Aprovechando la realización de la Cumbre del APEC, el presidente de la República Popular China ha programado dos visitas oficiales a países latinoamericanos. Acaba de finalizar su estadía en Cuba y ahora se encuentra en Lima para una permanencia de tres días, convirtiéndose así en el primer mandatario de ese inmenso país en visitar el nuestro.
Como se sabe una larga tradición une al Perú con China. Ella no data de hoy, sino de las inmigraciones realizadas en el siglo XIX, cuando se trajo mano de obra cantonesa para reemplazar a los recién liberados esclavos. No todos los recuerdos de aquella época son buenos, pero al cabo de varias generaciones hay un indiscutible mestizaje de origen chino en el melting-pot de la cultura peruana, que ha incorporado tradiciones chinas diversas.
Además de este centenario contacto, la última etapa de las relaciones del Perú con China se inicia durante el régimen militar del general Velasco, cuando ambos países establecen oficialmente relaciones diplomáticas, las que se intensifican una vez que el periodo de violencia que significó la revolución cultural cesó, y las tesis pragmáticas de Den Siao Ping acabaron imponiéndose.
Desde entonces, aplicando una combinación inédita de capitalismo salvaje en lo económico y un control de gran autoritarismo y sacrificio de libertades en lo político, China practica un modelo que muchos consideran indispensable e inevitable para lograr el desarrollo de un país de más de 1,300 millones de habitantes y que ha logrado mantener un crecimiento económico de un 10% en promedio. El sostén de este modelo es el poderoso Partido Comunista Chino (PCCH), cuyo dirigente es el actual presidente Hu Jintao (60), quien no solo ocupa el principal cargo político del Estado, sino también es SG del PCCH, presidente de su Comisión Militar Central y de su equivalente a nivel de gobierno.
Hace años que China es uno de los destinos más importantes de nuestras exportaciones, a comenzar por las de harina de pescado, pero también nos compra minerales. Tanto Alejandro Toledo como Alan García han mantenido una relación cordial con el gigante asiático, lo que quiere decir que han evitado mencionar DDHH y sí se han adherido a la política oficial de "una sola China" que, una vez resuelto el problema de los enclaves occidentales de Hong Kong y Macao, busca reincorporar Taiwán.
En este marco, la firma de un TLC entre nuestros dos países marcaría un periodo de máximo acercamiento. Las cosas no son sencillas, pues si bien ganamos acceso privilegiado a un enorme mercado de millones de consumidores, los costos sin parangón de la mano de obra china pueden implicar una invasión de nuestro pequeño mercado. Es de esperar que el TLC contemple estas disparidades y sea un instrumento de beneficio para ambos países.
Como se sabe una larga tradición une al Perú con China. Ella no data de hoy, sino de las inmigraciones realizadas en el siglo XIX, cuando se trajo mano de obra cantonesa para reemplazar a los recién liberados esclavos. No todos los recuerdos de aquella época son buenos, pero al cabo de varias generaciones hay un indiscutible mestizaje de origen chino en el melting-pot de la cultura peruana, que ha incorporado tradiciones chinas diversas.
Además de este centenario contacto, la última etapa de las relaciones del Perú con China se inicia durante el régimen militar del general Velasco, cuando ambos países establecen oficialmente relaciones diplomáticas, las que se intensifican una vez que el periodo de violencia que significó la revolución cultural cesó, y las tesis pragmáticas de Den Siao Ping acabaron imponiéndose.
Desde entonces, aplicando una combinación inédita de capitalismo salvaje en lo económico y un control de gran autoritarismo y sacrificio de libertades en lo político, China practica un modelo que muchos consideran indispensable e inevitable para lograr el desarrollo de un país de más de 1,300 millones de habitantes y que ha logrado mantener un crecimiento económico de un 10% en promedio. El sostén de este modelo es el poderoso Partido Comunista Chino (PCCH), cuyo dirigente es el actual presidente Hu Jintao (60), quien no solo ocupa el principal cargo político del Estado, sino también es SG del PCCH, presidente de su Comisión Militar Central y de su equivalente a nivel de gobierno.
Hace años que China es uno de los destinos más importantes de nuestras exportaciones, a comenzar por las de harina de pescado, pero también nos compra minerales. Tanto Alejandro Toledo como Alan García han mantenido una relación cordial con el gigante asiático, lo que quiere decir que han evitado mencionar DDHH y sí se han adherido a la política oficial de "una sola China" que, una vez resuelto el problema de los enclaves occidentales de Hong Kong y Macao, busca reincorporar Taiwán.
En este marco, la firma de un TLC entre nuestros dos países marcaría un periodo de máximo acercamiento. Las cosas no son sencillas, pues si bien ganamos acceso privilegiado a un enorme mercado de millones de consumidores, los costos sin parangón de la mano de obra china pueden implicar una invasión de nuestro pequeño mercado. Es de esperar que el TLC contemple estas disparidades y sea un instrumento de beneficio para ambos países.
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