19.2.09

El colmo del Otorongo

No cabe duda de que si existe un poder en el Estado que requiere a gritos ser renovado es el Congreso. El nivel de desaprobación ciudadana que tiene es masivo. Nueve de cada diez peruanos no se sienten representados, lo cual no sorprende si consideramos que no hay semana que pase sin escándalo.

Además, la producción legislativa del Parlamento, su razón de existir, es mala al priorizarse en la evaluación del parlamentario el volumen y no la calidad, como si la función legislativa fuese un trabajo a destajo. Encima de todo eso, el Congreso no es una entidad económica ni frugal. Su presupuesto anual es de cerca de un millón de dólares por parlamentario.

En este contexto, uno pensaría que la Mesa Directiva del Congreso estaría realmente preocupada en tratar de revertir esa alarmante tendencia que los está llevando a ser considerados como irrelevantes para el electorado. Pero parece que su principal preocupación es cómo sacarle más provecho a la posición. Así tenemos que es urgente plantear una reforma constitucional que posibilite la renovación por tercios del pleno para que los ciudadanos no tengan que esperar cinco largos años para corregir la equivocación que hayan cometido en la elección, y que también permita renunciar al congresista que quiera retirarse del Parlamento. Sin embargo, el presidente del Congreso, en vez de reformar, está más bien buscando activamente que se apruebe una ley muy 'creativa’ que tiene nombre propio y que le permitiría postular a la presidencia de Lambayeque en las próximas elecciones.

Pero eso sí, es muy precavido el mencionado legislador que juega solo a ganador. Por ello se ha asegurado que la incompatibilidad entre los dos cargos con mandato ciudadano solo se produce si es elegido y proclamado. Es decir, si es rechazado por su electorado natal se puede consolar percibiendo por casi un año más un salario pagado por el contribuyente nacional. En un ejemplo de entornillamiento en el cargo, digno de Chávez o Fidel, los parlamentarios serían los únicos funcionarios que no tendrían que renunciar para postular. Solo lo tienen que hacer si son elegidos. Incluso, estoy seguro de que a algún congresista se le va a ocurrir que dos cargos públicos puedan ejercerse simultáneamente. Total, siempre se logra consenso en el Congreso para aprobar propuestas que beneficien al otorongo.

PERU 21

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