15.10.09

Ministro Rey

Por Augusto Álvarez Rodrich
alvarezrodrich@larepublica.com.pe

Las discrepancias crecientes del titular de Defensa

Un gabinete monocorde no le sirve a un presidente que necesita cotejar opciones y alternativas antes de decidir, pero tener ministros cuya opinión se vuelve no solo crecientemente discrepante sino estridente y notoria también es negativo pues proyecta al gobierno como un coro desafinado e incómodo para la audiencia.

Como el lector zahorí ya se habrá dado cuenta, dicha introducción tiene que ver con las opiniones cada vez más disonantes del ministro Rafael Rey en temas que van desde los vinculados a su responsabilidad funcional en el sector Defensa, hasta los que tienen que ver con sus convicciones personales como el Museo de la Memoria o la despenalización del aborto.

Ante los ejercicios militares planeados por Chile con insolencia, estuvo el pedido público de Rey a ese país para que los cancelara. Esto fue calificado por muchos como desubicado pero, también, como insólito por haberlo hecho ‘a título personal’. ¿Desde cuándo un ministro de Defensa de una nación habla en público sobre temas cruciales del sector aclarando que no es la posición del gobierno? Para eso, mejor que se calle, ¿no?

Después, Rey recurrió a la ‘especialidad de la casa’ y arremetió contra la CVR y las investigaciones de matanzas como la de Putis, sobre las cuales dijo que no le preocupa tanto “un entierro de cosas que sucedieron en el pasado”.

Asimismo, en relación con el Museo de la Memoria, Rey no desaprovecha ocasión para proclamar su discrepancia, obligando al gobierno a tener que realizar un deslinde indispensable para precisarle a Mario Vargas Llosa que el proyecto sigue adelante a pesar del ministro de Defensa y de otros funcionarios como el vicepresidente Luis Giampietri.

Por último, está el debate en el gabinete sobre la despenalización del aborto eugenésico, un asunto en el que, sin duda, caben posiciones discrepantes que deben ser respetadas. Pero el que un ministro plantee antelada y públicamente que renunciará si su posición no triunfa, parece majadería o pataleta. Que debata con altura y que luego decida si se va o se queda.

Para no representar a un partido aliado que, por ejemplo, aporte votos en el Congreso; tener agenda propia; no perder oportunidad de exteriorizar discrepancias con el gobierno; y andar con un estilo que el premier Javier Velásquez define como “apasionado”, pero que con frecuencia parece alterado, la situación de Rey en el gabinete es, digamos, bastante peculiar.

Él necesita, como ha escrito Federico Salazar, “serenarse y dejar de hacer política” pues, como ha comentado Mario Ghibellini, “no es lo mismo ser un político peleón que un buen ministro de Defensa”. De lo contrario, tendrán que buscarle, pronto, una nueva embajada al Ministro Rey.

LA REPUBLICA

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