Cuando escucho a un entrevistado en un programa periodístico hablar sin rumbo, dar vueltas a las ideas sin ir al grano, trato de adivinar qué es lo que fue a decir y muchas veces no lo logro. No sé a qué fue, ¿por qué aceptó la entrevista?, ¿qué quiso decir? Compruebo, entonces, la presencia de un mal común entre nosotros: la falta de preparación.
Voy a enfocar esta falta de preparación en la oportunidad perdida para transmitir un mensaje en un medio de difusión masiva, aunque podríamos hablar de la no preparación en cualquier otra actividad. La diferencia entre ir preparado y no preparado a una entrevista está en el resultado: perdimos nuestro tiempo, perdimos la oportunidad y muchas veces pusimos en peligro lo que hacemos o lo que hace nuestra empresa.
Harry Houdini (1874-1936), famoso mago, además de ilusionista, espiritista y más conocido como escapista, amarrado con cadenas, sogas, candados lograba liberarse en pocos segundos a la vista y paciencia del público, llegando a convertirse en un verdadero mito. Una de sus últimas aficiones fue el retar a quien quisiese a golpearlo en el abdomen, el que había entrenado para resistir al más fuerte. Se cuenta que un día cualquiera iba caminando a toda prisa al local donde debía presentarse cuando lo abordó un muchacho para hacerle saber que conocía de un hombre de extraña y grande fortaleza que podía fácilmente derrotarlo. Houdini aceptó el reto indicándole que lo traiga, a lo que el muchacho respondió: aquí está a mi lado. Volteó entonces Houdini y se encontró con este fortachón que al momento empezó a golpearlo en el vientre venciéndolo de inmediato. Houdini murió a los pocos días a consecuencia de estos golpes. El gran escapista, mago y retador tantas veces de la muerte había sido sorprendido, no tuvo tiempo de prepararse y eso le costó la vida. A este hecho se le conoce como el efecto Houdini.
La preparación, como punto de partida para el ejercicio de transmitir un mensaje, es necesaria en la comunicación interna y mucho más cuando se trata de los medios. La radio y la televisión tienen sus propios códigos y a personal experto que los maneja, no podemos pretender ir a ellos como quien va a un restaurante o a un cine. Vamos a dialogar, a conversar, pero esta es una conversación que tiene sus propias reglas, las que la mayoría de nosotros no conoce. El resultado es lo que vemos: entrevistados asustados o muy sueltos que no nos dicen nada, que se enredan en tecnicismos como si estuvieran pasando un examen universitario. Las pocas veces que esto no sucede es porque nos encontramos frente a alguien que se preocupó en prepararse.
Una buena manera de empezar a entrenarnos en esta preparación es construir nuestro mensaje, saber qué es lo que queremos decir, escucharnos, saber cómo suena nuestra voz y entonces estar mejor preparados para aprovechar cualquier momento de la entrevista, si es al inicio y al final mejor, para decirlo de forma clara y convincente. Que no nos golpeen en el vientre desprevenido como a Houdini.
LA PRIMERA
Voy a enfocar esta falta de preparación en la oportunidad perdida para transmitir un mensaje en un medio de difusión masiva, aunque podríamos hablar de la no preparación en cualquier otra actividad. La diferencia entre ir preparado y no preparado a una entrevista está en el resultado: perdimos nuestro tiempo, perdimos la oportunidad y muchas veces pusimos en peligro lo que hacemos o lo que hace nuestra empresa.
Harry Houdini (1874-1936), famoso mago, además de ilusionista, espiritista y más conocido como escapista, amarrado con cadenas, sogas, candados lograba liberarse en pocos segundos a la vista y paciencia del público, llegando a convertirse en un verdadero mito. Una de sus últimas aficiones fue el retar a quien quisiese a golpearlo en el abdomen, el que había entrenado para resistir al más fuerte. Se cuenta que un día cualquiera iba caminando a toda prisa al local donde debía presentarse cuando lo abordó un muchacho para hacerle saber que conocía de un hombre de extraña y grande fortaleza que podía fácilmente derrotarlo. Houdini aceptó el reto indicándole que lo traiga, a lo que el muchacho respondió: aquí está a mi lado. Volteó entonces Houdini y se encontró con este fortachón que al momento empezó a golpearlo en el vientre venciéndolo de inmediato. Houdini murió a los pocos días a consecuencia de estos golpes. El gran escapista, mago y retador tantas veces de la muerte había sido sorprendido, no tuvo tiempo de prepararse y eso le costó la vida. A este hecho se le conoce como el efecto Houdini.
La preparación, como punto de partida para el ejercicio de transmitir un mensaje, es necesaria en la comunicación interna y mucho más cuando se trata de los medios. La radio y la televisión tienen sus propios códigos y a personal experto que los maneja, no podemos pretender ir a ellos como quien va a un restaurante o a un cine. Vamos a dialogar, a conversar, pero esta es una conversación que tiene sus propias reglas, las que la mayoría de nosotros no conoce. El resultado es lo que vemos: entrevistados asustados o muy sueltos que no nos dicen nada, que se enredan en tecnicismos como si estuvieran pasando un examen universitario. Las pocas veces que esto no sucede es porque nos encontramos frente a alguien que se preocupó en prepararse.
Una buena manera de empezar a entrenarnos en esta preparación es construir nuestro mensaje, saber qué es lo que queremos decir, escucharnos, saber cómo suena nuestra voz y entonces estar mejor preparados para aprovechar cualquier momento de la entrevista, si es al inicio y al final mejor, para decirlo de forma clara y convincente. Que no nos golpeen en el vientre desprevenido como a Houdini.
LA PRIMERA
No hay comentarios:
Publicar un comentario