1.10.09

¿Podrá el Congreso reconciliarse con los ciudadanos?

Son trascendentales los anuncios del presidente del Congreso, Luis Alva Castro, en entrevista exclusiva con nuestros periodistas, publicada ayer en la sección Bajo la Cúpula.

Ante todo, destaca el compromiso de reforzar las funciones de representatividad y fiscalización, así como de recobrar la confianza ciudadana a través de un trabajo consensuado para aprobar importantes reformas como el retorno a la bicameralidad, la segunda vuelta regional y la eliminación del voto preferencial.

Sobre lo primero, es evidente que los parlamentarios se encuentran históricamente alejados de sus electores, lo cual es un despropósito, pues deben su mandato a ellos. Parte del problema se origina en el sistema político actual, que debe ser revisado para incorporar figuras modernas, como la renovación por mitades y la revocatoria, con mayores dosis de rendición de cuentas y responsabilidad política (“accountability”).

Entre tanto, los congresistas podrían redoblar esfuerzos para acercarse a sus votantes. Para ello Alva Castro, en coordinación con las principales bancadas, ha propuesto modificar el reglamento interno, de modo que los parlamentarios puedan viajar a sus provincias por cinco días todos los meses.

Con esto se logra no solo ejercer la función de representación, sino también la de fiscalización. Efectivamente, según ha explicado, los congresistas de cada jurisdicción viajarán juntos para supervisar los avances de obras y coordinar con los representantes del Ministerio de Economía y Finanzas la prioridad en la ejecución de los presupuestos regionales y locales.

Esto es muy importante, pues gran parte del presupuesto nacional, dos tercios se calcula, está ahora en manos de las municipalidades y gobiernos regionales con poca capacidad técnica para hacer proyectos y ejecutarlos. En tan delicada situación, si los congresistas actúan de buena fe y sin afán proselitista, podrían convertirse en bisagras del desarrollo regional. No tienen capacidad de gasto, pero pueden ayudar a que se gaste mejor.

A más de todo ello, destacamos la voluntad del presidente del Congreso de “agotar hasta el último esfuerzo para hacer reformas de enorme trascendencia nacional, como la bicameralidad, la renovación por mitades o por tercios, el voto preferencial (su eliminación)”, postergados una y otra vez. Es una empresa ciertamente difícil, que demandará una alta dosis de firmeza, perseverancia y voluntad de consenso con el resto de bancadas, para convencerlos de la necesidad de estos cambios que despercudan a nuestro sistema político del marasmo y la obsolescencia.

Un problema recurrente en este complejo diagnóstico es el de los partidos políticos. Los cambios mencionados, así como el nuevo enfoque en las funciones de representación y fiscalización, corren serio riesgo de quedar en meros anuncios si los dirigentes de los partidos no asumen su responsabilidad de reformarse a sí mismos, para dejar de lado el caudillismo y la improvisación.

Finalmente, hay un asunto de naturaleza ética que no podía ser ajeno a la entrevista: ¿Cómo podrá el Congreso recuperar su prestigio y credibilidad si frecuentemente algunos de sus integrantes ganan la primera plana no por su trabajo parlamentario, sino por escándalos que los vinculan a graves faltas y delitos relacionados con el mal uso y abuso de su cargo?

Los retos son capitales y están sobre la mesa. La ciudadanía le toma la palabra al presidente del Congreso y espera que sus anuncios se materialicen en proyectos y acciones coherentes que revelen un nuevo modo de hacer política, alejado del otoronguismo y la inmunidad/impunidad y más cercano a las verdaderas preocupaciones ciudadanas y al interés nacional. El Parlamento debe recuperar su razón de ser, lo que redundaría positivamente en la estabilidad política y la institucionalidad democrática.

EL COMERCIO

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