16.2.09

Podríamos tener muchas más 'Tetas’

El éxito de La teta asustada en el festival de Berlín no solo es motivo de orgullo para todos los peruanos, sino que también nos debería llevar a replantear la política cultural. En nuestro país, personas talentosas como Claudia Llosa tienen muy pocas alternativas públicas o privadas para poder desarrollar su inquietud cultural. El mercado interno es pequeño, el Estado tiene escasos recursos y no existe tradición ni mecanismos que faciliten que mecenas privados patrocinen artistas con potencial. En ese contexto, es casi un milagro el que tengamos una cineasta que haya ganado el Oso de Oro. Su éxito se debe exclusivamente a su esfuerzo, creatividad y capacidad.

Lamentablemente, desde hace años el poco debate que ha existido sobre política cultural se ha centrado en la posibilidad de crear un ministerio de la cultura. Como si tener algunos burócratas más fuera de utilidad o como si fuera lógico el pensar que el Estado se puede volver eficiente porque se crea un ministerio, cuando en el resto de sectores –todos con ministros– es ineficiente. Incluso, si se revisa el destino que se da a los pocos recursos públicos que se destinan a la cultura, se van casi en su integridad a pagar planillas. En los últimos años, los contados museos que se han abierto o remodelado han sido, en todos los casos, gracias a la iniciativa privada o a la cooperación internacional. La única función pública que es evidente en el caso del INC es la obstaculización que hacen a la inversión privada en hoteles o al avance de obras públicas. Mientras que el fomento a la cultura y el arte es cada día menor.

Por ello, lo que corresponde hacer es posibilitar que la actividad privada financie inquietudes culturales. El tratamiento tributario que se da a los aportes al arte y cultura que pueden hacer empresas privadas debería de ser más flexible. El actual desincentiva en lugar de facilitar. El boom en conciertos gracias a la reducción de tributos es un ejemplo. Hoy se logra recaudación tributaria de una actividad que era prácticamente inexistente y encima se ofrece variedad al espectador. Un pueblo requiere de éxitos como el de La teta asustada para sentirse orgulloso. La mejor manera de aumentarlos es acercar la iniciativa privada al talento individual. Para ello, el Estado debe dejar de obstaculizar y empezar a fomentar.

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