23.2.09

Un premier de baja intensidad

Por Augusto Álvarez Rodrich
alvarezrodrich@larepublica.com.pe

La difícil posición de Simon en el gobierno.

La especulación de que el ingreso de Mercedes Cabanillas al gabinete dejó políticamente descolocado al premier Yehude Simon no es muy sólida, pues él ya andaba descolocado antes de la designación de la nueva ministra del Interior.

El premier enfrenta varios problemas para asentarse en el complejo cargo al que fue convocado, hace más de cuatro meses, en medio de la peor crisis del gobierno de Alan García pues se reveló que la corrupción había tocado las puertas de funcionarios muy relevantes de su régimen.

Quizá el más importante sea el papel difuso de su gestión. No se perciben iniciativas suyas con impacto notorio, y eso lo perfila como un simple administrador al que le han encargado algunos asuntos del gobierno pero ninguno muy significativo.
Más allá de lanzar un plan anticorrupción mellado por el escándalo en la elección del contralor, no se siente la mano de Simon –ni sus convicciones– en el gobierno.

Es cierto que esto es difícil de lograr con un presidente que siempre busca ser el único centro de atención, pero, hasta el momento, el papel de Simon está difuminado. Su enganche con Alan García no parece fluido. Las expresiones contradictorias entre ambos son demasiado frecuentes.

Asimismo, su relación con el Apra no ha sido, como era de esperarse, sencilla. Los cabes de los compañeros han sido frecuentes y marcados por la actitud de ‘tú no eres de los nuestros así que, si no quieres problemas, amóldate’.

Se lo hicieron notar hace un mes cuando Simon soltó el comentario de que “al Apra le falta más unidad para trabajar en función del gobierno” y le saltaron a la yugular Aurelio Pastor, Nidia Vílchez y Cabanillas. Los apristas son buenos para trompearse entre ellos, pero mejores para unirse ante la ‘amenaza externa’. En este contexto, el lanzamiento hecho por Simon de una eventual alianza electoral del Apra con la ‘izquierda madura’ –¿él mismo?– se ve forzado e inviable.

Quizá por todo lo anterior, el perfil político de Simon parece menor al que tenía su antecesor, y se le siente como el premier de transición a la espera de que pase el mal rato de los ‘petroaudios’ para que los compañeros puedan ir regresando al gabinete, lo que de hecho ya ha estado ocurriendo, con Cabanillas como el retorno más notorio.

Esto no significa que Simon esté por perder el empleo. Al contrario, un ‘premier de baja intensidad’ puede ser conveniente para el gobierno pues le sirve de biombo para el retorno de más compañeros al gabinete. Pero un escenario en el que la intrascendencia lo abrume es el peor para Yehude Simon.

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