1.10.09

Nada que observar

Perú no debe asistir como “invitado” a la fanfarria militar chilena maliciosamente denominada “Operación Salitre 2009”, en clara, grosera y simbólica alusión a la guerra de 1879 en la que perdimos la inmensa riqueza salitrera de Tarapacá. Ninguna autoridad peruana –de Lima o destacada en Santiago– debe estar presente en esa “demostración”, sin duda de poder.

La razón de nuestra inasistencia debe ser una ponderada pero enérgica respuesta a una “invitación” que más resulta una provocación. Y asimismo, como muestra de rechazo a la política armamentista de Chile que, en el colmo de la audacia y desfachatez, declara, a través de sus voceros, que esta operación militar es “transparente”.

Lo evidente –no porque así lo exhiban las autoridades chilenas, sino porque la verdad siempre se abre paso– es la carrera armamentista que desarrolla ese país como política de Estado, y que ha llevado al régimen de Bachelet a rechazar de plano –incluso de malas maneras– el pacto de no agresión que propusiera el presidente del Perú, Alan García, en la reciente cita de Unasur. Es más, Chile también ha rechazado, hasta en dos ocasiones, un pedido del ministro Rafael Rey para cancelar la curiosa operación Salitre 2009, sólo a efectos de evitar malentendidos. A propósito, y como muestra de buena voluntad, el titular peruano de Defensa había anunciado la cancelación de ejercicios similares en Arequipa.

Por cierto al gobierno de Chile no le interesa disipar malos entendidos sino, al contrario, enfatizarlos. Por ello, adrede y con toda mala intención, como hemos señalado, denomina Salitre 2009 a su operación militar. Y de hecho hay algo más simbólico y provocador: el ministro chileno de Defensa participó anteayer en el lanzamiento de un manual didáctico titulado "Ojo con la Fuerza Aérea", preparado por la Fundación Futuro. Es decir, cínicamente nos invitan y advierten.

Pero no es sólo el gobierno de Chile el que piensa así, sino su clase política. Para muestra un botón. En el lanzamiento del manual al que hacemos referencia, participó la hermana de Salvador Piñera, candidato presidencial de la Coalición por el Cambio, favorito en las encuestas para ganar las próximas elecciones.

Nadie pretende que nuestro país viva anclado al pasado, sino que se proyecte al futuro en mancomunada integración con todos los pueblos. Por ello es que esta operación militar chilena –y la sarcástica invitación a “observarla”– debe servirnos para tratar mejor la situación de nuestras Fuerzas Armadas, su necesaria capacidad disuasiva y, sobre todo, brindarle el respaldo político y apoyo moral a su oficialidad y tropa, tan maltratadas por los gobiernos de Paniagua, Toledo y, sobre todo, por el espectro políticamente correcto de la progresía nacional enquistada en medios de prensa y entidades estatales. Requerimos fortalecer a nuestros soldados y articular en su entorno a los sectores políticos, empresariales, laborales y sociales; de tal suerte que todos nos sintamos representados y protegidos en ellas. La agresiva actitud chilena y su carrera armamentista así lo exigen.


EXPRESO

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