28.10.09

Pavorosa estadística

Una lamentable estadística revela hasta qué punto la familia, célula fundamental de la sociedad, está en crisis. Cada hora dos niños peruanos son violados en su propio hogar por sus familiares más cercanos.

En lo que va del año, 16,513 menores sufrieron vejámenes incalificables que, en la totalidad de los casos, acarrean consecuencias futuras muy graves en la vida del niño o niña, para quienes será difícil superar el trauma. Además, esta cifra se ha incrementado significativamente del 2008 a acá, pues el año pasado se situó en 13,414 casos.

Dos son las maneras adecuadas de enfrentar tan terrible problema: una política punitiva severa, y una permanente campaña de prevención y orientación. Y ambas realizadas en el marco de otra mayor: la promoción de los valores morales y éticos en la comunidad entera. Dichas tareas deben estar unidas y relacionadas de tal manera que se complementen. La sanción es necesaria; pero si no va acompañada por la educación incumple su finalidad social. Por cierto esta articulación es compleja y exige la participación de las instituciones y de la ciudadanía.

En este contexto, resulta fundamental intensificar el celo con el que el Ministerio Público intervenga en cada caso, propiciando que su actuación consiga no solo la finalidad: frenar los abusos, sino al mismo tiempo que promueva el hábito de la denuncia para evitar que se siga ocultando la verdadera magnitud de este problema. El hecho, por ejemplo, de la tecnificación del Instituto de Medicina Legal –que hace posible obtener resultados en una semana sobre muestras que evidencien ataques sexuales, comparado con los tres meses que tardaban anteriormente– ayudará a amenguar esta lacra. En esa misma línea, los modernos equipos de este instituto permiten ampliar la imagen de las lesiones producidas en los ataques y grabarlas, con lo cual las evidencias se afirman para obtener prontos y sólidos fallos condenatorios.

La educación con prevención es la otra gran herramienta para enfrentar este problema. Al respecto, se necesita un trabajo largo y sostenido promoviendo la disciplina en la etapa escolar y universitaria; la lectura; el deporte; la contracción al estudio; el sano esparcimiento y, en fin, un estilo de vida saludable tanto en el plano académico y material como en el espiritual. Ese crisol permitirá forjar valores éticos, morales y humanos que enaltezcan a la sociedad, en vez de envilecerla. Niños, jóvenes y ancianos serán sus principales protagonistas. Y a la vez sus principales beneficiarios.


EXPRESO

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