BICAMERALIDAD, LA PRIMERA REFORMA
Por: Raúl Ferrero Jurista
El grupo parlamentario aprista ha propuesto la reducción del mandato congresal a dos años y medio. Es decir, a la mitad del actual, de forma que el electorado sea el que defina a quienes escoge para que se queden y a cuáles quiere reemplazar.
En el fondo, se trata de una forma de revocatoria congresal total, pudiendo ser reelegidos los que se considere que deben quedarse en mérito a su buen desempeño.
La propuesta nos parece interesante y, por lo tanto, debe ser vista como un aporte positivo para tratar de mejorar el rendimiento del Congreso, aunque nada garantiza que los nuevos elegidos no traigan los mismos defectos, si es que las agrupaciones políticas no escogen mejor los candidatos que ofrecen a la ciudadanía dentro de sus listas parlamentarias. Esto pasa por que se tenga un mayor cuidado al analizar sus hojas de vida para que el pueblo pueda estar debidamente informado sobre los candidatos entre los cuales debe escoger y así no siga ocurriendo lo sucedido con algunos miembros del Congreso, quienes con su conducta han afectado el prestigio de la institución, que de paso ya se encuentra bastante mellado, tal como lo refleja su bajo nivel de aceptación.
Sin embargo, el riesgo es que una elección parlamentaria total, sobre todo la que se realice a mitad del período presidencial, podría crear un cierto grado de inestabilidad política que influya negativamente sobre nuestro aún débil sistema democrático.
Es por eso que pensamos que la propuesta debería complementarse con el regreso al sistema bicameral, lo que permitiría tener un período reducido de dos años y medio para los diputados y de cinco años para los senadores que conformarían la segunda cámara. Esto permitiría que la Cámara de Senadores se constituya en el factor equilibrio del sistema parlamentario de forma que la elección de los diputados a mitad de período no genere un clima que desestabilice el sistema.
Si se restableciese el Senado (digamos con 45 miembros), también se podría pensar, tal como lo han propuesto algunos distinguidos constitucionalistas, en que este pueda ser renovado por tercios, aunque nosotros nos inclinamos por regresar a un mandato de 5 años, permitiéndose la reelección, tal como es una tradición parlamentaria mundial.
Si bien es cierto que la propuesta de reforma bajo análisis hubiera sido mejor discutirla a comienzos de este gobierno, también es verdad que en todo momento, diversas bancadas parlamentarias que hacen mayoría, se opusieron a los intentos de reforma constitucional que fueron planteados.
A pesar de que consideramos que una reforma integral sería definitivamente mejor, también somos de opinión de que si para introducir una enmienda puntual o parcial se tienen que enfrentar tantas dificultades, el pretender una más ambiciosa y general conllevaría tantas dificultades que sería casi imposible que prospere en las actuales circunstancias.
Consideramos que la iniciativa de reducir el mandato congresal es positiva, pero que debería inscribirse dentro de una que incluya la bicameralidad para que así, con un Senado elegido por un período que coincida con el del presidente de la República, se reduzcan las posibilidades de introducir un elemento de inestabilidad que puede resultar perjudicial al sistema democrático que tanto esfuerzo cuesta mantener en países como el nuestro, en que todavía es frágil e imperfecto.
EL COMERCIO
Por: Raúl Ferrero Jurista
El grupo parlamentario aprista ha propuesto la reducción del mandato congresal a dos años y medio. Es decir, a la mitad del actual, de forma que el electorado sea el que defina a quienes escoge para que se queden y a cuáles quiere reemplazar.
En el fondo, se trata de una forma de revocatoria congresal total, pudiendo ser reelegidos los que se considere que deben quedarse en mérito a su buen desempeño.
La propuesta nos parece interesante y, por lo tanto, debe ser vista como un aporte positivo para tratar de mejorar el rendimiento del Congreso, aunque nada garantiza que los nuevos elegidos no traigan los mismos defectos, si es que las agrupaciones políticas no escogen mejor los candidatos que ofrecen a la ciudadanía dentro de sus listas parlamentarias. Esto pasa por que se tenga un mayor cuidado al analizar sus hojas de vida para que el pueblo pueda estar debidamente informado sobre los candidatos entre los cuales debe escoger y así no siga ocurriendo lo sucedido con algunos miembros del Congreso, quienes con su conducta han afectado el prestigio de la institución, que de paso ya se encuentra bastante mellado, tal como lo refleja su bajo nivel de aceptación.
Sin embargo, el riesgo es que una elección parlamentaria total, sobre todo la que se realice a mitad del período presidencial, podría crear un cierto grado de inestabilidad política que influya negativamente sobre nuestro aún débil sistema democrático.
Es por eso que pensamos que la propuesta debería complementarse con el regreso al sistema bicameral, lo que permitiría tener un período reducido de dos años y medio para los diputados y de cinco años para los senadores que conformarían la segunda cámara. Esto permitiría que la Cámara de Senadores se constituya en el factor equilibrio del sistema parlamentario de forma que la elección de los diputados a mitad de período no genere un clima que desestabilice el sistema.
Si se restableciese el Senado (digamos con 45 miembros), también se podría pensar, tal como lo han propuesto algunos distinguidos constitucionalistas, en que este pueda ser renovado por tercios, aunque nosotros nos inclinamos por regresar a un mandato de 5 años, permitiéndose la reelección, tal como es una tradición parlamentaria mundial.
Si bien es cierto que la propuesta de reforma bajo análisis hubiera sido mejor discutirla a comienzos de este gobierno, también es verdad que en todo momento, diversas bancadas parlamentarias que hacen mayoría, se opusieron a los intentos de reforma constitucional que fueron planteados.
A pesar de que consideramos que una reforma integral sería definitivamente mejor, también somos de opinión de que si para introducir una enmienda puntual o parcial se tienen que enfrentar tantas dificultades, el pretender una más ambiciosa y general conllevaría tantas dificultades que sería casi imposible que prospere en las actuales circunstancias.
Consideramos que la iniciativa de reducir el mandato congresal es positiva, pero que debería inscribirse dentro de una que incluya la bicameralidad para que así, con un Senado elegido por un período que coincida con el del presidente de la República, se reduzcan las posibilidades de introducir un elemento de inestabilidad que puede resultar perjudicial al sistema democrático que tanto esfuerzo cuesta mantener en países como el nuestro, en que todavía es frágil e imperfecto.
EL COMERCIO
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