22.2.09

Transnacional del mal

El narcotráfico se ha sofisticado a escala mundial. Si bien en los EE UU el consumo de cocaína ha detenido su crecimiento en los últimos años, las drogas sintéticas comienzan a reclutar nuevos parroquianos. No obstante, ahora el clorhidrato de cocaína se distribuye con más fuerza en Europa, el sudeste asiático y Rusia. Las clases emergentes de China también han entrado a la loca carrera del consumo de drogas. De otro lado, bajo ese mismo esquema de proliferación de estupefacientes, en la región sudamericana los consumidores de drogas, en particular de coca y marihuana, fortalecen dinámicos mercados en Argentina, Brasil y Chile.

En este tema queremos ser lo suficientemente claros para instar a las instituciones del Estado a que redefinan sus estrategias de lucha contra las drogas, pues estamos ante un enemigo que frecuentemente innova en su organización, que es versátil en sus métodos y agresivo en sus metas. De lo contrario, los incipientes carteles de peruanos –que ya existen– mañana o más tarde terminarán enfrentándose a los carteles colombianos y mexicanos. En ese sentido, lo primero es entender la lógica del enemigo, que no es otra que la económica y esto se confirma cuando opera y se mueve como una gran transnacional que busca maximizar sus beneficios con el menor costo posible. En este momento nuestro país está ejecutando principalmente acciones policiales de represión, vale decir está agarrando al rábano por las hojas, sin darse cuenta que está descuidando el buen uso de la inteligencia financiera y la fiscalización de insumos químicos.

En cambio, si apelamos a la teoría económica para que nos ayude a entender al enemigo, entonces recién estaremos en la ruta correcta para ganarle al narcotráfico. Esto implica reconocer que hay una producción de coca legal y otra ilegal. Aquí el factor que distorsiona el precio de la coca es el narcotráfico. Eso explica por qué mientras los precios de las materias primas en el mundo bajan, el de la coca sube. Formalizar y empadronar a los productores debería una tarea permanente a fin de aislar a quienes siembran coca para destinarla al mercado ilegal. Otro rubro es el del control de los insumos. Al respecto, fijémonos que en un extremo de la lista de insumos para elaborar cocaína está el kerosene y en el otro el permanganato de potasio. Ambos se supone son controlados a la hora de ser producidos y al momento de ser vendidos, por lo que se sabe perfectamente a dónde van y quiénes los compran.

Pero resulta sorprendente cómo esos insumos llegan a manos de los narcos sin que nadie se dé cuenta. Es como si todos los días elefantes, jirafas y jabalíes del zoológico salieran a hacer destrucción y media en la ciudad y nadie lo advirtiera. De modo que algo no está funcionando bien. Adicionalmente, en el tema de lavados de activos cada día más se percibe un sopor peligroso entre los responsables de esta acción de control. Sabido es que la mayor cantidad de droga sale por barco, entonces se supone que existen empresas pesqueras de fachada. Lo propio ocurre con mineras o textileras, cuyas actividades concentran entre sus insumos algunos que también usa el narcotráfico (acetona, ácido sulfúrico, óxido de calcio y ácido clohídrico). Por eso el Estado debería coordinar mucho con el sector privado a fin de detectar y ubicar a aquellas firmas que en realidad funcionan como camuflaje de actividades ilícitas, pues para combatir al narcotráfico no es suficiente la acción policial.
eEditoria

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