1.10.09

Convicto y confuso

Por Augusto Álvarez Rodrich
alvarezrodrich@larepublica.com.pe

El final de los juicios ejemplares a Alberto Fujimori

La sentencia leída ayer a Alberto Fujimori constituye un hecho histórico trascendental pues implica su condena por violador de derechos humanos, ladrón y corruptor en el marco de un proceso ejemplar, impecable e inobjetable realizado durante los últimos dos años.

Todo juicio tiene el fin esencial de declarar la inocencia o culpabilidad del acusado, y de aplicarle –si corresponde– un castigo, pero algunos poseen, por el procesado o por la materia que trata, una función pedagógica vital para la sociedad.

Por un lado, porque se vuelven factor de revelación de hechos pasados que, vistos en perspectiva, son mejor entendidos. Por el otro, porque sirven para advertir al futuro gobernante de lo que nunca debe hacer, lo cual, en el caso de Fujimori, significa no robar, no matar y no pervertir instituciones y, a la sociedad en su conjunto, no tolerar estos comportamientos.

En dos casos, como el que culminó ayer, Fujimori aceptó su culpabilidad y optó por una sentencia anticipada para evadir el juicio oral. Ante la contundencia de las acusaciones, buscó impedir que la ciudadanía tuviera el recuerdo vivo de los delitos que cometieron él y su cómplice Vladimiro Montesinos.

Los fujimoristas insisten en que no tenía otra opción por el supuesto fusilamiento mediático del que era víctima y que apabullaba a la corte. Esto no tiene sentido. Primero, ya no quedan muchos medios realmente opositores a Fujimori, mientras que el periodismo que simpatiza con él ha crecido notoriamente.

Segundo, la sala que lo juzgó, conformada por César San Martín, Víctor Prado Saldarriaga y Hugo Príncipe Trujillo, demostró una elevada capacidad profesional que la inmuniza frente a maniobras mediáticas en las que el fujimorismo sí es experto. El país les debe a los tres vocales un profundo agradecimiento por la imparcialidad y transparencia con que condujeron el proceso, lo cual fue crucial para que sea inobjetable.

Lo mismo se puede afirmar del papel cumplido por los fiscales José Antonio Peláez y Avelino Guillén y, también, del abogado de la defensa, César Nakazaki, quien hizo lo mejor que pudo ante la contundencia de las pruebas contra su cliente.

Ya derrotado en el terreno judicial, el fujimorismo se va a lanzar, según su vocero Carlos Raffo, a una “respuesta política” que buscará que “el pueblo lo absuelva”. Esto implica que Keiko Fujimori sea elegida presidenta en el año 2011 con el único y exclusivo fin de indultar a su padre y liberarlo. O pactar el endose de votos a la agrupación política que asuma dicho compromiso.

Ya van a ver cuántos platos de lentejas se van a empezar a rematar a partir de ahora. Impedirlo es, sin duda, el principal desafío democrático de la próxima elección en el Perú.

LA REPUBLICA

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