21.2.09

Meche, el partido y el Interior

Por: Hugo Guerra

Polémico lector, la designación de Meche Cabanillas como ministra del Interior no me parece mal. Incluso me parece bien que el Gobierno tenga en ciertos puestos claves a miembros del partido oficialista, porque esta es la mejor manera de que asuma su responsabilidad tanto política como funcional.

Desde hace mucho el debate sobre quiénes deben conformar el Gabinete Ministerial ha cobrado un giro innecesariamente polarizado. Coincido en que el equipo debe ser plural e incluyente de diversas corrientes políticas. Pero todo partido que llega al poder democráticamente tiene derecho a incluir en puestos ejecutivos a sus miembros, siempre y cuando tengan la calidad ética, moral y profesional y que, además, no ocurran tres fenómenos perversos: que se cope el aparato del Estado desplazando a quienes son burócratas y funcionarios de carrera; que se vea a la administración pública como agencia de empleos; y que se use el carnet como herramienta de prebendas, tráfico de influencias o pase de privilegios indebidos.

El fortalecimiento de las instituciones partidarias, además, debe enfocarse de manera diferente: ganadas las elecciones y establecido el gobierno, las organizaciones políticas no tienen por qué cerrar sus locales y desmovilizar a sus seguidores. La vida democrática ordenada exige, más bien, que exista mucho activismo, que el debate ideológico no se paralice y que inclusive las masas partidarizadas se reúnan periódicamente en sus diversas manifestaciones.

Hoy en el Perú casi no hay vida partidaria, ni siquiera dentro del Apra que sigue siendo considerado como el mejor organizado. Y eso es malo, porque no entrena en el quehacer público a los ciudadanos, y porque deja el espacio abierto para que los radicales —quienes sí movilizan permanentemente a sus seguidores— ganen posiciones, facilitando el acceso al poder de los líderes antisistema. Por algo sigue teniendo vigencia el principio de que las masas se combaten con las masas.

El activismo que propugnamos debe ser, sin embargo, ordenado y cuidadoso en su diseño para impedir aquellos desbordes del pasado que tanta confusión y violencia implicaban; pero, claro, eso depende sobre todo de la gestión de los líderes.

Entre tanto, en el caso del Ministerio del Interior, la presencia de dirigentes apristas debemos verla más que con simpatía, con naturalidad, porque es en ese sector donde tiene que plasmarse la visión y el programa presidencial del modo más directo posible, sobre todo en lo referente a la estabilidad y paz social del país. Y eso debe ser así para que la responsabilidad por el gobierno de la república no se transfiera ni a los independientes ni a los miembros de otros partidos. Además, con esto realmente se cumplirá con aquella parte del juramento ministerial respecto a que si no cumplen bien “Dios y la patria se lo demanden”.

Sobre Meche Cabanillas —obvias diferencias políticas e ideológicas al margen— no sé si podrá manejar bien un sector complejísimo, pero debo decir que sí me parece honesta, y comprometida con la Policía Nacional, tal como ha demostrado en las comisiones del Congreso. Por lo demás, después del saliente ministro-general de la ineptitud, todo cambio es urgente.

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