29.1.09

Algo huele mal

Alcanzamos, al final de nuestra columna anterior, a comentar al paso la extraña decisión del periodista Pablo O’Brien de entregar al juez 86 “petroaudios” y a preguntarnos por qué justamente ahora. Y si acaso era una maniobra para desviar la atención de los autores intelectuales del “chuponeo”. Pues hoy comprobamos que no somos los únicos suspicaces. Jorge Morelli, en su “Media Columna”, se pregunta lo mismo. Y también Jacqueline Fowks en su blog “Notas desde Lenovo”. Y El Comercio hace notar que O’Brien, ahora tan diligente para colaborar con la justicia, no cumplió con asistir a las dos citaciones que le hicieron la fiscalía y la policía durante las investigaciones por el ‘chuponeo’ efectuado por Business Track. Y en otro blog, el del Morsa, un cibernauta que se identifica como Luis Aguirre hace un comentario pertinente:
“Lo de O’Brien y los nuevos petroaudios es de una ferocidad y de una laxitud ética impresionante. Por favor, subraya esto que dice (O’Brien en su propio blog) ‘Algunos audios tratan, en ciertas partes, asuntos más personales’. Cero filtro, cero edición, cero narrativa, cero separar grano de paja. La onda del ‘jódanse todos’ a mí me ha dejado estupefacto”.

Y en otro comentario (ya no recordamos dónde, disculpen, tanta información a veces nos marea) otro cibernauta le hace a O’Brien la pregunta del millón de dólares –que, de paso, se dice, es lo que se pagó por el “chuponeo” – : “¿Por qué si los tenías (los audios) desde diciembre no los entregaste a la fiscalía antes? ¿Qué pasó, te pegaste un susto cuando metieron presa a tu amiguita la Gia?”.


“La Gia” es Giselle Giannotti. Y aquí repetimos –el recordado Manuel D’Ornellas solía decirnos que todos los días hay nuevos lectores para viejos temas– lo anotado ayer en nuestra crónica:

“El periodista O’Brien, con su gesto de entregar a la autoridad judicial estos audios, confirmó la coartada de la analista de sistemas de seguridad, Giselle Giannotti Grados, de que los seis USB con audios de conversaciones, que la policía le encontró en su poder pertenecían a O’Brien, y que éste se los había entregado para que ella los evalúe. La pregunta inevitable, en relación a la coartada de Giannotti, es ¿cómo los audios fueron a dar a manos de O´Brien y luego retornados a la empresa Business Track para sus evaluaciones, cuando ésta era la autora y posesionaria de los ‘chuponeos’ y audios originales?”.

Para hacer corta una larga historia, lo que queda claro es que el momento elegido por O’Brien para entregar un material que tenía largos meses en su poder es más que sospechoso. En la edición anterior cumplimos con dar a conocer la noticia y en reseñar algunos de los audios. Pero ahora volveremos a enfocarnos en el asunto de fondo: quién o quiénes contrataron a Business Track.

LA RAZON

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