22.1.09

La gravedad de la gravidez

Estupor ha causado la denuncia de que en la región Apurímac hay adolescentes que buscan salir embarazadas a fin de cobrar los cien soles mensuales que el programa Juntos asigna a las mujeres encinta.

No se conoce aún la dimensión del problema; pero más que el hecho en sí debiera preocuparnos el contexto social en que eso es posible. El Perú está preñado de pobreza. Aparte de ser, según Luis Alberto Sánchez, un país adolescente…

En ese escenario, el programa Juntos es un desastre completo. Baste recordar que después de cuatro años de funcionamiento aún no tiene una línea de base. No sabe exactamente de dónde arranca.

En otros países, esos programas, pese a los graves defectos asistencialistas de su concepción, se han aplicado técnicamente. Antes de iniciarlos se construyeron líneas de base (es decir, un cuadro preciso de la situación de la pobreza); padrones de beneficiarios y sistemas de monitoreo.

Juntos responde a un plan del Banco Interamericano de Desarrollo y está financiado por éste, con un crédito más bien caro (ocho por ciento anual).

Se busca con ello aliviar los daños causados por la política neoliberal, que en todas partes privilegió a los ricos y castigó a los pobres, y aun a las capas medias.

Estos programas se titulan de transferencia monetaria condicionada, porque obligan a sus beneficiarias a acudir a la atención médica durante el embarazo o, más tarde, a cumplir con el envío de los niños a la escuela. En los años ’90 se iniciaron en Brasil para los niños de la calle. México creó luego su programa Oportunidades.

Estas acciones impactan rápido en algunos indicadores. Por ejemplo, el dinero entregado a la madre que mandó a su hijo a la escuela eleva el índice de asistencia escolar, o disminuye el de ausentismo.

El régimen de Alan García afirma que generando empleo se reduce la pobreza. Entonces, si son ciertas las estadísticas de la Sociedad Nacional de Industrias que indican que el empleo ha caído, quiere decir que la pobreza ha aumentado.

Hay, por otra parte, un área que no se reduce: la de pobreza extrema. Tenemos un porcentaje altísimo de personas en esa situación: 20% según algunos estudios, 25% según otros. En todo caso, son seres humanos que casi no comen, que no tienen agua, ni luz, y cuyo consumo de calorías está por debajo de lo normal.

Con ese déficit, el Perú no avanza, no puede avanzar.

Agréguese que estos programas suelen generar perniciosa dependencia del asistencialismo, con lo cual limitan el desarrollo de capacidades. En muchos casos, los varones no trabajan y golpean a las mujeres para arrebatarles el dinero.

El asistencialismo es pobre en resultados. Lo que se necesita es más inversión del Estado en caminos, puentes, centros de salud y, sobre todo, en educación de todos los niveles.

LA PRIMERA

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