Autor: Fritz Du Bois
Criminales con la cara cortada son personajes frecuentes en las películas norteamericanas y todos se dedican –dependiendo del periodo en que se encuentren ubicados– ya sea al contrabando de licor durante la prohibición o al tráfico de drogas el día de hoy. El evadir el control estatal para introducir a un mercado artículos prohibidos o excesivamente gravados es una de las actividades delictivas más antiguas y lucrativas. Sin embargo, los estados insisten en sus políticas represivas pese a que toda la evidencia indica que han fracasado.
Por ello no llama, lamentablemente, la atención que el Gobierno adopte posiciones absurdas, como la propuesta del ministro de Salud de aumentar siete veces la carga impositiva a los cigarros –estableciendo un impuesto del 200%–, lo cual debe de haber sido recibido con algarabía en la frontera con Bolivia, así como en Huaquillas, ante el fabuloso nivel de ganancia que les estarían obsequiando a los contrabandistas en un solo acto.
Recordemos que, en el gobierno del otro García, el control del comercio exterior era total y el nivel de impuestos similar a lo que ahora están planteando. Así que, en ese entonces, en los supermercados no había licores importados y muy pocos cigarros. Sin embargo, los ambulantes vendían de todo en cualquier esquina o mercado; claro, el whisky podía ser té con alcohol etílico y el Fisco no recaudaba ni un 'mango’.
Luego de que se redujeran los impuestos y se levantaran las prohibiciones, el comercio tanto de licores como de cigarros se formalizó, con distribuidores responsables de la calidad y del pago de tributos al Estado. Si queremos que la población deje de envenenarse con alcohol o tabaco, se le debe explicar el daño. No se va a lograr aumentando el margen de utilidad del contrabando.
Por otro lado, una interesante columna de Mario Vargas Llosa planteando la legalización de la droga fue descartada de plano por funcionarios posiblemente preocupados por su cargo. Siendo la lógica económica a favor de la legalización contundente y evidente el fracaso de la guerra contra el narcotráfico, reflexiones como esa deberían llevarnos, más bien, a debatir la adopción de una visión más amplia del problema. Es innegable que la política represiva no ha dado ningún resultado. Simplemente, ha convertido en millonarios tanto a traficantes como a sus cómplices en el Estado.
PERU21
Criminales con la cara cortada son personajes frecuentes en las películas norteamericanas y todos se dedican –dependiendo del periodo en que se encuentren ubicados– ya sea al contrabando de licor durante la prohibición o al tráfico de drogas el día de hoy. El evadir el control estatal para introducir a un mercado artículos prohibidos o excesivamente gravados es una de las actividades delictivas más antiguas y lucrativas. Sin embargo, los estados insisten en sus políticas represivas pese a que toda la evidencia indica que han fracasado.
Por ello no llama, lamentablemente, la atención que el Gobierno adopte posiciones absurdas, como la propuesta del ministro de Salud de aumentar siete veces la carga impositiva a los cigarros –estableciendo un impuesto del 200%–, lo cual debe de haber sido recibido con algarabía en la frontera con Bolivia, así como en Huaquillas, ante el fabuloso nivel de ganancia que les estarían obsequiando a los contrabandistas en un solo acto.
Recordemos que, en el gobierno del otro García, el control del comercio exterior era total y el nivel de impuestos similar a lo que ahora están planteando. Así que, en ese entonces, en los supermercados no había licores importados y muy pocos cigarros. Sin embargo, los ambulantes vendían de todo en cualquier esquina o mercado; claro, el whisky podía ser té con alcohol etílico y el Fisco no recaudaba ni un 'mango’.
Luego de que se redujeran los impuestos y se levantaran las prohibiciones, el comercio tanto de licores como de cigarros se formalizó, con distribuidores responsables de la calidad y del pago de tributos al Estado. Si queremos que la población deje de envenenarse con alcohol o tabaco, se le debe explicar el daño. No se va a lograr aumentando el margen de utilidad del contrabando.
Por otro lado, una interesante columna de Mario Vargas Llosa planteando la legalización de la droga fue descartada de plano por funcionarios posiblemente preocupados por su cargo. Siendo la lógica económica a favor de la legalización contundente y evidente el fracaso de la guerra contra el narcotráfico, reflexiones como esa deberían llevarnos, más bien, a debatir la adopción de una visión más amplia del problema. Es innegable que la política represiva no ha dado ningún resultado. Simplemente, ha convertido en millonarios tanto a traficantes como a sus cómplices en el Estado.
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