18.2.09

La teta caviar

En su momento destacamos –con llamada en portada, como debía ser– el premio que recibió el filme de Claudia Llosa. Porque, como dijo alguna vez el periodista argentino Jorge Lanata, “la realidad sucede y los hechos no son de derecha ni de izquierda, son hechos”.
Pero en este espacio opinamos y por lo tanto queremos decir que “La teta asustada” es el típico producto caviar hecho para enternecer a europeos con mala conciencia por su pasado (y los alemanes, de todos los europeos, son los que más rabo de paja tienen). Está ambientada en los años de la “violencia política” –léase guerra antiterrorista– y por supuesto los malos de la película son los militares: violan campesinas y ellas transmiten el “susto” a sus hijos a través de la leche materna. Una distinguida colega, al comentar ayer en su columna la trama, se suma a esta visión unilateral y la resume así: “mujeres violadas y maltratadas por las fuerzas del orden (Sendero era asesino y venal, pero no violaba)”. Al parecer ignora que hasta la CVR no tuvo más remedio que admitir que sus amados “militantes” del “PCP-SL” eran violadores masivos. Pero no, para Llosa, para la comentarista y para tantos otros miembros de la progresía, lo “políticamente correcto” es cargar las tintas sobre los uniformados.

Numerosas naciones a lo largo de su historia han enfrentado situaciones en las cuales tuvieron que encarar la conducta de sus militares. “Los más sabios y experimentados fueron los romanos”, anota Maquiavelo en su obra “Discursos de la primera década de Tito Livio”. “Ellos eran menos desagradecidos que otras repúblicas cuando se trataba de castigar a los militares por sus errores”, dice el florentino, “y el más sonado ejemplo fue que a Cayo Terencio Varrón, por cuya temeridad los romanos fueron emboscados y derrotados a manos del general cartaginés Aníbal en Cannas, no se le castigó sino que le rindieron honores (...) El Senado en pleno salió a recibirlo y como no podían felicitarlo por la desastrosa batalla, lo congratularon al haber regresado a Roma y dar la cara”.

¡Qué abismo entre aquellos romanos y los caviares criollos! A los militares y policías que pusieron el pecho contra el terrorismo –a diferencia de Varrón, ellos triunfaron en mil batallas y ganaron la guerra– los persiguieron como criminales a través de la infame “Comisión de la Verdad” y ahora los llenan de escarnio en películas como “La teta asustada”. ¿Algún día se animará un cineasta local a rodar una cinta sobre las últimas horas de las víctimas de Tarata o sobre la gloriosa operación “Chavín de Huántar”? No. Eso sería visto como propaganda derechista, no ganaría premios en Europa ni merecería, como el filme de Llosa, aplausos que a nosotros nos parecen bien tetudos.

LA RAZON

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