22.2.09

“Marilucha me habló mucho de Víctor Raúl”

Augusto Polo Campos, eximio compositor peruano, narra una parte no contada de su amplia experiencia vivida. Recuerda en esta entrevista a la enamorada de Víctor Raúl Haya de la Torre (VRHT) y lo dice en el 114 aniversario del natalicio del fundador del APRA.
–Últimamente se especuló sobre la vida íntima de Haya, sobre la supuesta relación con una mujer con la que habría contraído nupcias. Circuló una fotografía donde parecía que Haya se casaba. Pero el hayista Javier Valle-Riestra dijo que la persona de la foto no es Víctor Raúl. ¿Tiene usted alguna referencia sobre la vida sentimental del extinto líder aprista?
A pesar de no haber tenido la suerte de conocer a ese gran peruano como es VRHT, –hecho que se frustró cuando el aprista y periodista Manuel Avendaño Cánepa, tenía que llevarme a Villa Mercedes, pero no se pudo–, sí tuve la suerte de conocer a muchas personas, entre ellas a Marilucha García Montero. Cultivamos una amistad que se hizo muy intensa por el lapso de un año. No sé si por mi juventud tuve mucha suerte con las damas. Tuve damas muy lindas, muchas misses, pese a mi fealdad, aunque parece que mis canciones sí eran bonitas, y eso era la contraparte. Como le refería: Conocí a Marilucha con ocasión de un aniversario de Chabuca Granda a la que concurrieron varios amigos. Esa amistad hizo que yo la lleve a viajes, paseos y a cosas muy anecdóticas. Dentro de esos viajes hablábamos mucho.

–¿Ella había compartido encuentros con Haya?
Ella venía con la fama de haber sido la novia de VRHT. Marilucha me decía lo mucho que aprendió de Víctor Raúl porque él le contaba cosas maravillosas. Yo no miento, digo la verdad y tengo testigos de esa enorme amistad que tuve con Marilucha, como por ejemplo la misma Chabuca Granda y tantos amigos comunes con quienes nos reuníamos en el Karamanduka, que quedaba en la avenida Arenales; allí departíamos con Piedad de la Jara, Rosita de la Jara, entre otros. Bueno, yo iba con Mariulucha también a sitios como “El canela fina”, en Miguel Dasso. Y era muy lindo porque detrás de ese local había parques cerrados para las casas de la zona. Desde allí mirábamos la luna mientras que en “El canela fina” tocaban mis canciones.

–¿Cómo era Marilucha?
Era una mujer guapa, muy vivida, muy París. Iba a Francia y regresaba con frecuencia. Lo que le encantaba de mí era que yo la había llevado a conocer Lima, esa “Lima la horrible” como decía Salazar Bondy. Es decir ella nunca se imaginó que la iba a llevar en un tranvía a Chorrillos o cómo un día la hice subir al colectivo “Victoria Viterbo”. Me decía “no te imaginas el regalo que mes has dado”, y hasta emocionada me refería que quería “regresar de la misma forma”, en esos colectivos. También le gustaba que yo le improvisara composiciones sobre lo que tenía delante mío. Por ejemplo, cuando estaba frente a un parque yo le decía “las plantas que están sin frutos son como las personas sin hijos” y me decía “sigue, sigue, continúa”. Pero cuando ella me leía sus libros, yo no los entendía porque nunca quise leer un libro, a pesar que hoy estoy escribiendo uno que lo quiero titular “la filosofía de la incultura”... Y no leí ni los libros de Haya de la Torre que Marilucha sí los tenía muy presentes.

Tiempos del odriísmo
–¿En el gobierno de Odría usted ingresó a la policía?
Así es, y en esa época en algún momento me encontré en un callejón de la calle Chota con el perseguido número uno de entonces, con Armando Villanueva del Campo. Con decirle que yo era de la brigada de Julio Montes Flores, el primer departamento contra los políticos.

–Tiempo de Esparza Zañartu...
Efectivamente, y le cuento de mi encuentro con Armando Villanueva. Yo no lo arresté, aunque quizá esto pueda verse como una muestra de indisciplina y no tengo miedo de decirlo, a pesar que la policía diga muy mal hecho, porque entonces supongo debí hacerlo. Pero Armando está vivo y lo tiene que recordar. Bueno, ¿qué pasó? Un día estaba yendo a buscar a una enamorada en la calle Chota, a tres cuadras de la Prefectura, y al caminar por el cine Rivoli, que estaba a media cuadra del Paseo Colón, veo un callejoncito al costado de ese cine y de allí salía Armando, y le dije “quédate allí, no te muevas, yo soy policía, pero aquí está tu amigo Augusto Polo Campos, yo persigo delincuentes y tú no eres delincuente”. Él se detuvo y le dije: “no estoy cometiendo ninguna falta al no detenerte, esposarte y llevarte a pie hasta la prefectura que está a la vuelta. Luego agregué: “confía en mí, que voy a ir a conseguir un taxi; yo me voy a ir y no le digas a nadie la dirección a donde tú vas, y se fue”. No soy aprista, pero podría ser apristón. Pero soy también amigo de Luis Bedoya, de Cornejo Chávez, lo fui de Malpica que era comunista, de Genaro Ledesma Quiero mucho la política a pesar que hace 35 años metí palo a los políticos con el personaje “Camotillo el tinterillo”, cuyo guión yo escribía para Tulio Loza.

Hablaba de Haya
–¿Marilucha qué le decía de Haya?
Me hablaba de Haya, me contaba de él. Yo no lo pude conocer personalmente pero con la forma cómo ella lo presentaba, ya lo conocía. Me comentó tantas cosas de él, sobre todo de su manera de querer, de amar y de ser tan bravo luchador como hombre, porque me decía, “son indiscreciones pero hay que decirlas con todo respeto por supuesto, tú a ratos te pareces a él, eres un monstruo y un ángel a la vez, eres un volcán poético, eres como él”. Yo le respondía que no puedo ser como él, porque él ha leído muchos libros y yo ninguno; y ella replicaba: “tú con cada cosa que me dices al oído me haces pensar de que el amor y la inteligencia son muy amigos. Porque Víctor Raúl sí me hizo muy feliz en Centroamérica, en Costa Rica donde estuvimos casi exiliados”. Ella aseguraba que sí lo había acompañado. Entonces vinieron los chismes, la gente hablaba de la novia de Haya... y se separaron.

–¿Ese romance de Haya en qué tiempo ocurrió?Antes de los cincuentas. Pero ahora mucha gente podría creer que yo hablo por hablar. No es así, pues lo que me toca con Marilucha, lo supieron Chabuca Granda, Piedad de la Jara, Rosita de la Jara, los dueños del Karamanduka, Rosi Rosi Morales Ayarza, Mocha Graña. Por eso quiero contar sobre este episodio de Víctor Raúl, a quien no conocí, pero lo vi, lo vi en mis pensamientos, sabía lo que quería decir cuando hablaba de “pan con libertad” y sigo su espacio tiempo histórico, sigo sus pasos sin ser aprista. Con su muerte el Perú perdió un gran hombre, y sólo tiene un monumento en la avenida 28 de julio con Wilson. El Perú le debe un gran monumento como a Cáceres, como a Grau, porque él fue un gran pensador, fue el Vallejo de la política.
Rafael Romero

El genio y los genios
–¿Por qué entregar este testimonio ahora?
Bueno, porque hay que reconocer hechos de la vida de un genio como Víctor Raúl. Él fue un gran genio y a los genios nos hace Dios. Porque yo tengo 2,000 canciones y nunca quise aprender a escribir música, a leer música o tocar algún instrumento. En media hora me sale una canción que después es cantada por todo el mundo como si fuera un himno. Por ejemplo “Contigo Perú”, cuando una parte de la letra dice: “Sobre mi pecho llevo tus colores y están mis amores, contigo Perú”. También “Y se llama Perú”: “Con P de patria,, la E del ejemplo, la R de rifle y la U de la unión. Igual con “Limeña” o “Cariño Bonito”. He nacido para cantarle al Perú sin aprender a tocar ningún instrumento. Soy como una flor que no tiene que ir a la universidad para aprender a florecer o un árbol que para dar frutos no tiene que ir a la universidad a aprender a fructificar, así me iba bien a los 12 años y ahora a los ochenta mi última canción la he hecho ayer (jueves último) para las viudas de los policías... Yo sigo componiendo, no estreno porque los piratas nos roban, y si te he dicho que somos genios, es porque hay que ser genio para seguir componiendo, para seguir amando a muchas mujeres, amando por si acaso, no pensando en amarlas... He querido entregarte este testimonio porque veo que la envidia sobre Víctor Raúl sigue existiendo, hecho que hace que hablen tantas cosas de él como hablan de mi que soy mujeriego. Pero te he contado lo que me decía Marilucha, que fue muy amada por Víctor Raúl, y me lo dijo tantas veces como para que el más bruto entienda. Lamentablemente ella murió en su residencia de la avenida Salaverry. Me dijo alguna vez que me llevaría a París pero el destino no lo quiso, como aquella vez que iba ir a Villa Mercedes a conocer personalmente a Víctor Raúl pero no se pudo
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