24.2.09

Chino maldito (II)

El gobierno peruano, con acierto, ha rechazado la donación de dos millones de dólares ofrecida por la canciller alemana Ángela Merkel para la construcción en Lima de un “Museo de la Memoria”. Como era previsible, los caviares han puesto el grito en el cielo, porque dicho museo estaría destinado a alojar la exposición fotográfica de la CVR y otras piezas de propaganda izquierdista similares. Según los caviares, es importante contar con un museo que perpetúe el recuerdo de las víctimas de la “violencia política”. Traducido, eso significa que, además del Ojo que Llora, quieren un nuevo santuario para echar lodo a las FF AA.
Y eso nos lleva a otro de los temas de fondo del así llamado “megajuicio”. En el banquillo no solo está sentado Fujimori. De manera simbólica también juzgan a los militares y policías que pacificaron el Perú. Por eso, insistimos, no es casual que la progresía criolla, día y noche, compare a Fujimori con Hitler (¿por qué será que cuando quieren dar de palos a alguien, siempre lo equiparan al jerarca nazi y nunca con Stalin, Pol Pot o cualquier otro izquierdista?). De esa manera deslizan que los miembros de las FF AA y PNP que combatieron por el país son infames genocidas iguales a las siniestras SS.


Por supuesto, en esto como en todo, los caviares se equivocan. Para el ciudadano de a pie, ni Fujimori, ni las FF AA son genocidas. Más bien consideran que nos libraron de la lacra terrorista, sin lo cual hubiera sido imposible el despegue económico del Perú. Solo el puñado de activistas de ONG’s que vomita su odio frente al Ojo que Llora se compra el sebo de culebra de la “violación sistemática de los derechos humanos”. Y, si quisiéramos ser brutalmente francos, diríamos incluso que la gran mayoría de peruanos considera que si hubo tal violación, lo cual está por probarse (insistimos que fue la excepción y no la regla en la década fujimorista) pues fue un precio aceptable con tal de pacificar el país.

Desafiamos a cualquier caviar que se atreva a bajar de su torre de marfil o a salir de los cafetines y clubes de jazz donde ejerce su “militancia” a que nos demuestre lo contrario. Y les recordamos, de paso, lo que ocurrió en las últimas elecciones generales con la campaña contra Ollanta Humala, a quien acusaron de “violar derechos humanos” cuando combatía la subversión. En realidad le hicieron un favor. ¡Barrió en las urnas en Ayacucho y otras zonas que sufrieron a las hordas de Abimael! Nadie, excepto la izquierda de salón, derrama una lágrima por los terroristas abatidos en el curso de una guerra que ellos desataron. Y a nadie, salvo a los caviares, le interesa un “Museo de la Memoria” para glorificar a sus engreídos de Sendero y el MRTA.+
LA RAZON

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