24.2.09

La eliminación no es fácil

UNA PROPUESTA QUE DEBE SER EVALUADA

Por: Jorge Avendaño Jurista

Se acaba de anunciar una depuración de las leyes existentes, que actualmente son aproximadamente 29.320. ¿Qué significa depurarlas? Importa eliminar todas aquellas que ya fueron derogadas, así como aquellas que se dictaron con un propósito que ya se cumplió (por ejemplo rendir homenaje a una provincia, crear un feriado o ascender a un general). Se trata en definitiva de limpiar el ordenamiento legal de manera que solo subsistan las leyes que efectivamente están vigentes y que tienen aplicación. Se ha hablado —sin ninguna base científica o técnica— que “solo quedarán unas 5.000 leyes” luego de la depuración. ¿Cómo sabemos que serán 5.000 y no más ni menos?

Aclaremos que solo estamos hablando de leyes, expedidas por el Congreso, y de decretos leyes dictados por el Ejecutivo en época de gobiernos de facto. No hablamos de decretos supremos ni de resoluciones supremas que expide el Ejecutivo y que son de lejos más que las leyes.

La Ley 1 no se dictó al iniciarse la república sino el 20 de octubre de 1904. Antes de este día las leyes no eran numeradas; solo llevaban fecha de promulgación.

Nadie discute que hay muchas leyes inservibles. Pero la depuración no es un proceso fácil. Para empezar, cuando una ley es derogada por otra ley, no pierde su número. Esta sería aparentemente una primera limpieza, pero hay que tener cuidado porque a veces para interpretar adecuadamente la nueva ley, es preciso consultar la ley derogada. Además, con frecuencia hay derogatorias parciales, lo cual significa que la ley anterior sigue en parte vigente.

Por otro lado, no siempre las derogatorias son expresas, es decir, “derógase la Ley N° XXXX”. Muchas veces el legislador se cura en salud y deroga “todas las normas que se opongan a la presente ley”, lo cual plantea el problema de determinar, con absoluta precisión, cuáles leyes quedaron de verdad sin efecto en esa derogatoria genérica. Esta es una tarea que exige tremenda acuciosidad y precisión. No la puede hacer cualquier persona.

Hay también el caso de las leyes que caen en desuso. Sí, aunque parezca raro, el desuso puede derogar leyes. Por ejemplo, un autor francés relataba que en su país había una ley de hace varios siglos que prohibía fumar, la cual nunca fue derogada pero que no se cumplía, porque todo el mundo fumaba. Entre nosotros, por otra parte, se dictó en 1924 una ley que permitió el consumo de cerveza los sábados y domingos y dispuso que esta bebida no podía tener más de 4% de alcohol. ¿Está vigente esta norma? Nos consta que se puede consumir cerveza los fines de semana, pero se respeta el máximo de alcohol?

Podríamos citar otros complejos problemas que se plantean. Es que el tema de la derogación de las leyes no es fácil y se estudia en varios cursos de derecho. Los congresistas han anunciado que conforme avancen en su trabajo publicarán los resultados y coordinarán con el Poder Ejecutivo, el Poder Judicial y el Tribunal Constitucional, lo cual es acertado. Pero tengo dudas de que el Congreso pueda hacer bien y oportunamente esta labor. Hace años, cuando formé parte del Congreso, se dictó una ley que determinaba cómo debían dictarse las leyes. Por cierto, esta ley no se ha cumplido cabalmente y el Congreso nada ha hecho. Mejor dicho, quien no ha cumplido esa ley es el propio Congreso…

Quizás lo mejor sea licitar el servicio de depuración entre empresas especializadas que publican leyes y otras normas. Esto podría publicarse para el debate y entonces entrarían a tallar los poderes del Estado. El Congreso debe intervenir también, porque para depurar las leyes es preciso que también se dicte una ley.

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