1.10.09

¿Desquitándonos con Salomón?

Por: Beatriz Boza

Ante noticias ingratas, los griegos decapitaban al mensajero. Dos mil años después, sabemos que eso, claramente, sería demasiado sangriento. Matando al mensajero solo nos desquitamos con el otro por la rabia que nos genera nuestra propia impotencia al tener que lidiar con una noticia no querida, incómoda y que cuesta encarar porque involucra anhelos y temores propios; es un desfogue injusto que no arriba a ninguna solución. Hoy sabemos que la agresividad y la violencia no conducen a nada constructivo.

Por eso, en una sociedad civilizada, sabemos que debemos dar un paso más y tratar de comprender. Entender el mensaje a cabalidad para aceptarlo o rebatirlo es un primer paso que nos permite acercarnos a una interpretación de la realidad que podemos o no compartir, pero que nos habla con significados nuevos que debemos considerar. Es una invitación a dialogar y, así, a construir juntos una nueva verdad. Estamos aprendiendo que solo se puede construir futuro si se garantiza la igualdad de todos en la sociedad. Ello supone reconocerle a toda persona el derecho a expresar su opinión y permitir que se forme la suya.

Muchas veces, empero, es más fácil recurrir a la amenaza y al castigo, pensando que desquitándonos con un tercero desaparecerá nuestra incomodidad. Siento que eso es lo que nos sucede como sociedad frente a la violencia que hemos experimentado en los últimos 40 años. Hoy amenazamos a Salomón Lerner Febres, un académico que asumió la responsabilidad de ser miembro de la Comisión de la Verdad (CVR). Un filósofo e intelectual de trayectoria prístina y reconocida integridad, que se dedicó a entender, desde su perspectiva, nuestra realidad y nos ha propuesto, a manera de reflexión, una nueva forma de verla y comprenderla. Nos plantea un enfoque reflexivo e inteligente para repensarnos como sociedad, reivindicando a cientos de miles de peruanas y peruanos sin voz y excluidos históricamente de los beneficios de nuestra sociedad, a la par de reconocer el rol esencial de nuestras Fuerzas Armadas y la vocación de servicio de los cientos de miles de peruanas y peruanos que visten uniforme en la construcción de un Perú más justo, más democrático, más pacífico y más solidario.

Podremos o no estar de acuerdo con su opinión, o con el Informe de la CVR, pero su vida y su derecho a opinar y proponer son sagrados, como lo son los de todos y cada uno de nosotros.

EL COMERCIO

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