El gas de Camisea debe ayudarnos a salir de la pobreza. Hay demasiada experiencia que demuestra que reducir nuestros recursos naturales a materia prima para ser vendida en el extranjero es el camino al subdesarrollo y el mejor estímulo de la pobreza.
El Perú tiene más de catorce trillones de pies cúbicos de gas en los lotes 88 y 56 de Camisea, de los que se piensa exportar 650 millones de pies cúbicos diarios a partir del 2010.
Nuevamente se quiere exportar una riqueza que nos dio la naturaleza, no un inversionista ni una empresa privada, no una política pública ni un proyecto estatal, y que, por eso, debía dedicarse a mejorar los niveles de vida le los peruanos.
Nuestras materias primas se deben exportar después de haber satisfecho las necesidades internas de desarrollo económico, social y tecnológico, para llegar a hacer del capital humano el más importante factor de progreso y la garantía de un futuro mejor.
A mediados del siglo veinte producíamos cobre, plomo, zinc, harina de pescado, algodón, azúcar, que pesaban en el mercado internacional y nos permitían una holgada posición de negociación en el comercio con otros países. Pero por la falta de una inteligente y honesta clase dirigente esta producción no se transformó en desarrollo.
A comienzos de este siglo nuestras principales exportaciones eran casi las mismas, con tecnologías obsoletas propias de una economía primario exportadora, en un mundo de alta sofisticación tecnológica e intenso comercio de servicios, protección intelectual y derechos de autor.
Así, el Perú quedó fuera de la cancha del progreso global y pasamos de país en desarrollo a país sin desarrollo. Con una clase alta muy rica pero insignificante, una clase media poco visible y peleando por no ahogarse en la pobreza y con un pueblo pobre luchando para comer, para educarse y para curarse con menos de dos dólares diarios. Así no saldremos del hoyo.
Si insistimos en vender el gas y no en transformarlo en productos de alta tecnología que dejan más riqueza para los peruanos, que se cuide Haití porque le vamos a quitar el último lugar en América Latina.
LA PRIMERA
El Perú tiene más de catorce trillones de pies cúbicos de gas en los lotes 88 y 56 de Camisea, de los que se piensa exportar 650 millones de pies cúbicos diarios a partir del 2010.
Nuevamente se quiere exportar una riqueza que nos dio la naturaleza, no un inversionista ni una empresa privada, no una política pública ni un proyecto estatal, y que, por eso, debía dedicarse a mejorar los niveles de vida le los peruanos.
Nuestras materias primas se deben exportar después de haber satisfecho las necesidades internas de desarrollo económico, social y tecnológico, para llegar a hacer del capital humano el más importante factor de progreso y la garantía de un futuro mejor.
A mediados del siglo veinte producíamos cobre, plomo, zinc, harina de pescado, algodón, azúcar, que pesaban en el mercado internacional y nos permitían una holgada posición de negociación en el comercio con otros países. Pero por la falta de una inteligente y honesta clase dirigente esta producción no se transformó en desarrollo.
A comienzos de este siglo nuestras principales exportaciones eran casi las mismas, con tecnologías obsoletas propias de una economía primario exportadora, en un mundo de alta sofisticación tecnológica e intenso comercio de servicios, protección intelectual y derechos de autor.
Así, el Perú quedó fuera de la cancha del progreso global y pasamos de país en desarrollo a país sin desarrollo. Con una clase alta muy rica pero insignificante, una clase media poco visible y peleando por no ahogarse en la pobreza y con un pueblo pobre luchando para comer, para educarse y para curarse con menos de dos dólares diarios. Así no saldremos del hoyo.
Si insistimos en vender el gas y no en transformarlo en productos de alta tecnología que dejan más riqueza para los peruanos, que se cuide Haití porque le vamos a quitar el último lugar en América Latina.
LA PRIMERA