31.1.09

“Periodismo bajo terror”

Los Enviados Especiales llegaban a Huamanga y tenían la obligación de recoger datos para hacer noticia cada tarde porque desde Lima les exigían eficiencia.

Hacían crónicas, tomaban fotos, y luego regresaban a la capital. Y allá en Ayacucho quedaban los corresponsales de siempre, los que sufrían el acoso de ambos bandos.

Esta es la tesis central del libro de la periodista noruega Aase Hjelde, que acaba de publicar el vicerrectorado académico de la Universidad de San Marcos y que titula “Periodismo bajo terror. Ayacucho en tiempo de guerra”.

Aase es una calmosa colega de ojos glaucos que observa y escucha con atención porque todo le interesa. Por eso estuvo en el Perú a inicios de los años 90 y viajó a Ayacucho…como Enviada Especial de un diario de Oslo. Y conoció y trató con los periodistas que vivían allá en la zona de guerra y que habían sido sorprendidos por una violencia que los dejaba en el medio de la confrontación.

Así pasó con la emisora La Voz, en 1981. Llegaron los subversivos, encapuchados y armados y obligaron al aterrorizado operador a transmitir un mensaje de tres minutos. Se marcharon corriendo y a los pocos minutos llegaron los militares, a increparle su presunta colaboración con los senderistas.

A ellos se dirigió la mirada de Aase y el libro está dedicado a narrar las peripecias de los periodistas ayacuchanos que debieron soportar años de guerra sucia.

Los periodistas provincianos suelen ser aficionados a esta profesión y en especial en los Andes, donde la radiodifusión sigue siendo el principal medio de información. En las emisoras legales o ilegales luchan por la vida y con frecuencia se exceden en sus denuncias. Así era el periodismo en los Andes centrales al iniciarse la década de los ochentas en que ser periodista en Ayacucho se convirtió en la profesión más peligrosa del mundo.

Hjelde recorre esa historia entrevistando a todos esos corresponsales que eran realmente víctimas de los Enviados Especiales que muchas veces sufrían las consecuencias de los apresuramientos capitalinos. “Periodismo bajo el terror” es un reconocimiento a ese periodismo provinciano que fue tan importante y que tuvo víctimas mortales como Luis Morales, Hugo Bustíos de Caretas o Jaime Ayala de La República, entre otros.

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