24.1.09

Chupón de Damocles

El poeta romano Quinto Horacio Flaco –autor de la frase Carpe Diem, aprovecha el día presente, popularizada en el filme La Sociedad de los Poetas Muertos a fines de los ochenta– es también quien inmortalizó hace más de dos mil años la expresión “espada de Damocles”. Horacio relató la relación entre Dionisio I El Viejo y su cortesano. En una ocasión el tirano se ausentó de un festín y dejó en su trono a Damocles, sobre cuya cabeza pendía una espada con gran fragilidad, para recordarle lo efímero de su privilegiada posición.
Hoy, entre nosotros, la investigación policial, fiscal y judicial sobre el “chuponeo” pende cual espada de Damocles sobre la cabeza de los autores intelectuales (los operadores materiales, como es público, ya están entre rejas). Algunos de ellos, según todos los indicios, son figuras que se las ingeniaron, desde el periodismo, los negocios y la abogacía, para sentarse en un trono que creían sólido y eterno y se ha revelado frágil y pasajero.


Y eso los ha puesto muy nerviosos. Tanto que se rasgan las vestiduras con fingida indignación. Levantan la voz a falta de argumentos. Amenazan con juicios y cárcel a quienes los señalan. Inventan afiebradas teorías de complot en las que pretenden involucrar a medios con líneas editoriales muy disímiles. Y tratan de desviar la atención hacia instituciones honorables como la Marina de Guerra del Perú. El siguiente y previsible paso será proclamar que son víctimas de persecución política.

Cuentan para ello con el apoyo de una argolla mediática, en ciertos diarios, radios, TV y blogs, que tiembla ante la sola idea de que algunos de los suyos terminen en manos de la Justicia. Durante meses, cuando nuestra investigación sobre el “petroescándalo” involucraba a personajes vinculados al gobierno (la ex ministra Zavala, por ejemplo) esa argolla tomó como fuente de referencia a este diario y nos ponía como ejemplo de credibilidad. Hoy que estamos sobre la pista de los autores intelectuales del “chuponeo” y eso incluye a miembros de su cofradía, de repente nos hemos convertido en un pasquín que forma parte de un complot siniestro orquestado por el régimen. La coherencia no es precisamente una característica de esta argolla.

Pero así como no nos impresionaron sus elogios, ahora su campaña de desprestigio no logrará amedrentarnos. Qué pena por ellos si nuestra investigación toca a algunas de sus vacas sagradas. De éstas, como se sabe, salen las mejores hamburguesas.

LA RAZON

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