prestan? ¿Quiere decir entonces que muchos funcionarios “no sirven”? Más allá de ello, ¿no es lo más adecuado que cada entidad, y dentro de ellas, cada unidad planifique cuándo y cómo tomar sus vacaciones? En todo caso, de prosperar la norma, ¿significa que no habrá inauguraciones en febrero? ¿O constituyen estas para algunas autoridades “labores indispensables”?

EL COMERCIO

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