AUSENCIA DE UN PROYECTO NACIONAL DE DESARROLLO
Una vez más, como ocurre en otros países, los hombres y mujeres de a pie están ausentes en estos certámenes. Solo los gobernantes de turno y los de arriba, portadores de una mentalidad colonial, deciden sobre el 'futuro' de nuestros países y el 'porvenir' de millones de seres humanos que sobreviven en condiciones infrahumanas.
Irresponsablemente, el APEC pretende eludir la grave crisis económica y financiera que sacude al mundo entero, porque no hay ninguna autocrítica sobre el estrepitoso fracaso del manejo cleptómano del libre mercado. No dice nada de la indiscutible decadencia del imperialismo norteamericano; que su poderío económico o militar es una decadencia moral, ética y sistémica. El mundo tiene que cambiar, no debemos seguir siendo víctimas de un orden económico y político injusto, excluyente y expoliador, que conduce al planeta a su autodestrucción.
De qué nos sirve suscribir acuerdos comerciales millonarios si vamos a seguir siendo un país primario exportador de materias primas, que solo van a beneficiar a las grandes corporaciones, mientras se despide a miles de trabajadores y se les sobreexplota, alejándolos cada vez más de los estándares laborales que señala la OIT; cuando no se garantiza la protección del medio ambiente, así como los derechos de las comunidades campesinas y pueblos nativos, cuyas tierras y aguas están siendo envenenadas por las transnacionales mineras.
Estos acuerdos comerciales, de cooperación y desarrollo solo serán útiles si contribuyeran con un proyecto de desarrollo que, desafortunadamente, el Perú no tiene, responsabilidad que debe asumir el gobierno de turno.
En pleno siglo XXI, el Perú tiene que transitar por un nuevo curso, y para que esto ocurra tenemos que dotarlo de un proyecto de desarrollo que defina la visión de país que queremos ser.
El Perú cuenta con enormes potencialidades, es rico en recursos naturales, megadiverso, con potencial humano valioso y laborioso, pluricultural y multiétnico, por lo que debemos aspirar a ser un país industrializado en sectores agroalimentarios, biodiversidad y fabril. Para ello, debemos invertir agresivamente en educación, salud, ciencia, tecnología, innovación e infraestructura, para construir una nueva república, democrática, soberana, integracionista y en proyección al socialismo.
Así como saludamos la visita del presidente de la República Popular China, Hu Jintao, y otros mandatarios, repudiamos la presencia de George Bush, aún presidente de EE.UU., por haber promovido una larga lista de crímenes de lesa humanidad, presentes en la memoria colectiva de los pueblos, y por ser responsable político de la bancarrota económica que conmueve a la humanidad.
Una vez más, como ocurre en otros países, los hombres y mujeres de a pie están ausentes en estos certámenes. Solo los gobernantes de turno y los de arriba, portadores de una mentalidad colonial, deciden sobre el 'futuro' de nuestros países y el 'porvenir' de millones de seres humanos que sobreviven en condiciones infrahumanas.
Irresponsablemente, el APEC pretende eludir la grave crisis económica y financiera que sacude al mundo entero, porque no hay ninguna autocrítica sobre el estrepitoso fracaso del manejo cleptómano del libre mercado. No dice nada de la indiscutible decadencia del imperialismo norteamericano; que su poderío económico o militar es una decadencia moral, ética y sistémica. El mundo tiene que cambiar, no debemos seguir siendo víctimas de un orden económico y político injusto, excluyente y expoliador, que conduce al planeta a su autodestrucción.
De qué nos sirve suscribir acuerdos comerciales millonarios si vamos a seguir siendo un país primario exportador de materias primas, que solo van a beneficiar a las grandes corporaciones, mientras se despide a miles de trabajadores y se les sobreexplota, alejándolos cada vez más de los estándares laborales que señala la OIT; cuando no se garantiza la protección del medio ambiente, así como los derechos de las comunidades campesinas y pueblos nativos, cuyas tierras y aguas están siendo envenenadas por las transnacionales mineras.
Estos acuerdos comerciales, de cooperación y desarrollo solo serán útiles si contribuyeran con un proyecto de desarrollo que, desafortunadamente, el Perú no tiene, responsabilidad que debe asumir el gobierno de turno.
En pleno siglo XXI, el Perú tiene que transitar por un nuevo curso, y para que esto ocurra tenemos que dotarlo de un proyecto de desarrollo que defina la visión de país que queremos ser.
El Perú cuenta con enormes potencialidades, es rico en recursos naturales, megadiverso, con potencial humano valioso y laborioso, pluricultural y multiétnico, por lo que debemos aspirar a ser un país industrializado en sectores agroalimentarios, biodiversidad y fabril. Para ello, debemos invertir agresivamente en educación, salud, ciencia, tecnología, innovación e infraestructura, para construir una nueva república, democrática, soberana, integracionista y en proyección al socialismo.
Así como saludamos la visita del presidente de la República Popular China, Hu Jintao, y otros mandatarios, repudiamos la presencia de George Bush, aún presidente de EE.UU., por haber promovido una larga lista de crímenes de lesa humanidad, presentes en la memoria colectiva de los pueblos, y por ser responsable político de la bancarrota económica que conmueve a la humanidad.
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