26.2.09

La autoridad del principio

Por Augusto Álvarez Rodrich
alvarezrodrich@larepublica.com.pe

La PNP necesita liderazgo enérgico pero justo.

Está muy bien que Mercedes Cabanillas haya empezado su actuación como ministra del Interior con expresiones que transmitan su intención de restaurar el principio de autoridad en una institución que lo ha perdido hace mucho tiempo. Pero cuidado con el abuso y con limitar las sanciones a las sardinas y obviarlas para los tiburones de la policía.

En este sentido, fue una decisión valiosa de Cabanillas la expulsión inmediata de los dos policías que, en completo estado de ebriedad, ocasionaron un triple choque en Monterrico. No hay duda del delito y solo queda proceder con la sanción enérgica que debería servir –lo que es más importante– como advertencia al resto de integrantes de la institución.

A diferencia, no parece haber sido muy feliz la decisión de la ministra Cabanillas en el caso de las cuatro policías que han sido separadas temporalmente y que podrían ser expulsadas porque un video en el que ellas aparecen semidesnudas fue colgado en ‘cholotube’ –una página web caliente– y recibió a unos cien mil visitantes.

Estas policías no han cometido algún delito. Por el contrario, han sido víctimas de la persona que violó su intimidad al difundir imágenes íntimas sin su consentimiento. Más allá de alguna broma que se juegan entre ellas, no están realizando nada muy, digamos, ‘espectacular’. Y, para decirlo con más claridad, aún si estuvieran realizando algún acto sexual, eso corresponde estrictamente al ámbito privado en el que nadie tiene derecho a ingresar.

Si por lo visto en ese video, la ministra Cabanillas cree que hay una infracción, pues está en un error garrafal y en un exceso de cucufatería. Y si, peor aún, lo quisiera usar para castigar a estas cuatro policías con el fin de fortalecer su imagen de ‘Thatcher’ –la cual no le viene mal– pues sería algo condenable desde todo punto de vista.

Restaurar el principio de autoridad en una entidad en donde este se ha perdido como consecuencia de muchos años de manejo incompetente y corrupto es indispensable. Pero actuar de acuerdo con ese dicho lamentable que prima en muchas entidades de que ‘autoridad que no abusa, se desprestigia’, sería inaceptable y contradictorio con la necesidad de reconstruir los valores en la institución, lo cual solo se va a lograr gracias a un liderazgo enérgico pero justo.

Finalmente, la nueva ministra no debiera olvidar que la corrupción más relevante en la policía no está en los mandos inferiores, sino en los tiburones que desde hace tanto tiempo se la llevan fácil ante la indiferencia y hasta la complicidad de muchas autoridades.

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