24.1.09

¡Ay, Manuela!

Ayer me llegó una de esas cartas que a uno le alegran el día por graciosas y huevonas, de esas que guardo en un fólder para releerlas cuando me provoca reírme. Si bien las de la izquierda en general son inigualables (siempre acaban con arengas escritas en mayúsculas y usan frases y verbos cursis como detener la ofensiva reaccionaria o forjar algo), esta última que me llegó de las feministas de Manuela Ramos, la ONG que de lejos mueve más billete en el Perú (más del triple de lo que mueve la ONG IDL de Ernie), no estuvo mal para entretener un viernes de modorra por el calor.

Adelanto que no tengo nada contra las feministas. Sus posturas son

interesantes y coincido en el control de natalidad, SIDA, homosexualismo, etc. Lo único malo es que la caviarada se ha metido fuerte en esto y entonces le meten rojerío y demagogia. Por eso ves cosas curiosas como a la guapa Sra. Coca Yáñez, lideresa de esta ONG, criticando -falazmente- desde su extinto programa Barra de Mujeres en Canal N que las playas de Asia son cerradas y luego resulta que ella vacaciona en una de ellas. Me recuerda a su marido don Jorge Avendaño, que encabezó comunicados ecológicos en contra de la instalación de la fábrica de pastas Luchetti en los Pantanos de Villa, y meses después acabó de abogado defensor de estos empresarios chilenos.

Las chiquillas me escriben lo siguiente: Le dirigimos la presente carta para expresarle nuestra profunda indignación frente a la opinión expresada en su columna de hoy titulada Llegó a Ecuador en la que se refiere a las mujeres de las provincias como fábricas de pobres extremos... e, ... ignorantes mujeres andinas, relacionando sus características raciales de forma inherente con la pobreza y marginación.

Creemos que su diario puede aportar en la construcción de una sociedad multicultural y diversa, respetuosa y no discriminatoria, y evitar el uso de términos peyorativos establecidos a lo largo de nuestra historia, que nos diferencian, bla, bla, bla....

A ver. ¿Dónde viven estas campesinas? En los Andes. ¡Entonces son andinas! Como alguien que vive en los Alpes es alpino o mediterráneo quien mora a orillas de ese mar. No sé de dónde creen que andino es un término o una característica racial, salvo por la huachafada de moda de usar este término geográfico como una categoría racial políticamente correcta (aunque peor es el humalista cobrizo).

Y, lamentablemente, estas campesinas son víctimas de su falta de conocimientos. Ergo, son ignorantes. Y como son gente rural, pues son campesinas. Entonces es válido escribir ignorantes mujeres andinas porque es la triste realidad. Peyorativo, segregador y racista hubiese sido llamarlas indias brutas o alguna condenable barbaridad similar.

Como también es válido caracterizarlas como fábricas de pobres extremos. Si tienes cinco, siete o nueve hijos, estás literalmente fabricando gente en términos figurativos, alumbrando a niveles industriales. Y hasta donde sé, estas campesinas no fabrican millonarios sino niñitos pobres extremos. ¡Nada peyorativo tampoco!

Finalmente, señoras, no soy un esclavo de lo políticamente correcto y

escribo como me da la gana, así que no pierdan el tiempo tratando de darme sermones baratos, encima ilógicos.

Váyanse a pasar el fin de semana en la casa de playa de Coca y allí frieguen al vecino o a Avendaño con Luchetti si están aburridas, no a mí.

Aldo Mariátegui

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