19.2.09

Milagro de papel

El presidente Alan García está convencido -o quiere convencernos- de que la economía peruana es la más pujante del mundo.

Según él y sus acólitos, en todos los países se habla del “milagro económico peruano”.

El jefe de Estado se apoya en la cifra del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) según la cual la economía del país tuvo en 2008 un crecimiento de 9.84 por ciento.

Lástima no más que el jefe del INEI sea un compañero aprista, cuya calificación profesional es cuasi desconocida. Y más triste aún es que los datos divulgados por el propio INEI contradigan violentamente la euforia presidencial.

Como ha hecho notar el economista Kurt Burneo, profesor de la Universidad San Ignacio de Loyola, el Informe Técnico del INEI publicado en febrero precisa que los diversos sectores no crecieron ni la mitad de lo expuesto por García.

El sector manufactura, por ejemplo, sólo creció 3.84%. El Comercio, sólo 4.21%. Agua y electricidad, 2.91%. Minería e hidrocarburos, 3.41%. Esos rubros representan el 74.56% del Producto Bruto Interno.

Un sencillo razonamiento basta para desbaratar la inepcia del INEI, que García ha encargado o, en todo caso, aprovecha: el total no puede ser superior a las partes. Tres más cuatro, más tres, más tres no pueden dar un promedio de 9. ¿De dónde sale entonces ese vigoroso 9.84 por ciento que canta el primer mandatario?

Habrá que atribuirlo a la rica imaginación de García o a la matemática pobre del INEI.

Lo que ocurre es que el régimen necesita hacer creer que, en efecto, como lo afirmó el presidente, nuestro país está blindado contra la crisis global.

Se quiere hacer creer que somos el único país del mundo que no padece con la quiebra mundial de la economía. Somos, de acuerdo a eso, más sabios y poderosos que Estados Unidos, China, Japón, Francia y hasta Alemania. No nos ganan.

Todo ello surge de la egolatría irracional del hombre que cree que por medio de discursos voluntaristas y mentiras descomunales se puede cambiar la realidad.

El problema es que las mentiras implican, de paso, el afán de ocultar la realidad. Esta manipulación impide tomar las medidas adecuadas para enfrentar la catástrofe que nos amenaza.

El panorama es grave. En Estados Unidos se perdieron en enero, adicionalmente, 260 mil empleos. En China, 20 millones de trabajadores migrantes provenientes del campo han perdido su puesto al retornar de sus vacaciones a las urbes donde trabajaban. El Producto Bruto Interno de Japón se redujo en 12.7% el año pasado.

En tal escenario, es irresponsable afirmar que en el Perú vivimos en el mejor de los mundos posibles. El papel de Cándido no juega con la realidad.

Una de las medidas previsoras debería consistir en destituir al jefe del INEI por mentiroso o por inepto. Otra, debería ser otorgar un papel dinámico al Estado.

LA PRIMERA

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