4.10.09

El Otro Sendero

Por Augusto Álvarez Rodrich
alvarezrodrich@larepublica.com.pe

El vicealmirante no tiene quién le escriba (las cartas)

Por tener una magnífica impresión de la calidad de la Escuela Naval –pues varias veces he sido profesor de oficiales de alta graduación de la Marina de Guerra–, me sorprende la carta tan mal escrita y peor estructurada del vicepresidente Luis Giampietri enviada al director de La República. Pero peor aún es su motivo, el cual podría ser incapacidad de interpretación básica de un texto sencillo.

Giampietri me acusa de adjudicarle “subliminalmente” los delitos de amenazar de muerte al presidente de la CVR Salomón Lerner Febres y de envenenar a sus perros. Pero cualquiera que leyó mi columna “Senderistas de derecha” (http://www.larepublica.pe/claro-y-directo/26/9/2009) se dará cuenta de su error. Ahí hasta se indica: “No estoy sugiriendo, en modo alguno, que el vicepresidente Luis Giampietri o los ministros Rafael Rey o Aurelio Pastor estén detrás de la amenaza a Lerner”.

Y luego señalé mi tesis: “Pero sí creo que sus propuestas (de personas como Giampietri o Rey) en temas como derechos humanos, museo de la memoria o justicia militar, y la forma como las plantean y algunos medios se las difunden, pueden estar siendo malinterpretadas por grupos que ven en esas arengas una invitación para hacer justicia con sus propias manos”.

Antes que por un abogado, la carta de Giampietri parece escrita por algún chuponeador de Business Track. Si, como insinúa, quiere querellarme, que sepa que estoy seguro de que –salvo que él use argumentos extralegales– la justicia me dará la razón pues su pretensión carece de viabilidad jurídica.

Si lo hace, debería tener la decencia de no escudarse en la inmunidad parlamentaria para usarla como impunidad, pues, por ser congresista, yo no puedo demandarlo por difamación pues él me imputa un delito que no he cometido y me llama “dependiente de los ONGs”, algo falso que debería probar. Mi participación gratuita en el Consejo Directivo de Ipys responde a mi libertad de asociación que él no puede coactar.

Pero los periodistas debemos debatir con ideas y no acariciando el Código Penal. Mi planteamiento de fondo, en el que me ratifico plenamente, es que la prédica política de personas como Giampietri o Rey puede ser malinterpretada y usada como gasolina por grupos como el que amenazó a Lerner.

El de Giampietri, en cambio, con más mala leche que ignorancia, es una apuesta a fondo por la intolerancia, prepotencia, autoritarismo e impunidad camuflados de patrioterismo barato, además de constituir una amenaza a la libertad de expresión, todo lo cual se refleja en esta carta que La República publica en su integridad –como réplica y no como rectificación que no corresponde– y que pinta de cuerpo entero a quien sustenta una posición que es inaceptable en un régimen democrático como el actual.


LA REPUBLICA

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