25.1.09

El laberinto del hortelano

No hay novedad cuando se dice que el aparato estatal hace todo lo posible por obstaculizar la iniciativa privada. Tampoco cuando se afirma que la burocracia actúa como el perro del hortelano –no solo no invierte sino que tampoco deja invertir–. Incluso el tema ya fue objeto de un artículo por parte del presidente García, publicación que ha adquirido enorme notoriedad aunque no tuvo efectividad porque aún se mantienen innumerables trabas. Evidentemente, no logró que en el Estado se cambie de mentalidad.

Sin embargo, ahora estamos frente a un hecho confirmado que desborda los más pesimistas estimados. De acuerdo con un estudio de la asociación de las AFP, en nuestro país toma en promedio más de cinco años, solo en procesos burocráticos, lograr que se entregue infraestructura en concesión. Si a ese plazo –que ya parece eterno– le agregamos el tiempo que toma efectivamente construir cualquier obra de envergadura –de tres a cinco años, por lo menos–, entonces tenemos que se necesitan dos períodos de gobierno completos solo para que, por ejemplo, una nueva carretera entre en funcionamiento. Esa situación es absolutamente absurda.

Más aun considerando que la brecha de inversión en infraestructura es del orden de 30,000 millones de dólares, si para concretar cada compromiso de inversión, de digamos 300 millones, nos toma diez años, ni siquiera nuestros nietos podrán aspirar a tener un país que cuente con infraestructura decente. Tenemos puertos sin equipamiento, insuficientes carreteras, la mitad de los peruanos no tiene agua potable ni desagüe; sin embargo, el Estado no se mueve de su letargo. Encima de ello, y en caso alguien logre algún día eliminar al perro del hortelano, han creado como segunda línea de defensa tal laberinto de requisitos que aunque existiera voluntad para alentar la inversión, el plazo es tan extenso y el camino tan tortuoso que muy pocos llegarán al final del proceso.

Al menos, lo positivo en este caso es que el estudio mencionado viene acompañado de una propuesta de ley para simplificar el proceso y reducir el plazo a solo un año. Ojalá el gobierno lo reciba con entusiasmo y lo adopte con carácter de urgencia. Mientras no se elimine uno de nuestros peores cuellos de botella, como es la falta de infraestructura, el país nunca despegará. Para hacerlo, lo que se requiere no son más artículos del escribidor sino acción ejecutada con convicción.

PER 21

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