16.2.09

Soy muchacho provinciano

Por Augusto Álvarez Rodrich
alvarezrodrich@larepublica.com.pe

Congresistas buscan empleo en el interior.

“Soy muchacho provinciano / Me levanto muy temprano / Para ir con mis hermanos a trabajar / No tengo padre ni madre / ni perro que a mí me ladre / Sólo tengo la esperanza de progresar / Busco una nueva vida en esta ciudad / Donde todo es dinero y hay maldad / Con la ayuda de Dios sé que triunfaré / Y junto a ti, mi amor / ¡Feliz seré! / ¡Feliz seré!”.

Chacalón se hizo famoso con esta canción que reflejaba al provinciano que venía a Lima para labrarse un futuro. Ahora, varios congresistas quisieran emprender la ruta inversa.

En este sentido, se equivocaron los que creían que Javier Valle Riestra era el único con ganas de mandarse mudar del Parlamento, porque la lista de los que están en plan de fuga es amplia e incluye, para empezar, a su tocayo Javier Velásquez Quesquén, nada menos que el presidente del Congreso.

En efecto, el lambayecano ha declarado que quiere postular a la presidencia de su región en el año 2010. Esto requerirá que renuncie al Congreso pero, previamente, que se apruebe el proyecto de ley que permita a los congresistas postular a presidencias regionales y alcaldías. Aún hay discrepancias sobre su constitucionalidad, pero ya tiene dictamen favorable en la Comisión de Constitución y podría aprobarse en marzo.

Si eso ocurriera, varios congresistas se lanzarían a buscar un nuevo empleo en algún gobierno regional o municipalidad. Detrás de esta intención de éxodo y voluntad de ‘somos fuga’ está la sensación creciente de que hoy lo más interesante de la política peruana no está en Lima sino en las provincias.

La dinámica en una región o municipalidad otorga una potencia política muy superior a la de seguir calentando una curul en un Congreso que no ha mejorado nada su reputación, lo cual perjudica la perspectiva de sus miembros. Además, en una región o municipio sí se puede mostrar la obra que la gente agradezca, algo imposible de lograr en el Parlamento.

Un problema de esta iniciativa es que permitiría la fuga de varios de los mejores elementos del Congreso en un momento en que, en vez de debilitar a esta institución, lo que se necesita, con urgencia, es mejorar sustantivamente su calidad.

Antes que dar normas para ayudar a que los congresistas más valiosos dejen de serlo, debería evaluarse opciones como hacer obligatorio que el candidato presidencial también deba encabezar la lista de postulantes al Parlamento.

Con ello, los principales dirigentes políticos no acabarían siendo francotiradores –como ahora– sino actores absolutamente comprometidos con el futuro del país pero jugando el partido dentro de la cancha, y no desde fuera de ella.

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