Aldo Mariátegui
Traigo a colación ese pedazo del poema "Aullido" de Allen Ginsberg porque a estas alturas es evidente que un tema protagónico en la próxima campaña presidencial será la seguridad ciudadana, sobre todo en provincias y de manera especial en el electoralmente estratégico norte. El hampa de hoy es muy distinta a la de los 90, pues afecta mucho más al parroquiano de a pie. Ya no son asaltos a bancos, secuestros o robos a casas de gente pudiente, arranchones de carteras y celulares, hurtos de equipos de música o llantas de autos, carteristas de microbús, etc. -que son cosas más o menos soportables y más o menos usuales en las ciudades grandes-, sino asesinatos a manos de pandillas por robar un celular, un auto o una moto; violaciones de mujeres y menores por doquier; secuestros a ciegas de cualquiera que camina por la calle para sacarle lo que sea; extorsiones sistematizadas a humildes tenderos, transportistas, constructores y hasta mototaxistas; balaceras de vereda a vereda entre grupos rivales de Construcción Civil; taxistas que resultan ser cebos para emboscadas criminales, etc... Es decir, llueve para todos y más aún sobre aquellos que viven en zonas populares, donde no hay serenazgos eficientes, guachimanes de empresas responsables y comisarías bien equipadas (gracias a los vecinos).
Ya en algunas zonas (Trujillo, Chimbote, Chiclayo, Ica) se está experimentando un miedo entre los vecinos muy similar en intensidad al que se sentía durante el terrorismo (o "conflicto armado interno", como le llaman cojudamente los caviares), y por eso no sorprende la popularidad del oficial Elidio Espinoza, que supuestamente lideraba un escuadrón de la muerte en Trujillo. Me dicen amigos de allá que éste se lanza para alcalde de esa ciudad o presidente regional de La Libertad y barre. No me asombraría que el aprismo o fujimorismo, tan "pragmáticos", lo lleven de candidato. Y le conviene, pues se blindaría políticamente de posibles juicios. ¡La realpolitik! Y es previsible que el fujimorismo se cuelgue de este tema con cierto éxito, pues sus integrantes alegarían que exterminarían al crimen como lo hicieron con el terrorismo. Tampoco sorprendería que algunos de estos partidos "pragmáticos" resuciten la vieja polémica sobre la pena de muerte, que bien puede ser un exitoso caballito de batalla electoral. En principio, apoyo esa medida (ya explicamos aquí cómo el Premio Nobel Gary Becker y el experto Gordon Tullock demostraron que sí es disuasiva), aunque definitivamente el primer paso lógico y más factible de implementar es construir unos 10 penales nuevos y muy lejos de las ciudades (los crímenes en Trujillo y Chiclayo se orquestan desde los cercanos penales de El Milagro y Picsi).
Otro tema del que poco se habla es la fuerte expansión del narcotráfico, que, según se sospecha, es uno de los motores del boom económico que vive el norte del país y que evidentemente origina consumo local y dependencia que promueven el crimen para satisfacer nuevas necesidades o que trae "profesores de afuera" que enseñan técnicas cada vez más violentas. La despenalización de la droga planteada por Mario Vargas Llosa es la solución más cuerda (ya Milton Friedman lo había explicado), pero es inviable por la necia oposición de los yanquis, que como buenos cowboys siempre creen que todo lo van a resolver a balazos. Ahora que con este frío en el norte del planeta que demanda más calefacción, la mala cosecha de trigo argentina y el Niño local, podríamos tener a los precios de combustibles y de la comida como actores centrales.
CORREO
Traigo a colación ese pedazo del poema "Aullido" de Allen Ginsberg porque a estas alturas es evidente que un tema protagónico en la próxima campaña presidencial será la seguridad ciudadana, sobre todo en provincias y de manera especial en el electoralmente estratégico norte. El hampa de hoy es muy distinta a la de los 90, pues afecta mucho más al parroquiano de a pie. Ya no son asaltos a bancos, secuestros o robos a casas de gente pudiente, arranchones de carteras y celulares, hurtos de equipos de música o llantas de autos, carteristas de microbús, etc. -que son cosas más o menos soportables y más o menos usuales en las ciudades grandes-, sino asesinatos a manos de pandillas por robar un celular, un auto o una moto; violaciones de mujeres y menores por doquier; secuestros a ciegas de cualquiera que camina por la calle para sacarle lo que sea; extorsiones sistematizadas a humildes tenderos, transportistas, constructores y hasta mototaxistas; balaceras de vereda a vereda entre grupos rivales de Construcción Civil; taxistas que resultan ser cebos para emboscadas criminales, etc... Es decir, llueve para todos y más aún sobre aquellos que viven en zonas populares, donde no hay serenazgos eficientes, guachimanes de empresas responsables y comisarías bien equipadas (gracias a los vecinos).
Ya en algunas zonas (Trujillo, Chimbote, Chiclayo, Ica) se está experimentando un miedo entre los vecinos muy similar en intensidad al que se sentía durante el terrorismo (o "conflicto armado interno", como le llaman cojudamente los caviares), y por eso no sorprende la popularidad del oficial Elidio Espinoza, que supuestamente lideraba un escuadrón de la muerte en Trujillo. Me dicen amigos de allá que éste se lanza para alcalde de esa ciudad o presidente regional de La Libertad y barre. No me asombraría que el aprismo o fujimorismo, tan "pragmáticos", lo lleven de candidato. Y le conviene, pues se blindaría políticamente de posibles juicios. ¡La realpolitik! Y es previsible que el fujimorismo se cuelgue de este tema con cierto éxito, pues sus integrantes alegarían que exterminarían al crimen como lo hicieron con el terrorismo. Tampoco sorprendería que algunos de estos partidos "pragmáticos" resuciten la vieja polémica sobre la pena de muerte, que bien puede ser un exitoso caballito de batalla electoral. En principio, apoyo esa medida (ya explicamos aquí cómo el Premio Nobel Gary Becker y el experto Gordon Tullock demostraron que sí es disuasiva), aunque definitivamente el primer paso lógico y más factible de implementar es construir unos 10 penales nuevos y muy lejos de las ciudades (los crímenes en Trujillo y Chiclayo se orquestan desde los cercanos penales de El Milagro y Picsi).
Otro tema del que poco se habla es la fuerte expansión del narcotráfico, que, según se sospecha, es uno de los motores del boom económico que vive el norte del país y que evidentemente origina consumo local y dependencia que promueven el crimen para satisfacer nuevas necesidades o que trae "profesores de afuera" que enseñan técnicas cada vez más violentas. La despenalización de la droga planteada por Mario Vargas Llosa es la solución más cuerda (ya Milton Friedman lo había explicado), pero es inviable por la necia oposición de los yanquis, que como buenos cowboys siempre creen que todo lo van a resolver a balazos. Ahora que con este frío en el norte del planeta que demanda más calefacción, la mala cosecha de trigo argentina y el Niño local, podríamos tener a los precios de combustibles y de la comida como actores centrales.
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