29.10.09

La respuesta ciudadana ante absurda decisión congresal

Es adecuado que el ministro de Justicia, Aurelio Pastor, haya anunciado que el Gobierno promoverá un pedido de referéndum ante el JNE, orientado a corregir la absurda decisión del Congreso de archivar los proyectos para instaurar el voto voluntario y la renovación por mitades.

¿Qué pasa con el Congreso? Lo cierto es que, por indolencia o conveniencia, la mayoría de sus integrantes no termina de entender la esencia del sistema democrático, que exige renovación, así como amplia y libre participación de los ciudadanos. Según Ipsos Apoyo, el 74% aprueba la renovación del Congreso a la mitad del período presidencial y el 86% pide voto voluntario.

Al mandar al archivo dichas iniciativas, la Comisión de Constitución hace oídos sordos y se pone de espaldas al clamor ciudadano, expresado mayoritariamente en las encuestas. Así, se ahonda de modo preocupante la brecha entre el primer poder del Estado y los electores, con lo que aquel pierde poco a poco su razón de ser.

Debemos recordar que el voto voluntario, como lo prueba la experiencia de otros países, enfatiza el sentido de libertad, pero sobre todo la responsabilidad de cada ciudadano al momento de sufragar. Lo que necesitamos, efectivamente, es un voto maduro y razonado, y no uno forzado y a veces manipulado por algunos candidatos de última hora, a través de campañas de amedrentamiento o temor.

El otro asunto postergado ahora es igualmente crucial. Los congresistas —hay que repetirlo una vez más— son representantes de los ciudadanos y se deben a ellos, a los que tienen que escuchar y rendir cuentas de modo permanente.

No son una casta aparte, como algunos de ellos parecen creer, al defender con uñas y dientes un sistema obsoleto y de prebendas que la sabiduría popular ha bautizado como “otoronguismo”, caracterizado tanto por un mal entendido espíritu de cuerpo cuanto por una conveniente confusión entre inmunidad e impunidad.

Precisamente, el sentido de la renovación por mitades apunta a institucionalizar la rendición de cuentas ante los ciudadanos, que elegirían —o reelegirían— a aquellos grupos y representantes con mejor desempeño. ¿A eso le temen los congresistas? ¿Es que no confían en la eficiencia de su gestión partidaria y particular?

El sistema actual, de elegir en bloque y paralelamente a la elección presidencial, genera un efecto de arrastre que se desgasta mucho en un período de cinco años. Además, la renovación por mitades sería una clara expresión de alternancia, lo más propio al sistema democrático que debemos alentar y no bloquear.

¿Qué tiene que pasar para que los congresistas tomen conciencia y asuman su responsabilidad? En el fondo, lo que se está evidenciando y poniendo a prueba es la debilidad estructural de los partidos políticos, que distan mucho de ser democráticos ellos mismos. Al acercarse las elecciones municipales y generales, como ya es usual, empiezan a perfilarse candidaturas oportunistas, que son reflejo más de ambiciones personales que de proyectos serios de gobierno citadino o nacional.

El llamado de atención es, pues, a los líderes de partidos para que hagan un mea culpa y se conviertan en instrumentos dinámicos de democracia interna y renovación de dirigencias a partir de una doctrina o ideología política. La premisa básica es que no puede democratizar quien no es democrático en su propia casa.

En tal contexto, el revés congresal no puede sepultar el clamor democrático. La ciudadanía está a la expectativa de que, desde otro poder del Estado, se evalúe detenidamente la propuesta de referéndum para hacer valer la voluntad popular y mejorar el sistema democrático.


EL COMERCIO

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